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Canto de triunfo y esperanza

Corrían los días finales de marzo de 1961 y Lázaro Peña organizó una comisión para impulsar la campaña pro Primero de Mayo en los medios de comunicación, la que se encargaría asimismo del engalanamiento de la Plaza de la Revolución y otros detalles.

En la Plaza de la Revolución José Martí, en La Habana, la banda y el coro de la Central de Trabajadores de Cuba, los que en cada celebración entonan las notas del Himno del Primero de Mayo. Foto: Eddy Martin

Cuba era por aquellos días un verdadero hervidero. Dueños de su destino, por doquier, hombres y mujeres curtidos por duros años de trabajo, milicianos todos, fusil al hombro. La batalla de Girón sobrevendría días después y ya en las jornadas previas al Primero de Mayo aparecía en la revista Bohemia la letra de una marcha que sería cantada por primera vez durante el desfile. Nada se hablaba del autor ni del creador de la música. Solo señalaba: Letra y música: CTC-Revolucionaria.

Pocos datos se archivan al respecto. Ni en el Instituto de la Música, el Centro de Investigaciones de la Música Cubana ni en el Departamento de Música de la Biblioteca Nacional José Martí. Indagamos, y alguien recordó que la autoría correspondía a una mujer y la música a un trabajador del archivo del ICR, hoy ICRT. Una información en la Red de redes nos hizo revivir el optimismo: Eduardo Saborit, creador de la inmortal ¡Cuba qué linda es Cuba!, era también autor de un Himno del Primero de Mayo. Pero no.

Las creadoras

Nació como idea de tres mujeres intelectuales, no precisamente compositoras musicales. Iris Dávila, escritora y periodista; Odilia Romero, directora de programas en el ICR; y Ondina Pérez, jefa de Divulgación de la Empresa Cubatabaco. Siempre vestidas de milicianas, formaban parte del grupo creado por Lázaro Peña.

Años después Odilia narró: “Nadie había pedido una marcha; la idea partió de nosotras, pues la creíamos necesaria al espíritu y significado del momento. Y ahí mismo nos cayó la responsabilidad de buscar a las personas adecuadas para componerla”.

Trataron de localizar al músico y compositor Eduardo Saborit y al poeta Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, reconocidos en su quehacer artístico y de indudable estirpe revolucionaria, pero estaban en otras provincias, en el apogeo de la Campaña de Alfabetización.

El tiempo apremiaba y no les quedó otra opción que asumir ellas la misión. Ondina tarareaba la melodía y sus compañeras Iris y Odilia redactaban la letra. “Las ideas nos brotaban solas…eran parte de nosotras mismas, de las razones revolucionarias de vencer o morir”, recordaron años después.

Finalmente, Eduardo Saborit sí pudo evaluar la creación y decir con entusiasmo: “El pueblo la cantará a pleno gusto y eso es lo importante”.

El Himno al Primero de Mayo se escuchó por primera vez justo ese primer día de mayo de 1961, mientras un largo mar de pueblo, enfundado en sus trajes de las Milicias Nacionales Revolucionarias, celebraba la fecha y saludaba a sus líderes en la Plaza de la Revolución.

Su letra, grabada a coro y orquesta, ha estado presente desde entonces en cada concentración o marcha a lo largo y ancho del país en el Día Internacional de los Trabajadores, aunque, según aislados reportes, existió otro himno vinculado a los trabajadores en la etapa transcurrida entre los años 1925 y 1940.

La letra

Primero de Mayo… Día del trabajo/ dame tu mano, trabajador/ Unidos todos, codo con codo/ ¡ya dirigimos nuestra nación!/ No importa el sacrificio/para el trabajador,/ mientras más nos agredan/ más será nuestro ardor./

Estudio… Trabajo… Fusil…/ Nuestras armas en la lucha por la paz/. Venceremos… Venceremos…Venceremos…/ Unidad… Unidad… Unidad./

Primero de Mayo, Día del Trabajo/ Fiesta del mundo trabajador./ Unidos todos, codo con codo/ ¡Será más fuerte nuestra razón!/ La lucha nos enseña/ la táctica mejor./ Unidos venceremos/ a cualquier agresor./

Estudio… Trabajo… Fusil…/ Nuestras armas en la lucha por la paz./ Venceremos… Venceremos… Venceremos…/ Unidad… Unidad… Unidad./

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