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El placer de sentirse vigilados

Centro Habana es un municipio de asombros. Más allá de su historia, de los tantos lugares patrimoniales que atesora, en sus 3,4 km2 laten intensamente en vida capitalina unos 135 mil habitantes, a los que se suma una cifra superior de población flotante, para juntos desandar calles cada día y ratificar al territorio como el de mayor movilidad y concentración de personas del país.

Atención integral: Toma de muestras para la realización de pruebas de PCR en el centro laboral y entrega de alimentación gratuita. Fotos: Alberto Núñez Betancourt

El nuevo SARS y su aliada la COVID-19 han hecho más compleja la vida en el singular espacio desde hace tres meses. Bien lo saben Javier Antonio Martínez Díaz, presidente del Consejo de Defensa Municipal; Jorge Luis Fajardo López, vicepresidente de ese órgano de dirección; y Rodolfo Nohaya Rodríguez, intendente. Ellos y otras muchas personas mantienen las neuronas intranquilas las 24 horas. Hoy Centro Habana es el municipio de Cuba que más casos reporta con 143 confirmados.

A partir del 6 de mayo, con la aprobación, por parte del Consejo de Defensa Provincial, de un plan de medidas para reforzar el enfrentamiento a la COVID-19, la realidad del territorio exigió un trabajo óptimo, integral en los ámbitos del orden público, la higiene, distribución de alimentos, medicamentos y otros artículos…, todo bajo un formato guiado por una vigilancia epidemiológica en la comunidad que alcanzó las demarcaciones de los cinco Consejos Populares, que se corresponden con igual número de áreas de salud.

En el abarcador propósito es protagonista la doctora Aylín Matos Caso, directora municipal de Salud, quien entre las acciones emprendidas menciona los estudios poblacionales por etapas y la minuciosa labor en las zonas de silencio, aquellas en las que no se han registrado casos positivos, pero pueden o no colindar con otras que sí.

“También ante la situación presentada y el alto porcentaje de pacientes asintomáticos incrementamos las pesquisas en centros laborales que tienen concentración de trabajadores y pueden recibir afluencia de público, como las tiendas”, señala la especialista en Medicina General Integral.

El personal de salud ya venía aplicando vigilancia epidemiológica, a entidades que no han detenido sus producciones o servicios en medio de la pandemia, cuando ocurrió el evento de contagios en el centro comercial Carlos III. De inmediato, en menos de 48 horas, allí se tomaron muestras y fueron realizadas las pruebas de PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa, siglas en inglés) a los más de 500 trabajadores activos.

El arduo quehacer prosiguió en la tienda Yumurí, donde en dos turnos de trabajo se efectuaron pruebas a los más de 50 empleados que conforman la plantilla actual.

Los agradecidos acompañan

En Centro Habana se abrazan el sistema institucional y propósitos comunitarios como el que lleva adelante el diputado Enrique Alemán Gutiérrez, director del grupo gestor del proyecto Quisicuaba, programa de reinserción social y empoderamiento responsable que ofrece respuestas a necesidades de personas en condiciones de vulnerabilidad.

“Hoy día estamos redimensionando nuestro trabajo; somos parte del Consejo de Defensa Municipal. Así, de conjunto con el gobierno y organizaciones de la sociedad civil cubana, hemos garantizado alimentación gratuita para aproximadamente mil 400 personas, buena parte de ellas con la ventaja de recibirla en la puerta de la casa, gracias al aporte generoso de trabajadores sociales, profesores y personal del sector educacional, choferes de bicitaxis y voluntarios del proyecto”, refiere el doctor en Ciencias Alemán.

La iniciativa se suma al establecido Sistema de Atención a la Familia (SAF) que en el municipio dispone de cinco comedores a los que acuden 874 personas para asegurar en cada fecha almuerzo y comida a precios módicos, subsidiados.

Dentro del amplio universo de pobladores que en Centro Habana han recibido vigilancia epidemiológica en la comunidad, desde la toma de temperatura hasta la costosa prueba definitoria de la presencia del virus, se cuentan estos seres humanos que requieren asistencia social.

Un común denominador encontró este reportero durante intercambios sostenidos con beneficiarios en centros laborales y barrios del municipio: los agradecidos acompañan. Yamilé Sosa Romero, trabajadora de la tienda Yumurí, expuso el sentir de sus cincuenta y tantos compañeros de labor: “Bienvenidas estas pruebas y toda la atención. ¡Qué bueno sentirnos vigilados así! Eso es muy importante para nosotros y nuestras familias”.

Minutos después, cerca del mediodía, en la esquina de las calles Maloja y Ángeles, justo en las afueras de la sede del proyecto Quisicuaba, decenas de personas que esperan su almuerzo se declaran gratificadas ante tanta bondad en tan difíciles momentos.

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