Icono del sitio Trabajadores

Otra vez al box el Meteoro de la Maya (+ Ganadores)

La lomita de lanzar nunca fue un volcán para este santiaguero, como muchos especialistas califican a esa zona del terreno. Inteligente, sacrificado, receptivo y sobre todo triunfador en eventos nacionales e internacionales, Braudilio Vinent volvió por unas horas a su posición ideal, la de lanzador estelar. Con su acostumbrada sinceridad hizo el primer envío y ratificó: “sigo dando strikes”.

Braudilio Vinent

Con 20 series nacionales jugadas y 15 años en el equipo Cuba, el natural del municipio La Maya no recuerda quien le puso el sobrenombre de Meteoro, pero no deja de mencionar a ninguno de los entrenadores y directores que lo ayudaron a llegar a ser el uno, el seguro, uno de los más grandes de todos los tiempos.

¿Qué está haciendo Vinent en la actualidad?

“Sigo en la Academia de béisbol de la provincia, de la que soy fundador y nunca me he ido. He trabajado con el equipo Santiago de Cuba como entrenador de pitcheo, pero llegó una etapa en la que estaba un poco agotado y decidí solo dedicarme a ayudar desde afuera. Es decir, apoyando a los muchachos con buenos consejos, ideas, sobre todo con los nuevos que entran al área del pitcheo”.

Usted se caracterizó por ser un pitcher muy inteligente ¿A qué se debió ese desarrollo del pensamiento técnico-táctico?

“Cuando me inicié los entrenadores de pitcheo éramos nosotros mismos: Roberto Valdés, Mario Ferrer, Mario Fernández, Justino Gavilán, entre otros, que nos uníamos aquí, en el estadio Guillermón Moncada y decíamos: vamos a ser esto o aquello. Y era el primero que me desprendía a correr. Me cansaba de darle vueltas al terreno de pelota, 10, 15, y así fuimos empezando.

“Entre nosotros también desarrollamos el pensamiento táctico, porque en esa época había buenos bateadores y para lanzarles había que pensar. No podía ser todo recta, recta y recta, sino estudiarlos para sacarle out y que te hicieran las menos carreras posibles”.

¿Algún momento difícil en esos inicios?

“Tenía buena velocidad, pero era muy descontrolado. Daba bolas como loco. Por eso trabajaba todos los días en el control. Le hice caso a mis compañeros y a un cuerpo de dirección que siempre estaba arriba de todos los lanzadores. Te menciono algunos, Roberto Ledo, Francisco Salfrán, Delís, Heredia.

“Luego llegó Conrado Marrero, a quien le agradezco siempre haberme pulido como pítcher. Yo tiraba una curva grandísima, efectiva, pero él me enseñó la slider que tanto resultado me dio. Trabajé bastante para perfeccionar ese lanzamiento, porque lo tiraba con los mismos movimientos de la recta. Después me reía de los bateadores, aunque algunos me conectaban con facilidad”.

¿Qué equipos o bateador le resultaba más difícil de dominar en esa época?

“En 1967 era un novato, fue mi primer año. Después fue que empecé a abrirme camino y me hice un pitcher un poco difícil porque estaba siempre al tanto de todas las cosas, hasta del más mínimo detalle. Aprendí de todo el que pudiera.

“No obstante, algunos bateadores eran más difíciles de dominar, quizás por haber jugado juntos desde la categoría juvenil como Armando Capiró, Agustín Marquetti y Wilfredo Sánchez. Lo menciono a ellos porque son los que tengo en mente, pero había algunos más que me costaba trabajo sacarle out”.

Década del 70. ¿Algún juego o evento nacional que lo hubiera marcado como lanzador?

“Las Series Selectivas porque era el torneo más fuerte que había en Cuba. Allí tenías que enfrentar y fajarte con todos los equipos que eran trenes de jugar pelota. Ese Villa Clara era terrible con Pedro José “Cheíto”, Olivera, Sixto, Muñoz, todavía se habla de ellos. Igual Matanzas con Isasi, y los hermanos Sánchez. Ese evento marcó a toda una generación porque era muy duro y los equipos se iban superando de juego en juego, de año en año”.

Mundial de 1980 en Japón. ¿Momento más feliz de Vinent?

