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Antonio Guiteras: guía e inspiración

Pródigo en revolucionarios de extraordinaria valía lo fue el siglo pasado en la historia de Cuba y de manera especial aquella pléyade denominada la Generación de los años 30.

A esa hornada pertenece el líder antimperialista Antonio Guiteras Holmes, cuyo ímpetu de combate y agudeza política lo convirtieron en  un verdadero hombre de masas que alcanzó el perfil de leyenda.

El 8 de mayo de 1935 libró su último combate. La delación de un traidor condujo a un contingente de soldados hasta El Morrillo, un otrora fortín en la costa norte de la provincia de Matanzas. Allí  junto a su amigo el revolucionario venezolano Carlos Aponte y un grupo de combatientes aguardaban un yate para salir de Cuba hacia tierra azteca con el fin de preparar una expedición armada con la cual emprender la lucha guerrillera en el oriente cubano.

El impulso que movió su vida lo trajo desde el seno hogareño con ancestros independentistas. De ahí proviene la proyección de aquella imagen suya, la del pertinaz luchador, del conspirador que enfrentó arma en mano a la tiranía de Gerardo Machado.

Guiteras fue la figura política que, tras la caída de ese régimen, dio continuidad al legado revolucionario capaz de enfrentar las injusticias de los regímenes corruptos y, al mismo tiempo, dar la batalla a la injerencia de Washington en aquella frustrada república surgida bajo ese signo.

En el llamado Gobierno de los 100 días asumió la Secretaría de Gobernación y estableció leyes y medidas de alcance populares, entre ellas la intervención de la Compañía Cubana de Electricidad, estocada frontal contra el llamado «pulpo eléctrico», de propiedad estadounidense.

Su accionar y la transparencia de las ideas expresadas en la organización revolucionaria Joven Cuba estaban encaminadas a instituir en el país un sistema económico diferente al capitalismo.

En tal sentido sentenció  que “para que la ordenación orgánica de Cuba en nación alcance estabilidad, precisa que el Estado cubano se estructure conforme a los postulados del socialismo”.

La falta de unidad entre los revolucionarios, las intrigas de la embajada yanqui y de los traidores como el sargento devenido coronel Fulgencio Batista, dieron al traste con el Gobierno de los 100 días, el 15 de enero de 1934. Sobre aquel episodio Guiteras escribió: “Fracasamos porque una Revolución solo puede llevarse adelante cuando está mantenida por un núcleo de hombres identificados ideológicamente, poderoso por su unión inquebrantable, aunados por los mismos principios”.

El clandestinaje y los preparativos de una expedición caracterizaron desde ese momento el quehacer del líder antimperialista.

Su batallar recibió del Comandante Ernesto Che Guevara la calificación de “más puro precursor antimperialista y guerrillero cubano”.

Breve fue su existencia. Al decir del combatiente internacionalista Pablo de la Torriente Brau, Antonio Guiteras “tuvo, arrastrado por su fiebre, el impulso de hacerlo todo. E hizo más que miles. Y tenía el secreto de la fe en la victoria final».

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