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Vivo siempre Bordón

Villa Clara rindió tributo a su primer guerrillero: El Comandante del Ejército Rebelde Víctor Bordón Machado, en el aniversario 90 de su natalicio.

 

Comandante Víctor Bordón y Fidel Castro Ruz. Foto: Tomada de CMHW

 

El homenaje,  junto a su nicho en el Mausoleo Frente las Villas en el Complejo Escultórico Ernesto Guevara de Santa Clara, donde reposan los combatientes de la Columna 8 Ciro Redondo a la cual perteneció, del Directorio Revolucionario y otros caídos o fallecidos después del triunfo de la Revolución, fue sentido e íntimo.

Flores blancas como su estirpe le acompañaron, las emotivas palabras del periodista y escritor José Antonio Fulgueiras, quien fue su biógrafo, lo evocaron desde la lucha que protagonizó y hasta su fervorosa cubanía.

Los villaclareños lo recordamos vivo, inaugurando obras, impulsando ideas, concretando proyectos, acompañándonos…

Bordón fue un cubano leal y útil. Lo conocí cuando se construía el Memorial donde reposan los restos del Che y sus compañeros de guerrilla en Bolivia. Desde aquel entonces me asombró su optimismo, su posición indeclinable de principios, a su vez su pensamiento abierto a los cambios y sentimientos de justicia.

Sin duda, estas cualidades lo convirtieron en el fundador del primer núcleo guerrillero en el territorio de Las Villas. En 1955 crea la primera célula del Movimiento 26 de Julio en Quemado de Güines, su pueblo natal, participó en la gran huelga azucarera de diciembre de ese mismo año, compulso y aunó a un grupo de jóvenes contrarios al régimen de Batista, que comenzaron a actuar el  27 de noviembre de 1956 con el que realizó diversas acciones durante el año 1957 y principios de 1958.

El 8 de abril de 1958 atacó el cuartel de Quemado de Güines, y aunque no pudo tomarlo por la escasez de armas y pertrechos, funcionó como apoyo a las acciones de la Huelga Revolucionaria del 9 de Abril.

Fue Bordón el combatiente que sin pensarlo, como él decía, tomó la mejor decisión de su vida al unir su tropa a la de Ernesto Che Guevara para lograr la unidad en Las Villas, y serle incondicional.

“Cuando vi a aquel argentino delante de mí con asma, casi sin respirar y hablando bajito, explicándome que había que arreglar las cosas, empezar por casa y  entonces me degrada de comandante a capitán, no supe que pensar, pero a pesar del disgusto que pude haber tenido, decidí seguirle”, así me confesó muchas veces.

“Tenía razones para admirar al Che. Era un hombre que no había tratado nunca, además lo mandaba Fidel, no era cubano y luchaba por Cuba”, así me habló del primer encuentro, con quien fue su jefe entrañable, en la finca Las Piñas en Güinía de Miranda, el 17 de octubre de 1958, horas después de que el Guerrillero Heroico llegara al macizo montañoso del Escambray.

Y, lo hizo sin reservas, incluso sin tener en cuenta aquel episodio, grados que  volvió a ganarse a fuerza de coraje y valentía.

Me dijo una vez que admiraba al General Antonio Maceo, es que el mismo fue el titán blanco y fornido de esta zona, que luchó incluso contra su “analfabetismo político” de entonces, como lo caracterizo el Che, para convertirse en el hombre sabio, de inteligencia natural, reflexivo, de ideas profundas que llegó a ser.

Ese aprendizaje político que iba adquiriendo al lado del Guerrillero Heroico en la Campana de Las Villas fue quizás  el que lo hizo tener la entereza de que al capturar a Joaquín Casillas Lumpuy, el asesino de Jesús Menéndez, pudiera contener la ira ante  el criminal.

“Hubo que proteger a Casillas. El pueblo quería ajusticiarlo, pero el Ejército Rebelde tenía la ética de preservar la vida de los detenidos y entregarlo a los Tribunales Revolucionarios”, precisó.

Desde el sitial al valor donde están sus cenizas, Mausoleo que ayudó a concebir, y que con ironía fina y muy cubana decía: “Allí estará mi lugar algún día”, seguirá guerreando en la batalla cotidiana junto al jefe que admiró, impulsando sueños: Hasta la Victoria Siempre, Bordón.

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