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Enma, la Heroína de un deber interminable

De 72 años años vividos se puede contar mucho, sobre todo si se han dedicado a ese oficio de alborada que es educar, llamado así por alguien que existe para dar luz a los demás.

 

Enma Gago Pérez,  junto al Título de Heroína del Trabajo de la República de Cuba y con La Fama, símbolo de la ciudad de Guantánamo. Foto: Cortesía de la entrevistada

 

Los días de Enma Gago Pérez hablan de ese estimulante más allá del mero contribuir a mejorar hombres: del aporte íntimo a lo de todos, el compromiso, o esa implicación vehemente al cambio social que la convirtieron en Heroína del Trabajo de la República de Cuba.

Tal vez por eso, cuando dialogas con ella, piensas si acaso realmente son 72 de vida los que tiene. Te paralizan su ternura, las palabras coherentes y de fundamento y la energía,… esas ganas de hacer más y hacerlo bien.

Cuando conversamos, una música desapacible nos retumbaba en los oídos, -ojalá no se me tome esta como violación del procedimiento para una buena entrevista-, lo cual sería justo, pues la interpelada jamás se quejó de la dificultad para escucharme; su sonrisa agradable y su actitud oportuna, en cambio, invitaban a continuar.

La familia fue el primer tema, dos hijos (un varón y una hembra menor, más sus cinco nietos). Habla con orgullo y amor de las horas con ellos y cuánto les agradece y debe por haber dividido el tiempo de criarlos con el del trabajo.

Le tocó la suerte de las madres solteras y en vez de humedecerla en un pañuelo o decidir a cara o cruz, eligió ella misma.

Nunca más se casó y cree que de haberlo hecho hubiera logrado lo mismo: pues nada ni nadie le iba a arrebatar su sueño…

Así habla una mujer criada entre seis hermanos, primos y tíos en una casa de toda la familia y con la égida de sus abuelos.

Mientras me cuenta, parece viajar a aquel remanso que hasta con los ojos evoca, allá en La Unión, un barriecito del municipio Yateras en la provincia de Guantánamo donde vivió hasta los 12 años.

¿Cómo era su ambiente familiar?

En mi pueblo natal no hubo una escuela hasta que triunfó la Revolución en 1959 y con nueve años conocí una de verdad, aunque ya tenía algunas nociones, pues en la casa mi abuela Paula nos enseñaba y mi mamá que fue la primera alumna de su madre.

Al cumplir los 12 años ya leía correctamente y la ilusión por lo que significaba aprender cada día me empujó siempre hacia los mejores resultados.

Fue así que llegué a la ciudad de Guantánamo, donde mi familia me envió por mayores oportunidades. Estudié en el centro Carlos de La Torre en el quinto grado ya con 17 años, y en la secundaria Pedro Agustín Pérez por la noche, pues ya estaba pasada de edad y debía ganar tiempo.

Con esa edad ya debía estudiar una carrera y elegí ser maestra porque me gustó desde niña. Cuando jugaba siempre era la maestra: mis hermanos y primos eran mis alumnos, jugábamos en el matorral en una mata de enredadera y yo era feliz.

¿Fue la única maestra que salió de aquellos juegos en el matorral?

No, para nada.Una de mis primas, Rosa, se hizo maestra y cumplió misión en Nicaragua, mientras tres de mis hermanos también estudiaron para profesores, pero las organizaciones políticas y de masas los captaron  y se dedicaron a ejercer como dirigentes hasta hoy.

¿Y sus padres?

Mis padres eran campesinos. Lo primero que me inculcaron fue la honradez, la rectitud. Mi madre, que aún vive -tiene 92 años- me enseñó que solo el trabajo garantizaba el bienestar de las personas y a batallar mucho para salir adelante.

¿Cómo se inició en el magisterio?

Convocaron a unos cursos para formar maestros primarios destinados a la zona de la montaña y ahí me alisté. Me fui a trabajar a Yateras. Regresé a mi tierra natal: había mucho por hacer allí.

