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Hacia el aniversario 60 de la Upec

Surgida de la fusión de los profesionales de la prensa agrupados hasta el año 1963 en el Colegio Nacional de Periodistas, la Asociación de Reporteros de La Habana, la Asociación de la Prensa de Cuba y centenares de pequeñas organizaciones y asociaciones periodísticas, el 15 de julio de ese año se fundó la Unión de Periodistas de Cuba (Upec), nuestra querida organización profesional, no gubernamental.

 

 

Al celebrar su aniversario 57, quienes pertenecemos a esta institución podemos dar fe de su  interés —desde que se creó— por defender a los periodistas en el ejercicio legal y ético de la profesión, así como de la constante orientación e información sobre disímiles cuestiones relacionadas con este oficio, para el cual la Upec establece infinidad de cursos que contribuyen a nuestra formación y desarrollo cimentados en los pensamientos y ejemplos de dos grandes promotores de la palabra escrita dirigida a la comunicación pública: José Martí y Fidel Castro Ruz, de quienes aprehendimos las mejores tradiciones del pensamiento político cubano, en los elevados principios patrióticos, éticos y democráticos.

La Constitución de la República reconoce la libertad de prensa

La Constitución de la República de Cuba, discutida y aprobada por todo el pueblo, en cada cuadra, en cada centro de trabajo, en cada universidad y particularmente en cada órgano de prensa, en su Título V Derechos, Deberes y Garantías, Artículo 54, establece la libertad de pensamiento, conciencia y expresión, y en su Artículo 55 se reconoce la libertad de prensa.

Por supuesto, somos periodistas que nos desempeñamos en medios de comunicación que pertenecen al proyecto socialista que desde el triunfo de la Revolución Cubana enfrentó la desigualdad, la mentira, el periodismo sensacionalista, la anexión de la palabra a los designios trazados por el imperialismo y promulgó, encabezado por Fidel, el ejercicio de una profesión que, en primerísimo lugar, se identificara y defendiera los intereses del pueblo.

Por suerte, dejamos de ser sumisos de las transnacionales o los gánster millonarios que, antes del año 1959, trazaban la política informativa del país, condicionando el ejercicio del periodismo a sus intereses, oponiéndose al libre ejercicio de promulgar  la  verdad e identificarnos con las ideas más progresistas y humanistas, tal y como nos estimula la Upec y la dirección del Partido Comunista de Cuba.

Esos cambios en el sistema editorial de nuestra prensa son, precisamente, los que más le duelen al imperialismo yanqui y a sus lacayos que tanto en Cuba como en Miami y en otras partes del mundo han subyugado, adiestrado y pagado a cientos de individuos para que oculten la verdad de la construcción del modelo socialista cubano y  conviertan nuestros problemas y errores en emblemas de descrédito hacia la Revolución Cubana, empeño en el que durante seis décadas el gobierno de Estados Unidos ha desplegado una labor mediática en la que ha invertido millones de dólares, en un plan encabezado por la Sección de Intereses de ese país en La Habana, donde también se aleccionaron a supuestos periodistas que optaron por escudarse en el odio y la falsedad para quebrantar nuestras conquistas y que la Patria retornara a los tiempos de la opresión, el crimen, la droga, el hambre y la miseria.

Sucias intenciones persuasivas de la Casa Blanca

Para esos fines, el “amo” yanqui, con el apoyo de la gusanera de la Florida, puso a disposición de estos lacayos “fabricados” como periodistas  teléfonos celulares, Bgan, y otros hardware y software para establecer una conexión a internet que quedara fuera del control del Estado y de las empresas cubanas de telecomunicaciones, beneficios de los que especulaban en momentos en que la propia Upec luchaba porque los periodistas afiliados a esta organización pudiéramos  disponer de esos recursos tan costosos para el país y que el bloqueo del gobierno de Estados Unidos entorpece su adquisición.

Asimismo, a través de un programa con sucias intenciones persuasivas, las  diferentes administraciones de la Casa Blanca Becas han organizado y subvencionado viajes para jóvenes periodistas, en un seductor empeño que debido a nuestras limitaciones económicas —inducidas y sustentadas por ese gobierno— el Estado Cubano no puede asumir mientras los mayores esfuerzos y disponibilidades monetarias (moneda dura) tenga que destinarlos a la salud pública, la educación, la cultura y la alimentación, en condiciones muy adversas debido a las maniobras entorpecedoras del imperialismo, a pesar de las cuales seguimos avanzando.

Esa es la verdad que defendemos, aunque es cierto, muy cierto, que tenemos muchas dificultades y carencias de todo tipo, pero nunca hemos padecido de hambruna, y mucho menos nadie ha enfermado o fallecido a causa de ese azote que sí prolifera entre los pobres del llamado “país más poderoso del mundo”.  A pesar de las penurias, los periodistas dignos nos hemos mantenido al lado y en defensa de los logros que para el pueblo ha traído el ideal socialista, el cual también nos protege como profesionales de la prensa.

