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Con la fuerza de un país

Las plazas del país no tendrán este primer día de mayo nuestro paso alegre y festivo. No habrá música, desfiles. Tampoco tribunas ni banderolas. El 2020 nos reservó para esta fecha la quietud de la casa, el acompañamiento de la familia y solo saldrán a caminar, a trabajar, a seguir empujando el país, los imprescindibles de hoy.

Foto: José Raúl Rodríguez Robleda

Los quijotes de las fábricas e industrias, transportistas, periodistas, policías, panaderos, gastronómicos… Y los guardianes de la vida de verde y blanco. Esperanza y paz. Optimismo y pureza. Infinidades de veces encabezaron desfiles. A la orilla de una cama o en una sala de terapia intensiva, encabezan en estas horas el combate sanitario más difícil en lo que va de siglo XXI.

Sus almas generosas, su sacrificio y entrega de 14 días en la zona roja de peligro, a riesgo de su propia vida, definen hoy la supervivencia de todos frente a una pandemia, ante un virus que por más oxígeno robado no podrá adueñarse, arruinar o enterrar los sueños de mi Cuba, nuestra Cuba. Solo posponerlos o aplazarlos.

Foto: José Raúl Rodríguez Robleda

Una nación también es eso. Capacidad de reinventarse y sobreponerse. Deseos de crecer con sus propias fuerzas. Así lo hemos aprendido por cerca de 60 años ante un bloqueo marca Trump ahora, marca Kennedy, Reagan o Bush ayer, marca brutalidad siempre.

Fidel nos enseñó a enfrentar esa absurda política y resumió genialmente hace 20 años la semilla que nos habita para hacerlo. Revolución es sentido del momento histórico. Y hemos cambiado lo que debe ser cambiado. Y falta más, sobre todo para llegar a esa economía próspera y sostenible, lejos de cualquier consigna o emulación sin fijador.

El Día Internacional de los Trabajadores está dedicado este 2020 a la vida. Sin ella es imposible construir, servir, investigar, comunicar y hacer. De cubano a cubano, la hora es de cuidarse para cuando todo pase regresar a las plazas y abrazarnos sin poses de fotos. Abrazarnos con la fuerza inefable de una madre cuando recibe a un hijo. Y con la fuerza de un país lleno de héroes anónimos que quizás no lean esta crónica por estar ahora mismo empujándolo.

 

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