“Uno de ellos. Para ese juego final me prepararé de lleno porque sabía que los japoneses eran rápidos y chocadores de bola. Antes de empezar, en la reunión del equipo, le dije al manager: “Serbio, una sola carrera y ya ganamos”. La gente pensó que exageraba. Y así fue. Le dí nueve ceros y Antonio Muñoz decidió con jonrón.

“Otro fue en el mundial de 1972, en Nicaragua. Lancé contra Canadá el día anterior a la final y propiné lechada. Pero estaba en el bullpen vestido y me llamaron para relevar con hombres en primera y segunda y debajo en el marcador. En el carrito que llevaba a los pitchers hasta el box le dije a la muchacha que iba manejando: esta victoria te la voy a dedicar. Y respondió: tú estás loco, el juego está perdido. Saqué los tres outs y después vino el jonrón de Marquetti y dejamos al campo a los estadounidenses”.

Ese mismo día lo llamó Fidel

“Sí, llamó enseguida y preguntó: Vinent, cuéntame cómo fue eso, y solo pude responderle: Comandante, a pedrada limpia. Otro momento inolvidable con él fue cuando estuvo de manager en el equipo que enfrentó al del presidente Hugo Chávez. Resultó un juego inolvidable, porque si de tenerlo al lado unos minutos tú estabas tenso, imagínate por más de tres horas de juego”.

¿Y con el equipo de Santiago, qué hechos espectaculares guarda en al memoria?

“Recuerdo uno, cuando discutimos final de campeonato, allá en Pinar del Río, con José Miguel Pineda como manager contrario. En la tarde estaba haciendo ejercicios y vengo relajado cuando oigo que Pineda dice en una entrevista que le están haciendo: “hoy nos coronamos campeón”. Eso me cayó tan mal que le riposté: “oye, Pineda, hoy no, en mi turno, cuando me toca pitchear, no va”, En la noche cuando empezó el juego se lo repetí. Ese día gané y tuvieron que dejar la fiesta para otra fecha”.

¿Qué significaba lanzar en el Latinoamericano, a pesar de ser santiaguero?

“Allí recibí muchos aplausos y a veces me sentía contento, porque cuando el desaparecido Armandito “el tintorero” gritaba: Vinent, Vinent, lo miraba y le decía: soy el uno. Y eso lo incomodaba muchísimo.

“Lanzar en el Latino hace sentir grande a los lanzadores porque es la plaza donde te evalúan, donde va la gente que más conoce de béisbol. La afición de la capital siempre me tuvo gran afecto porque fui un atleta que lo único que le gustó era pitchear bien y que el público disfrutara lo que era capaz de hacer encima del box.

“Me daban hit y jonrones como a cualquiera, pero no todo el mundo podía darme jonrón y eso de quedarme parado o riendo como veo ahora algunos pitchers. Qué va, cuando me daban uno de esos batazos agachaba la cabeza, daba la vuelta en el box y miraba para el suelo porque eso es respeto a uno mismo”.

¿Y dónde queda en su corazón el Guillermón Moncada?

“Es la vida mía. Todo lo que sé de béisbol lo aprendí allí. Es una escuela, como lo fue el manager Roberto Ledo para todos los atletas de mi época. Fue el que más nos enseñó, aunque tuve otros directores muy buenos: Higinio, Escaurido, Manuel Miyar, Frangel Reinaldo, y en el equipo Cuba a Servio, Pineda”.

¿Alguna anécdota que lo haya marcado ante su público?

“Mis padres nunca habían venido al estadio Guillermón a verme pitchear. Un día se me ocurre traerlos y ese juego resultó fatal. Me dieron una “entra´ de tolete”, hit van, hit viene, en fin, no quiero ni recordarlo. Les dije después: no vengan más al estadio, porque lo quería hacer tan bien que miren el resultado”.

Su retiro motivó polémica sobre si pudo ser antes o después.

“Como no seguía casi los récords que tenía impuesto, la gente decía que me retirara para no perderlos. Y podía haberlo hecho, pero quería seguir lanzando. En 1986, cuando lo decidí, me sentía útil, tiraba duro, más de 90 millas, pero me estaban bateando y ahí subió el promedio de carreras limpias, sobre todo en los tres últimos años. Saber cuándo uno tiene que retirarse es el momento más difícil para un atleta y no fui la excepción”.