En tal sentido vale destacar que solo en cuatro meses 186 periodistas en ejercicio de la profesión murieron, pero ninguno es cubano, a pesar de que más de 300 colegas de todos los medios, estuvieron en las zonas rojas de la pandemia de la Covid-19, reportando los pormenores de la lucha contra este flagelo, directamente expuestos a la enfermedad, y ninguno la adquirió.

Por otra parte, en el año 2019, unos 50 periodistas fueron ultimados en el mundo. Entre ellos, no hubo cubanos.

La Upec, por el contrario, acomete planes en beneficio de nuestra salud, en tanto sus diferentes presidentes, desde su fundación, han sido colegas elegidos por todos, en un proceso que se inicia en la base y concluye en el Congreso que se efectúa cada cinco año y en el que se analizan nuestros problemas y dificultades, tanto técnicas como de bienestar sanitario y recreativas, amén del recurrente llamado a hacer un periodismo cada vez más consecuente con los cambios hechos en el modelo económico del país y en consonancia con las necesidades informativas, educativas y culturales del pueblo, del cual surgimos y al cual nos debemos.

 

Somos los únicos responsables de la “autocensura”

 

Foto José Raúl Rodríguez Robleda

 

Muchas veces los periodistas somos los únicos responsables de la “autocensura”, tal vez motivados por la razón de que los problemas que enfrenta el país, las irresponsabilidades y negligencias, siempre encuentran  freno a través de la labor de la contraloría, la actuación del orden público y la denuncia de los trabajadores y la ciudadanía. En tal sentido, debemos ser más críticos ante lo mal hecho, ante la pasividad administrativa, el despilfarro, el descontrol y muchos otros males que obstaculizan el avance del país. Nadie nos prohíbe hacerlo, por el contrario, tanto la Upec, como el Partido y las direcciones de los órganos estimulan este revolucionario ejercicio.

Tales inconvenientes únicamente dependen de nuestra capacidad y talento para establecer juicios que propicien la solución de los problemas; pero nunca nadie podrá acusarnos de oscurecer la verdad, de no usar la palabra con libertad absoluta, la cual debiéramos asumir con “látigo y cascabel”, como lo hizo José Martí, asunto sobre el que debemos reflexionar mucho más.

“En el caso cubano, como sostenía el Doctor en Ciencias de la Comunicación Julio García Luis, el poder revolucionario no puede sustentarse —como el de Trump y sus compinches— en el silencio, el engaño o la manipulación de símbolos, sino en la adecuada información, interpretación, persuasión y convencimiento de la gran mayoría protagónica, en definitiva, del público. Aunque en la era de la posverdad habría que decir más bien: ´de los públicos´”, afirmó Ricardo Ronquillo, el sensible y amistoso colega que actualmente preside la Upec, en un artículo recientemente publicado en Cubadebate bajo el título de Transparencia, periodismo y otros jaleos.

La verdad cubana

El imperialismo y sus obedientes seguidores en diferentes partes del mundo promulgan, a garganta plena, la “libertad de prensa”, acusándonos de carecer de ella, y ubicándonos en los últimos lugares  de los países que la ejecutan —de 180 países, nos adjudican el número 171— ; mientras que nos clasifican, junto con Venezuela y Nicaragua, como “la triada del mal”, donde existe “el peor desempeño y la mayor censura en la región latinoamericana”.

Acostumbrados a enjuiciar al mundo sin justicia ni lógica, los gobernantes norteamericanos no reflexionan y mucho menos pueden distinguir su “libertad de prensa”, que como bien se sabe está  determinada por el establishmen y sus  defensores. ¿En qué medio de prensa de esa nacion puede criticarse o cuestionarse al capitalismo y su consecuente explotación y sometimiento de las grandes masas?

Esa actitud, en un órgano de prensa subvencionado por el Estado o por algún poderoso millonario, es totalmente imposible, pues los medios responden, en primerísimo lugar a un diseño político y social de su programa editorial destinado al control de todos los grupos sociales, ajenos, por ejemplo, a los cientos de asesinatos de dirigentes sociales en Colombia o de los periodistas que han sido apresados, torturados y desparecidos en Bolivia,  Chile y otros países.

“Para que la verdad cubana —que tanto necesita de nosotros como inspiró el último congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (Upec)— alcance esa “fuerza más” referida por José Martí en carta póstuma a Manuel Mercado, tenemos que adelantar la construcción del nuevo modelo de comunicación y periodismo público que demanda nuestro socialismo”, apuntó el presidente de la Upec.

Transitamos, con mucho orgullo y dignidad, hacia el aniversario 60 de nuestra querida Upec, ahora inmersos, como lo ha solicitado el presidente de nuestro gremio, en “una estrategia comunicacional basada en los mismos presupuestos de vínculo entre las fuentes y los medios, transparencia informativa y debate oportuno y claro sobre lo que puede entorpecer las transformaciones que buscan acelerarse en la etapa de recuperación pos-COVID-19, cuando el centro de atención comenzará a desplazarse hacia la situación económica y sus implicaciones en todos los ámbitos, agudizadas por los efectos del endurecido bloqueo económico, comercial y financiero”.

 

 

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