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SS Saint Louis: bajo presión yanqui Cuba le dio la espalda a 909 refugiados judíos en 1939

Esta es la desgarradora historia de los 937 pasajeros del trasatlántico SS Saint Louis, que para escapar de la persecución de los nazis decidieron viajar a La Habana, para luego trasladarse a Estados Unidos, pero al arribar a puerto cubano, por presión del gobierno yanqui les fue denegado desembarcar.

 

 

El SS Saint Louis saliendo del puerto de La Habana el 2 de junio de 1939, cuando le negaron desembarcar a los refugiados judíos. Foto: Revista Carteles

Los pasajeros en su mayoría eran familias judías que con la llegada del partido nazi al poder comenzaron a ser hostigadas: Les quemaron las sinagogas y sus propiedades, eran vejados constantemente y, además, corrían el riesgo de ser detenidos únicamente por ser judíos.

 

Se embarcaron en el puerto de Hamburgo 937 judíos que huían de la represión de los nazis. Foto: Tomada de Internet

 

También viajaban cuatro españoles y dos cubanos que no eran judíos. Casi todos portaban sus visados en regla expedidos por la Embajada de Cuba en Berlín a un costo de 200 ó$300 dólares cada uno, una fortuna en aquella época.

 

Los pasajeros del SS Saint Louis viajaban con la ilusión de llegar a Cuba y luego a Estados Unidos, pero eso no ocurrió. Foto: Tomada de Internet

 

El SS Saint Louis zarpó del puerto de Hamburgo el 13 de mayo de 1939. Gisela Felman tenía 15 años cuando se embarcó en aquella desconocida aventura y: «se acuerda de su padre suplicando a su madre que le esperase pero ella era tenaz y siempre le respondía: Tengo que llevarme a las niñas por seguridad».

 

Las familias disfrutaron del viaje sin sospechar que serian rechazados en Cuba, en Estados Unidos y en otros países latinoamericanos. Foto: Tomada de Internet

 

«Así que, armadas con visas para Cuba adquiridas en Berlín, 10 marcos alemanes en su bolso y otros 200 escondidos en su ropa interior, se dirigieron hacia Hamburgo y el St Louis».

 

Los habaneros se mostraron muy solidarios con los inmigrantes judíos. Foto: Tomada de Internet

 

La travesía transcurrió con la normalidad acostumbrada en los buques de pasajeros. Juegos, bailes, cenas paseos por cubierta y que su capitán Gustav Schroder mantuvo para que las mujeres, los hombres y los niños, disfrutaran de las comodidades a bordo, a sabiendas de conocer que esas familias habían sufrido bastante en tierra alemana.

Por fin el 27 de mayo el SS Saint Louis arribó al puerto de La Habana donde fondeó. Todo estaba listo para que los pasajeros desembarcaran. Pero grande fue la sorpresa cuando las autoridades se presentaron a bordo de la nave y le informaron al capitán que nadie podía desembarcar.

Los inmigrantes judíos desconocían que ocho días antes de zarpar el buque de Hamburgo, el entonces presidente de Cuba Federico Laredo Bru, presionado por los yanquis había denegado los permisos de desembarco mediante un decreto. Ahora para entrar a Cuba era requisito contar con una autorización de la Secretaría de Estado y otra de la Secretaria del Trabajo y pagar un bono de $500 dólares a excepción de los turistas.

 

El SS Saint Louis en el puerto de Amberes, Bélgica, luego de haber navegado casi un mes por América Latina sin lograr que algún país los aceptase a sus pasajeros. Foto: Tomada de Internet

 

Por supuesto, los refugiados judíos no podían cumplir con las nuevas normativas de entrada al país porque habían abandonado Alemania dejando lo poco que les quedaba de valor. Y ahora no tenían consigo nada de valor, solamente contaban con sus vidas.

Únicamente 28 pasajeros pudieron desembarcar sin problemas, entre ellos los cuatro españoles y los dos cubanos.

El SS Saint Louis permaneció en la rada habanera casi una semana mientras se negociaba como si fuera una mercancía más la vida de los 909 refugiados judíos. Huían del nazismo y los atrapaba el capitalismo.

El 2 de junio el presidente Laredo Bru conminó al capitán Gustav Schroder, a que abandonara el puerto de La Habana. Cuando el barco realizaba las maniobras de salida, miles de habaneros acudieron a despedirlos a ofrecerles su solidaridad y de este modo expresarles que el pueblo cubano estaba con ellos.

El barco zarpó escoltado por dos lanchas de la Marina de Guerra y puso rumbo a la Florida, pero allí se negaron a recibirlos al igual que en Puerto Rico. Entonces el capitán telegrafió a las autoridades de Canadá, Honduras, Venezuela, Ecuador, Chile, Colombia, Paraguay, y Argentina, entre otros países para persuadirlos de que acogieran a los inmigrantes judíos, pero todos le negaron la entrada.

A casi un mes de su salida de Alemania el SS Saint Louis tuvo que poner rumbo a Europa y tras largas conversaciones algunos judíos fueron aceptados por Gran Bretaña, Holanda y Francia, confinándolos en campos de internamientos. El resto de los pasajeros desembarcó el 17 de junio de 1939 en Amberes, Bélgica.

El epílogo de esta desgarradora historia se remonta a la invasión alemana a Europa occidental en mayo de 1940: aproximadamente 670 refugiados del SS Saint Louis fueron atrapados por los nazis y murieron en campos de concentración. Unos 240 sobrevivieron a años de hambre, maltratos y trabajos forzados. (Tomado de Granma)

Fuentes:
Revista Carteles, 11 de junio de 1939
Juventud Rebelde, 29 de marzo del 2009

 

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