La enfermera Lenia, del primer llanto a la vida

La enfermera Lenia, del primer llanto a la vida

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“No tengo miedo. Los cubanos no tenemos miedo”, me dijo y lo reiteró la enfermera emergencista Lenia Reyes Sillero unos minutos antes de partir hacia la ciudad de Maracaibo, en el Estado venezolano de Zulia, donde ahora brinda   servicios como integrante de la tercera brigada del contingente Ernesto Che Guevara,  integrada por colaboradores cubanos del programa Barrio Adentro de Miranda, Distrito Capital y La Guaira.

Enfermera emergencista Lenia Reyes Sillero. Foto: Jorge Pérez

Y no desconoce los riesgos. Ella sabe que esta populosa urbe de más de un millón 500 mil habitantes tiene una compleja situación epidemiológica agravada con la llegada masiva de migrantes procedentes de Colombia,  muchos de ellos portadores del Sars-CoV-2.

Julio César García Rodríguez, jefe de la Oficina de Atención a las  Misiones Sociales de Cuba en Venezuela, les había explicado detalles  del escenario, con la existencia de un foco en pleno desarrollo, más de 100 casos activos y 5 fallecidos, por lo que la Comisión Presidencial para el Control y la Prevención de la Covid-19 dictó un conjunto de medidas especiales para su contención.

Argumentos de su decisión…

Me reconforta tener la oportunidad de ayudar a mis compatriotas y a los hermanos venezolanos que luchan allí contra el nuevo coronavirus, y daré el máximo de mí para cumplir la tarea acatando rigurosamente el  protocolo  de bioseguridad que ha establecido la Misión Médica Cubana aquí, enfatizó sin titubeos.

A pesar de las amenazas reales que se ciernen sobre estos guerreros por la vida vestidos con batas blancas, Lenia está emocionada, pero tranquila, firme en su decisión y piensa en la familia fundada bajo el abrigo protector de la Revolución.

Tengo tres hijos, me contó y es intenso el brillo de sus ojos. No son lágrimas, es satisfacción lo que siento cuando hablo de ellos: Aradnay (24 años) es maestra primaria y me dio  tremenda alegría con Andrea, mi primera nieta; Eddy William (18) es técnico en Alojamiento Hotelero y ahora está cumpliendo el Servicio Militar Activo; y Aracheli (10) estudia quinto grado.

Dedicó elogios a sus padres,  Eddy y Reina, y al esposo William convertidos en retaguardia segura, insustituible para que me pueda entregar apasionadamente a esta exigente y humana profesión. Nada de preocupaciones, les transmitió, acá sabemos cuidarnos y tenemos los recursos y los medios de seguridad necesarios.

Y no puede ser de otra manera

Hace ya catorce años Lenia venció la licenciatura en Enfermería y tres que se diplomó en Emergencias Médicas y  su vida laboral en Cuba la ha acercado al nacimiento, siempre he trabajado en la sala de hospitalización de embarazadas a término del policlínico René Ramos Latour, en mi Antilla natal, provincia de Holguín.

En ese período no recuerdo –y es lógico- cuántas veces ha escuchado el primer llanto de un niño, el inocente grito  me ha marcado y me emociona, por eso considero como dijo el Che que «no hay nada más importante que la vida de un ser humano».

Con esa convicción y esa experiencia llegó a Venezuela y lleva 17 meses en el Área de Salud Integral Comunitaria 508 La Páez, en la parroquia Catia La Mar,  desde donde marchó a la ciudad de Maracaibo en gesto valiente y solidario con sus colegas que aplican pruebas rápidas y hacen pesquisas casa a casa y despistajes personalizados con el objetivo de controlar a tiempo el peligroso foco de infección.

Su saludo de despedida fue otra lección de compromiso, la enfermera es el corazón del hospital. Siento orgullo de mi profesión y si vuelvo a nacer la seguiría asumiendo.

 

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