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Amparada ancianidad (+ Fotos)

Pepe es hipertenso y vive solo; Mayra, diabética, convive con su hermana mayor que es cardiópata. Desde que anunciaron los primeros casos positivos a la Covid-19 en Cuba, sus miedos aumentaron. Ellos son parte de esa población de adultos mayores que presentan considerables riesgos ante la enfermedad.

 

Algunos asistenciados buscan sus propios alimentos en los SAF, a pesar de la insistencia y necesidad de que se queden en sus casas. Foto: Gretel Díaz Montalvo

 

Las dudas e interrogantes no faltaron, por supuesto. Pero varias soluciones tampoco se hicieron esperar. Y es que pensar nuevas maneras y cohesionar las voluntades de diferentes organismos fue la fórmula que se diseñó en Camagüey para que los más de 155 mil 500 personas que superan los 60 años de edad en el territorio, según datos del 2018, fueran protegidos.

Y es que esta provincia, ubicada entre las cinco del país con mayor proporción de adultos mayores en su población (poco más del 20%) no podía cruzarse de brazos. Se creaban los mecanismos para enfrentar la pandemia y, a la vez, cuidar a los que ya no podrían hacerlo solos.

 

Medidas diferentes, para tiempos complejos

Niurka Caballero asegura que mientras dure la lucha contra el coronavirus nadie quedará desamparado. Foto: Gretel Díaz Montalvo

Este grupo etario siempre ha sido el que mayor atención recibe, confirma Niurka Caballero Argilagos, jefa de Prevención, Asistencia y Trabajo Social en la Dirección Provincial de Trabajo y Seguridad Social. “Casi la totalidad de los adultos mayores se estudian periódicamente, ya que es el grupo más vulnerable y el que más ayuda y prestaciones de la asistencia social requiere en algún momento”, acota.

Desde la entidad, en tiempos con calma, se orquestan servicios vinculados con la atención a la familia, asistencia social a domicilio para los que viven solos y prestaciones monetarias para aquellos con ingresos bajos o nulos. Estos se mantienen también en medio de la lucha contra el nuevo coronavirus y crecen en beneficiarios.

“Nosotros no hemos dejado de trabajar, señala Caballero Argilagos, solo transformamos algunas cosas como la cantidad de personal en las oficinas y el apoyo de otras instituciones. Los trabajadores sociales, que son una parte esencial de nuestra función, rebasan apenas la cantidad de 320. Son insuficientes, pero aun así cumplen.

“Siempre hemos tenido un grupo considerable de adultos mayores que viven solos, pero que no necesitaban el servicio del Sistema de Atención a la Familia (SAF), el cual complementa la alimentación de la población de bajos ingresos a través de ofertas a precios asequibles. A ellos se les otorga cuidado de igual manera.

“Antes podían salir, buscar los insumos necesarios, pero la recomendación es que no lo hagan. Para evitarlo se crearon grupos conformados con trabajadores de otros sectores que requerían un cambio de labor y que se encargarían de llevar a las casas de esas personas alimentos, medicinas y todo lo necesario. Todavía estamos tocando puertas y atendiendo cualquier queja o sugerencia”.

Hasta marzo, cuando comenzó la batalla contra el coronavirus, en las 105 unidades de Comercio que se emplean como SAF en la provincia agramontina solo 910 personas recibían el servicio. Pero, ante las medidas de proteger a los adultos mayores, el número incrementó a seis mil 764.

“Tenemos cubiertas todas las capacidades establecidas para el servicio. Pero sabemos que queda una cifra igual de grande de personas que lo necesitan y que permanecen en espera. Ante esta realidad, el subgrupo del Consejo de Defensa Provincial relacionado con la alimentación determinó la entrega de módulos de alimentos para que, sin salir de casa, puedan elaborar su comida estos ancianos”, apuntó Caballero Argilagos.

 

Cambios de rutinas

Para Marilyn esta oportunidad la ha enriquecido profesionalmente.

Marilyn Buenavilla Sánchez es especialista en el departamento de Prevención, Asistencia y Trabajo Social en dicha institución. Hace unas cuantas semanas que no permanece en su oficina ni llena los papeles de siempre. Ella, como otros, fue de las escogidas para cambiar su función laboral en medio de la pandemia.

“A raíz de esta situación, cuenta Marilyn, me sugirieron que verificara los SAF del centro de la ciudad de Camagüey. Es poco el personal, así que manos amigas siempre vienen bien. Aquí ventilo cualquier queja que se presente, compruebo que se cumpla con el pesaje y la calidad de los alimentos, así como la mensajería. Este servicio se realiza con trabajadores de otras unidades gastronómicas y de otros sectores que le llevan a los asistenciados el desayuno, el almuerzo y la comida hasta las viviendas.

“Mi trabajo era de oficina y ahora camino más e interactúo con muchas personas, pero me siento satisfecha porque puedo comprobar que se cumpla con lo establecido y en cierta medida ayudo en esta batalla”.

Una de las unidades que supervisa Marilyn es el SAF La Colmena. Allí, la vida también ha cambiado. Según explicó Oslayda Navas Viamonte, administradora, para cumplir con la entrega de la alimentación los 12 trabajadores del centro decidieron laborar todos los días y no por turnos. “Este trabajo se logra así, apunta, entre todos. Los cocineros entran a las cuatro de la mañana para que ya a las 10 esté la comida y de inmediato los 11 mensajeros que nos apoyan trasladan los alimentos.

“Siempre se tenían medidas de higiene, pero ahora se duplicaron. Cuando llegamos se limpia todo y una vez concluimos las elaboraciones se vuelve a limpiar. Para entrar al centro hay que lavarse las manos y todos empleamos constantemente el nasobuco.

 

La higiene prevalece en La Colmena, porque como acotan los trabajadores, ellos atienden a un grupo poblacional de alto riesgo y hay que cuidarlos. Foto: Gretel Díaz Montalvo

 

“Todavía vienen algunos que viven cerca o familiares de los asistenciados a recoger los productos. No obstante existe un número reducido que se resiste a que se le lleven y prefieren continuar saliendo de las casas. Con ellos aún conversamos y les explicamos la importancia de cuidarse en estos tiempos”.

Las costumbres son difíciles de cambiar, sobre todo en adultos mayores, pero tras el esfuerzo de tantas personas, de tantas organizaciones de masas, lo justo sería trastocar ideas. Son momentos de protegernos entre todos.

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