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La porcinocultora del lomerío (+ Fotos)

Cuando la alborada comienza a despuntar entre montañas, siempre encuentra con las manos en la masa porcina, a Yamilé Oria Hernández.

Quien madruga como Yamilé recibe la ayuda de la masa porcina bien atendida. Foto: Alina Valenzuela García

Si alguien pudiera sorprenderse fuera por no verla preparando el café antes del amanecer. La madrugada es testigo del aroma de la infusión cocinada con biogas o combustible que se obtiene mediante descomposición de desechos de tipo orgánico por vía anaeróbica.

El nieto Miguel Alexis también quiere ser campesino. Foto: Alina Valenzuela García

Y es que en la finca de la guajira de Florencia, como la conocen en el homónimo municipio montañoso, situado al noroeste de la provincia de Ciego de Ávila, nada más desaprovechan el grito de los cerdos.

Felipe, su esposo, construyó un biodigestor y les resulta más económica la cocción de los alimentos en el hogar.

Esto es lo máximo para la mujer del campo», afirma Yamilé y argumenta: «el excremento proveniente de la cochiquera, luego del proceso de biodegradación en el equipo, se convierte en el sustituto del gas licuado que antes su consumo nos representaba un gasto al año de 5 mil pesos».

La alternativa de ahorro fue mostrada en un evento de porcinocultura tropical. Además, la propietaria de la finca Las Margaritas explicó en el encuentro todo lo que es capaz de hacer una familia con los pies afincados a la tierra,  en la Cooperativa de Créditos y Servicios Delfin Luis Paz.

Después de casi dos décadas en el sector del Comercio y la Gastronomía, decidió probar suerte y la tuvo. «Como siempre me han gustado los animales, decidí cambiar de oficio para serle más útil a mi familia y aportar más en la producción de alimentos para el pueblo.

«Fui ganando conocimiento e incrementando la cantidad de cerdos hasta llegar a 200, cifra que mantengo en los convenios con la entidad porcina, hago dos contratos en el año.

Los frutales son asistidos con productos agroecológicos. Foto: Alina Valenzuela García

«¿La comida para cebarlos?, el 70 por ciento está previsto en esa contratación, el 30 lo garantizamos en la finca cosechando yuca, boniato, maíz; hacemos ensilado con viandas, a partir de las enseñanzas trasmitidas por especialistas del Instituto de Investigaciones Porcinas, de La Habana».

Allí la gestión del conocimiento tiene profundas raíces. «Nada le es ajeno a mis hijos, la hembra es médica veterinariana y el varón técnico medio en agronomía, quienes me ayudan a expandir lo aprendido porque nuestra área ha sido declarada finca-escuela, la cual forma parte del proyecto internacional Conectando Paisajes, dirigido en nuestro municipio a la conservación de los ecosistemas montañosos».

Además de cómo manejar la masa ganadera dentro y fuera de los corrales, en Las Margaritas también se aprende a usar, como abono orgánico, las excretas del rebaño, tratadas en el biodigestor, en las tres hectáreas dedicadas a los frutales.

Tal soporte de inteligencia sobre agricultura familiar se ha extendido a las ferias porcinas en Rancho Boyeros, y en junio de 2019 se conocieron en el VII Congreso Continental de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC), el cual se efectuó por primera vez en el Caribe, con Cuba en calidad de sede.

La campesina participa en el proyecto nacional de rescate, conservación y mejora del cerdo criollo. Foto: Alina Valenzuela García

La bondad de la porcinocultora demuestra cuan emprendedora es la mujer rural en tiempos del Coronavirus, y tan valiente en la defensa del medio ambiente para proteger los recursos naturales de Florencia, el municipio de la bellos paisajes en la geografía de Ciego de Ávila.

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