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El jardinero cirujano víctima del apartheid

El primer trasplante cardíaco entre humanos se realizó en la Ciudad del Cabo, Sudáfrica.

La historiografía médica y la prensa le dieron todos los créditos a un joven médico de piel blanca, el doctor Christiaan Barnard. Otro protagonista de esta épica intervención quirúrgica, Hamilton Naki, quien con manos expertas fue el encargado de extraer el corazón de la fallecida, no fue mencionado.

Él, por su condición de negro, en un país donde imperaban las reglas del apartheid, tuvo que conformarse con el anonimato.

Nacido en una familia pobre, sus padres a fuerza de trabajar la tierra pudieron pagarle los estudios primarios donde aprendió a leer y a escribir. A los 18 años consiguió trabajo como jardinero en la Universidad del Cabo. Un día fue llamado al laboratorio experimental para sujetar a una jirafa que iban a operar, los médicos quedaron sorprendidos con sus habilidades manuales y le invitaron a formar parte del personal del laboratorio.

Naki inicialmente limpiaba la jaula de los perros y los cerdos, luego aguantaba a los animales, después los anestesiaba; más tarde se hizo cargo de los cuidados postoperatorios y suministros de medicamentos, hasta que terminó operándolos.

Con su trabajo esforzado y de forma autodidacta se convirtió en cirujano, y realizó trasplantes de órganos en mandriles, cerdos, perros, conejos y pollos.

Al cabo de los años ya Naki era un experto en el quirófano, aunque solo conocido por los que compartían labores con él;  para la ley era el jardinero.

En el Hospital Groote Schuur se creaban las condiciones para realizar trasplantes cardíacos, su líder Cristiaan Barnard solicitó a los directivos incorporar a Naki al selecto equipo. Se le dio permiso, no sin antes aconsejar a Naki que mantuviera su papel en secreto porque él era negro, y las leyes del apartheid le prohibían cortar carne blanca o tratar con sangre blanca.

En la tarde del 2 de diciembre de 1967, Denise Darvall, joven sudafricana, fue atropellada por un auto, recibió un traumatismo craneoencefálico grave y se convirtió en donante de órganos. Al activarse el equipo de trasplantes, Barnard llamó con urgencia al único asistente del que no podría prescindir: Hamilton Naki.

Fue Naki quien realizó la extracción del corazón para entregárselo a Barnard que en otro salón de operaciones preparaba al paciente receptor. Nueve horas duró todo el proceder quirúrgico y el 3 de diciembre la prensa dio la sensacional noticia; por primera vez un corazón humano había latido en dos personas, dentro de la joven que falleció en el accidente y dentro del tórax de Louis Washkansky, paciente diabético, fumador, que estaba a punto de morir por una insuficiencia cardíaca.

Todos los méritos de este primer trasplante cardíaco fueron otorgados a Barnard; si por descuido en alguna fotografía publicitaria Naki aparecía, las autoridades hospitalarias se apresuraban en declarar que se trataba de un jardinero sonriente.

Años después, sin ningún rencor, diría el jardinero cirujano: “Si hubieran publicado mi fotografía, habrían ido a la cárcel. Así eran las cosas en aquel entonces”.

Hamilton Naki nunca reclamó por las injusticias acumuladas durante su vida, era agradable en sus relaciones y siempre regalaba una sonrisa. Se jubiló en 1991, con una baja pensión de jardinero, quizás no conocía que el sistema racial sudafricano estaba próximo a desaparecer.

En 1993 el Parlamento aprobó una Constitución en la que ponía fin a la política segregacionista racial del apartheid, y en 1994 Nelson Mandela se convirtió en el primer presidente negro del país sudafricano.

Creadas las condiciones que permitían reconocer a los negros, Naki recibió dos importantes distinciones: el Doctorado Honorario en Medicina por la Universidad de Ciudad del Cabo y la Orden Nacional de Bronce Mapungubwe.

Falleció el 29 de mayo de 2005, por un infarto cardíaco, tenía 78 años.

En el día de África, y a escasas horas de conmemorar el 15 aniversario de su desaparición física, vale el tributo a este trabajador incansable, víctima del apartheid, que con férrea voluntad pasó de jardinero a eminente cirujano, pionero del trasplante cardíaco.

Del autor: * Doctor en Ciencias Médicas. Académico Titular de la Academia de Ciencias de Cuba. Neurocirujano del Hospital Provincial Clínico Quirúrgico Docente Saturnino Lora de Santiago de Cuba

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