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Para ser enfermera hay que amar lo que se hace

Quien las conoce hoy con el andar cansado, con las manos un poco torpes y las energías menguadas, no imaginan las agilidades, las destrezas, las agallas que las caracterizaron en su tiempo. A las Xiomaras las unió la profesión y el profundo amor por un oficio que se basa en servir al que lo necesite.

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Xiomara Solís Cruz. Foto: Gretel Díaz Montalvo
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Xiomara Gil García. Foto: Gretel Díaz Montalvo
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Ambas son enfermeras y dedicaron unas cinco décadas de su vida a atender, a cuidar; ayudaron a traer alegrías en forma de llantos; se sacrificaron por otros totalmente desconocidos; lloraron y sintieron miedo; fueron valientes.

Pero no hay arrepentimientos, dicen, porque también cuentan con la alegría de haber formado a muchos de los enfermeros camagüeyanos que actualmente luchan contra la mCovid-19 en estas llanuras y en diferentes lares del mundo.

Luego de tantos años de entrega Xiomara Solís Cruz solo habla de orgullos por lo vivido. “Cuando atendía los pacientes con dengue y conjuntivitis hemorrágicas, rememora, me enfermé. Pero no he sido la única, muchas de mis colegas han sufrido esos gajes del oficio y otros.

“Es por eso que siempre digo que si vas a estudiar enfermería debes amarla. Este es un trabajo para personas con mucho humanismo porque es una vida de servicios, de ponerse en el lugar del otro. No tenemos cumpleaños, ni fines de año; se es enfermera las 24 horas del día”.

Para la otra Xiomara, la apellidada Gil García, lo primero que debe ser una enfermera es responsable. “Sin un alto valor humano, sin sensibilidad o sin un fuerte sentido de la profesión no puede formarse un enfermero. Y es que cuando se trabaja no se piensa en uno, sino en el deber, en el que depende de ti”.

Ahora, en el reposo de la jubilación, ellas no descansan. Desde el 2006 asumieron un proyecto que les ha regalado hasta un Premio Provincial del Citma. En la enseñanza de la enfermería existe una asignatura relacionada con la historia de la profesión. Pero ellas pensaron en llevarla más allá.

“La materia estudiaba mucho a personalidades extranjeras, así que cambiamos un poco para que se vinculara además con jubilados locales. Fue así que surgió Mi encuentro con la historia. Es un momento para que estudiantes y jubilados de enfermería dialoguemos sobre la carrera, las experiencias, las motivaciones, las virtudes que nos forman”, aseveró Solís Cruz.

Pero como agrega Gil García, es también un espacio para homenajear a esos que por años laboraron como enfermeros, vieron nacer niños o morir a alguien, dieron mucho para cuidar a otros.

 

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