Hay quienes refieren crisis en la pelota cubana actual…

“Es difícil definirlo así, pero muchos jóvenes no se dejan guiar ni ayudar y eso es lo más malo, pues los veteranos les damos ideas y consejos con cariño y siempre para mejorar. A medida que pasa el tiempo los peloteros se van superando y adquiriendo más técnica, pero tiene que prevalecer un buen pensamiento técnico-táctico y mucho amor a la camiseta, a la provincia, a Cuba. Algunos muchachos están pensando ahora más en otras cosas que en el deporte como tal”.

¿Recibió ofertas para desertar en algún país?

“Sí, muchas. Cheques en blanco y los scouts detrás de mi. Alguna gente andaba preocupada y les decía: despreocúpense que yo voy para mi Cuba y de ahí para La Maya, donde está el grueso de mi familia”.

¿Vive todavía en La Maya?

“No, en el municipio de Santiago de Cuba, pero casi todos los días estoy metido en La Maya. Ese lugar es todo para mí. Allí nací, hice toda la niñez y es sagrado, no solo por el respeto del pueblo, sino por el cariño que me profesan”.

¿Qué experiencia le dejó la etapa de colaboración deportiva en Japón?

“He prestado colaboración en Colombia, Venezuela, Italia y Japón. El pitcheo japonés es increíble. Ellos lanzan más de 400 lanzamientos diarios y tienen una constancia tremenda. Si explotan en un juego tienen su castigo, que es seguir tirando hasta que completen los lanzamientos reglamentarios para ese día. Sus brazos no se lastiman. Tienen una preparación física tremenda y saben lo que están haciendo. Ganarles a los asiáticos ahora no es fácil. Su zona de strike es envidiable. Además, ellos recopilan el conocimiento de todos los entrenadores extranjeros que tienen, en especial los cubanos, para trazar estrategias de cómo se nos puede ganar”.

Le quiero mencionar algunos nombres en busca de una definición muy breve de usted. José Antonio Huelga

“Era mi hermano. Por él derramé lágrimas. Siempre andábamos juntos y lamenté muchísimo su muerte”.

Manuel Alarcón

“Uno de mis profesores. Recuerdo que en el bullpen él siempre hacía chistes y cantaba para buscar aliviar las tensiones de los que estábamos allí”.

Antonio Muñoz.

“Otro hermano. Fíjate que cuando estaba de vacaciones venía para Santiago de Cuba. Su luna de miel la pasó aquí. En Italia trabajamos juntos nueve meses. Yo era el cocinero, el chofer, el amigo y el hermano de Muñoz”.

Agustín Marquetti

“Ese es de los grandes. No se cansaba de dar consejos y hablar con los peloteros, fundamentalmente conmigo. Cada vez que viajábamos juntos éramos una gran familia”.

Antonio Pacheco

“Capitán de Capitanes. No le gustaba el relajo, sino todas las cosas en orden. Hombre honesto y sincero”.

Orestes Kindelán

“Era la inspiración de todos los equipos orientales”.

¿Qué le quedaría por hacer después de tanta gloria?

“El sueño mío es seguirle transmitiendo a toda la nueva generación lo que aprendí. Jamás aceptaría dirigir un equipo. Eso sí, no me pierdo ningún juego de Santiago en el Guillermón…”.

______________________________________________________________________________________________

Pregunta a responder:

¿Qué lanzador fue el primero en lograr 100 victorias en nuestras Series NAcionales de Béisbol? 

1) B/Vinent, 2) S/Changa Medero; 3) Modesto Vedura.

R espuesta Correcta: BraudilioVinent

GANADORES

El Gran Premio, consistente en una recarga de $ 5.00 CUC, correspondió a: Alberto Leyva Cabrera, residente en el municipio Guantánamo, provincia Guantánamo.

Los otros 4 ganadores que recibirán suscripciones gratis por un mes al servicio de preferencia de los vigentes en la carpeta de prestaciones por SMS del Proyecto entuMovil, de Desoft, resultaron ser:

Eddy Torres Tamayo, vecino del municipio Plaza de la Revolución, provincia La Habana.

Yordanka Enamorado Zalazar, residente en el municipio Cerro, provincia La Habana.

Dayán Guermes Santos, vecino del municipio Cabaiguán, provincia Sancti Spíritus.

Alberto López Morales, residente en el municipio Mayarí, provincia Holguín.

 

 

 

Compartir...
Salir de la versión móvil