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Primero de Mayo: la diferencia a favor

Es fácil advertir lo diferente entre tanto tiempo acostumbrados al Día de las Madres o de los Padres, celebrados siempre «por todo lo alto» y para engrandecer a quien correspondan esas 24 horas.

 

Para nosotros los cubanos un punto algo notorio de la sociabilidad, calurosos y efusivos hasta el no cansancio, será difícil no poder encontrarnos en las calles y celebrar tantas cosas, estar juntos toda la familia y compartir orgullos profesionales y entidades.

Pero este Día Mundial del Proletariado reserva otras particularidades. En Guantánamo, por ejemplo, no dejarán de hacer sus labores los más de 13 mil trabajadores que se trasladan en ómnibus para asegurar los servicios imprescindibles de la salud, el comercio y la producción de alimentos en tiempos de la Covid-19; o los 60 mil que se acogieron al trabajo a distancia para ayudar a descongestionar los centros laborales y prevenir el contagio.

Sin dudas, será una jornada diferente: tendrá a los maestros que desde sus hogares y por teléfono también asesoran y orientan a sus estudiantes, o quienes asisten a los extranjeros que no pudieron volver a sus países y cumplen cuarentena en los edificios de becas de Medicina, Minería, Metalurgia u otras carreras, los miles de trabajadores de la cultura o el turismo como voluntarios en centros de aislamiento o envasando hipoclorito para las farmacias, llevando la canasta básica y otros servicios a personas que viven solas, o las seños del círculo infantil que aún laboran por niños hijos de padres médicos y enfermeros.

Nunca la fecha tuvo tantos desafíos para salir adelante, para defender la causa altruista de luchar por otros, haciendo por sí mismos por los demás.

Jamás fue tan absoluto brindar apoyo y la teoría del «concurso de todos». Y en una contingencia cada vez más prolongada y sufrible llegaron incluso hasta espacios de ayuda psicológica gratuita a través del teléfono.

Hace unos días acá donde vivo supe que murió de un ataque al corazón una activísima jubilada del sector educacional. No la conocía, pero la admiré más cuando supe que en sus últimos horas le desveló que la cuarentena pudiera echara a perder el Tercer Perfeccionamiento del sistema en el país, objetivo esencial de que cada niño aprendiera al mismo nivel aunque viviese un contexto diferente; que este duro momento no estropeara a los maestros la posibilidad de ayudar a cada alumno a superar las dificultades para ser mejor.

Y es que de estos alientos que consagran la voluntad a otros también se hará este Primero de Mayo. El mismo de una madre soltera trabajadora y su realidad en lo que hace unos días una colega llamaba «mayor sobrecarga doméstica y financiera sobre los hombros». Y entiéndase que aquí al mencionar al género están las cuentapropistas que vieron cerrar los negocios donde estaban contratadas o que fueron aisladas para proteger su salud por presentar edades de riesgo y enfermedades vulnerables, pero que el Gobierno cubano ha provisto de todo tipo de garantías.

Por esas y tantas razones, desde ese remanso de paz y resguardo que suponen las casas celebraremos la diferencia no bendita, como le escuché decir a alguien, sino a favor, de ese día uno que nunca olvidaremos.

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