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La Guagua: 120 días contra la COVID-19

En los 120 días vividos en Cuba desde que el 11 de marzo se detectaron los primeros casos de COVID-19 hasta este sábado 11 de julio, han ocurrido transformaciones en todo, la lista de cambios es larga, y para unos puede ser significativo lo que otros no considerarían así.

Sin pretender que sea lo más sobresaliente, llamamos la atención sobre la lección que está dejando la guerra en el terreno de la desinformación contra los habitantes de la Isla.

No es necesario publicar textualmente los comentarios digitales dirigidos a crear confusiones, ni tampoco mencionar los nick de quienes los emitieron y hasta pudieron estar actuando, con las mejores intenciones, inducidos por mentes malévolas.

Hubo personas dentro de Cuba a quienes desde Estados Unidos recomendaron calma y tranquilidad, no asustarse porque el SARS- CoV-2 no sobreviviría a las altas temperaturas de la Mayor de las Antillas.

Tales consejos proliferaron en las redes sociales, incluido Facebook, plataforma que cada día tiene más usuarios cubanos que viven permanentemente en la Isla.

En la medida en que fueron pasando los días y la suma de enfermos y fallecidos iba creciendo, los mensajes dieron un giro drástico, en el cual de manera directa o indirecta iban enfilados contra el gobierno cubano.

Desaparecieron de cuajo las referencias al calor que aniquilaría al nuevo coronavirus, pero subieron de tono y cantidad valoraciones como: “si eso entra en Cuba no queda nadie”, acompañadas de consejos y críticas a la lentitud gubernamental para tomar medidas.

Hicieron (o trataron) de hacer invisibles el plan coherente y previamente diseñado que se actualizó inmediatamente para enfrentar y controlar la pandemia con el uso de la ciencia y la técnica, o para ser más exactos: mediante la participación de los hombres de ciencia formados por la Revolución.

Si leemos los mensajes en las redes sociales de aquellos primeros momentos, encontraremos argumentaciones tan burdas como: “con lo faltos de comida que está la gente ahí, se mueren enseguida si les da eso”.

También hubo quienes daban consejitos desde poses muy doctas desde sus países de residencia en el primer mundo, donde sus respectivos gobiernos estaban tomando medidas, según tales consejeros, que también debían aplicarse en Cuba, donde valoraban que no había conciencia del peligro.

Los datos relacionados con la COVID-19 se han estado informando de froma transparente y cada vez mejor, en lo cual influye mucho la preparación del pueblo para interpretar estadísticas y pronósticos.

La gestión gubernamental también se ha puesto bajo la mirada de todos, y los canales para que la ciudadanía pueda expresarse han sido aprovechados ampliamente, no solo para manifestar respaldo, sino también para criticar fuertemente a quienes incumplen las medidas sanitarias.

Así se creó un valladar infranqueable para quienes comenzaron las agresiones con la cantaleta de que Cuba oculta la cifra de enfermos y muertos.

Han sido también cuatro meses contra otra pandemia: la guerra para desinformar.

En resumen: No pudieron inocular la indiferencia, pues mayoritariamente el pueblo comprendió el peligro existente también en países calurosos como Cuba, ni tampoco lograron crear pánico a pesar de que pretendieron hacer creer que el país no estaba preparado para enfrentar esa contingencia.

Pero… ¡Cuidado!, esas agresiones no son improvisadas y esta es una lección muy importante que debemos aprender en el transcurso de la pandemia, tanto la del SARS-CoV-2 como la de la desinformación constante.

Si durante estos cuatro meses le hemos ido ganando la carrera a la COVID-19, también hay que seguir venciendo a quienes pretenden desinformar, confundir y crear el caos.

 

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