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La Guagua: “analfabetos” responden (con nasobuco)

Fechado el miércoles, Junio 03, 2020 20:44 CDT alguien que dice llamarse Frank David Suarez, se dirigió a nuestro correo electrónico desde frankdavidsc1@gmail.com con el siguiente mensaje:

Hola.

Pueden decirle a los analfabetos que no se dice nasobuco, sino mascarilla?

Parece que los del noticiero tienen un diccionario comunista inventado por ellos mismos que niega todos los diccionarios, idiomas y desarrollo del mundo.

Nos vemos.

 

 

Para complacer al lector que se tomó el trabajo de ocupar parte de su tiempo en recomendarnos que le dijéramos su recado a los que él llama “analfabetos”, encontramos que el colega Roberto Pérez Betancourt  publicó en la edición digital de la televisión matancera 4 abril, 2020 una nota titulada ¿“Nasobuco”, máscara quirúrgica, barbijo o tapaboca…?  donde escribe:

 

 

La Real Academia de la Lengua Española no recoge el término nasobuco en su diccionario. Tampoco el de “nasabuco”, como algunas personas erróneamente pronuncian y escriben. Nuestro léxico español  acepta  el sustantivo modificado:  de “máscara quirúrgica”  con el significado de máscara que cubre la nariz y la boca para proteger de contagios de virus y bacterias.

También aparece el término barbijo para identificar a lo mismo, usado en Argentina, Bolivia y otros países latinoamericanos. Tapaboca, es la palabra habitual para Cuba y México, también mascarilla o cubrepocas. Pero este vocablo también significa dar un golpe en la boca alguien, y metafóricamente, hacerle callar de alguna forma.

Las enciclopedias aclaran que los barbijos son también utilizados por personas en espacios públicos ante brotes o epidemias de enfermedades transmitidas por vías respiratorios, o bien cuando el aire de un determinado lugar está contaminado.

Nasobuco se puso de moda cuando el coronavirus causante de la epidemia Covid 19 apareció en China y se propagó, causando la actual Pandemia.  Se supone que el neologismo surgió en el ambiente médico para enlazar nariz y boca en un término que sugiriese  protección de la respiración.

Tratados especializados aclaran que las referidas mascarillas, de cualquier nombre, sirven para ser usadas por el personal médico, especialmente cirujanos, enfermeras y técnicos  con el propósito de contener bacterias provenientes de la nariz y la boca propias o de personas cercanas.

Aclaran  expertos que las máscaras quirúrgicas simples protegen al usuario de ser salpicados en la boca con fluidos corporales. También le recuerdan evitar tocarse la nariz y la boca, acción que podría provocar transferencias de virus y bacterias habiendo tenido contacto con una superficie contaminada.

Además, reducen el esparcimiento de partículas portadoras de bacterias o virus generadas al estornudar o toser; sin embargo, no están diseñados para proteger al usuario de inhalar estas partículas, pueden atrapar algunas, pero son poco efectivas para esto ya que no están diseñadas para este propósito.

De todas formas, ya se le llame nasobuco o tapaboca, máscara o barbijo, lo importante es ponérsela siempre para atenuar la posibilidad del contagio propio y el de otros.

 

 

Un correo electrónico que envía el colega Edilberto Tellez, dice:

El coronavirus ha afectado también a la lengua española, tal y como afirma el exdirector de la RAE, Darío Villanueva, que ha visto cómo las consultas lingüísticas han aumentado significativamente en los últimos meses, de modo que la Academia ha debido adaptar el diccionario a la «nueva realidad».

«No es que haya un nuevo lenguaje, sino que se ha producido un uso más intensivo de determinadas palabras o incluso la aparición de lo que llamamos neologismos, es decir, palabras nuevas que antes no existían», afirma Villanueva (Vilalba, Lugo, 1950), en una entrevista con EFE en la que asegura que el trabajo fundamental de la RAE en este periodo va a ser el tener que «estudiar toda esta terminología para ajustar el diccionario».

No en vano, una nueva realidad exige nuevos términos para definirla, o, por lo menos, matices en algunos de ellos, que han adquirido un significado distinto o han ampliado sus acepciones.

Sin embargo, asegura que la introducción de nuevos términos al diccionario siempre provoca «rechazo» por parte de algunos, por sonar «extraños», aunque en esos casos lo fundamental es ver, según el académico, «si es una palabra que está bien construida y si es genuina del castellano», algo siempre preferible al uso de «anglicismos».

También generó muchas preguntas entre los hablantes la propia denominación de la enfermedad, la COVID-19, en ese caso por si debía usarse en femenino o en masculino; o la denominación del virus que la causa, el coronavirus, ambas, en este momento, fuera del diccionario.

«Lo habitual era una media de 45 millones de consultas al mes y estamos ya doblando esa cifra. No es de descartar que quizás dentro de poco se llegue a 100 millones de consultas al mes en todo el mundo», afirma Villanueva.

En resumen: No solo cumplimos con la solicitud de dar el recado a los “analfabetos” como pide el correo electrónico frankdavidsc1@gmail.com sino que también le brindamos las respuestas de los “analfabetos”.

 

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