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¡Hasta siempre, compay!

¡Hasta la vista, compay! —así se despide Elpidio Valdés en cada uno de sus animados. Hablamos en presente, porque el valeroso mambí creado por Juan Padrón se ganó hace mucho la inmortalidad.

 

Es, indudablemente, el más emblemático de los personajes de animados e historietas en Cuba. Un símbolo compartido por generaciones completas Fue, es y será un fenómeno popular. Una y otra vez Juan Padrón habló de su más célebre obra, una criatura que no se asume perfecta, pero que reúne el ímpetu, la sensibilidad, el patriotismo que quisiéramos para los niños cubanos. Y al mismo tiempo, Elpidio es simpático, divertido, audaz, dicharachero… En definitiva, es un ejemplo, un modelo, inspiración. Lo que se supone que debería ser un héroe infantil.

Bastan Elpidio Valdés y todos los personajes que lo acompañaron en tantas aventuras (los buenos y los malos, los grandes y los pequeños) para garantizarle la trascendencia al hombre que los trajo al mundo. Pero Juan Padrón fue pródigo. Mucho hizo reír con sus vampiros, otra de sus maravillosas obsesiones. Vampiros en La Habana, el largometraje producido en 1985, fue un hito de la animación cubana, otro clamoroso éxito de público. De hecho, la gente hizo suyas muchas de las frases de la película.

Es que los animados de Padrón son graciosos, ingeniosos, dinámicos… pero primero que todo son cubanos. Él tuvo el talento de aprehender las esencias de su pueblo, de recrearlas en historias universales. Tuvo también la capacidad de crear un estilo, perfectamente reconocible en el panorama de la animación y la historieta. Sus inspiraciones y referentes fueron muchos (el patrimonio de ese arte es riquísimo), pero él fue un artista original.

Más que un estilo: lo de Juan Padrón fue una escuela. Y varias promociones de historietistas y animadores cubanos lo consideran el gran maestro.

El legado de Juan Padrón es grande. Las historias que contó a lo largo de tantas y tan fructíferas décadas han marcado a millones de cubanos. No es una exageración: son millones los que las han disfrutado, los que han hecho suyas esas historias. Gran privilegio hacer reír a un pueblo. Mucho más si al reír aprende, se afianza en sus raíces y sus valores.

Juan Padrón es uno de los grandes de nuestra cultura. Cuba lo honró con muchos reconocimientos, que recibió siempre con proverbial modestia. Pero él entregó más. Honró nuestras gestas y nuestra identidad con criollísimo humor, promovió desde su obra raigales valores, enriqueció el patrimonio fílmico de la nación.

Juan Padrón se despide hasta la vista, que no es una despedida definitiva. Seguirá cargando al machete todos los días, enérgico y vital, junto a la tropa de su Elpidio Valdés.

Envía Díaz-Canel condolencias por el fallecimiento de Juan Padrón

Miguel Díaz-Canel, Presidente de la República de Cuba, envió hoy a través de la red social Twitter, sus condolencias por el fallecimiento, en horas de la madrugada de hoy, del destacado realizador y caricaturista Juan Padrón, a causa de una grave afección pulmonar.

Díaz-Canel calificó de genial la obra artística de Padrón, creador del más importante dibujo animado cubano, Elpidio Valdés, obra que ha trascendido por generaciones como compañía indiscutible de la cotidianidad de los cubanos, «por insurrecta, por mambisa, por patriota», tuiteó.

 

Juan Padrón (1947-2020), Premio Nacional de Humor 2004 y Premio Nacional de Cine 2008, participó como jurado o con sus obras en numerosos festivales alrededor del mundo, fue profesor de la Universidad de las Artes e impartió conferencias y cursos sobre animación en ciudades de Europa y talleres sobre guión gráfico en varios países de Latinoamérica.

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