Mientras trabajaba, fui haciendo la carrera. Me ocupé en Yateras varios años, desde el 66 hasta aproximadamente el 69, luego cuando  la unificaron con Segundo Frente regresé a la ciudad de Guantánamo.

La primera actividad en la que participé fue como jefa de un grupo de enumeradores en el primer Censo de Población y Vivienda.

Luego fui de maestra de quinto grado a la escuela José Martí, en el departamento de Letras. Cada día me superaba y participaba en concursos, iba a otras provincias, recuerdo que estuve en Minas de Frío en uno de los cursos iniciadores.

Pasé por otras escuelas, también de maestra porque me movían mucho por misiones del Partido. Desde los 22 años me hicieron el proceso para ingresar a las filas del Partido Comunista y siempre me tocó fortalecer los procesos de enseñanza en cada uno de los centros. Toda esa labor la hice con mis hijos pequeños, con el apoyo de mi familia, mi mamá, mis cuñadas, mi suegra, gracias a ellos no dejé de trabajar ni un momento.

¿Cómo llegó a ser Heroína?

Me trasladaron de maestra para el seminternado Conrado Benítez, allí estuve dos cursos y unos años después retorné como directora desde el 81 hasta el 2005.

 

Enma, (primera de izquierda a derecha) junto a las principales autoridades políticas y de gobierno en la provincia durante el inicio del desfile martiano del 28 de enero de 2020. Foto: Cortesía de la entrevistada

Esa fue una escuela que marcó mi vida: obtuvo la condición de Vanguardia Nacional durante más de 15 años consecutivos, Centro de Referencia, Bandera de Honor de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), con alto prestigio académico y uno de los seminternados de primaria más grandes de todo el país: una matrícula de más de dos mil niños de primero a sexto grados.

Recuerdo que ganamos incluso dos viajes a Varadero con maestros y alumnos destacados.

Y estando en ese colectivo, en el año 2002 recibí el Título de Heroína del Trabajo de la República de Cuba. Había resultado Vanguardia Nacional por 11 años consecutivos. Fui seleccionada para dirigir el Sindicato municipal en la parte de emulación en el año 1972 y luego captada como cuadro administrativo.

Dirigí diferentes centros escolares en mi labor y salí del aula porque sentía que tenía mucho que aportar y enseñar también. Me propuse siempre que las escuelas por donde pasaba alcanzaran los mejores resultados.

Participé en los congresos VI y VII del Sindicato de la Educación, la Ciencia y el Deporte y en todos intenté aportar, llevar experiencias.

Desde jovencita siempre fui muy activa y me gustaba participar en todo, ingresé desde los 12 años en la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y como era la única que sabía leer un poquito, me pusieron de Organizadora hasta que vine para Guantánamo, donde me nombraron Ideológica y así en La FMC he sido de todo.

He tenido una vida política muy fructífera: fui Coordinadora y Vanguardia Nacional en los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), asistí a dos congresos de esa organización, además fui miembro del comité provincial del Partido y delegada del Poder Popular durante 15 años.

Trabajos voluntarios, acampadas, clases demostrativas, la primera siempre era yo.

La medalla de Heroína me ha cambiado la vida en el sentido de que la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) y otras organizaciones de masas me han reconocido mucho: fíjate que llegué a ser Diputada al Parlamento durante diez años.

Gracias a eso  conocí y estuve cerca del Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, e incluso intercambié palabras con él, que ha sido de las mayores satisfacciones que he tenido.

¿Qué siguió?

Pues mucho más compromiso y trabajo.

Jamás descansé de aprender: después del diploma como graduada de Maestra Primaria, he cursado ocho diplomados en Matemáticas y soy Licenciada en Español y Literatura en Secundaria Básica. El magisterio es una carrera que no termina nunca.

Cumplí misión internacionalista en la República Bolivariana de Venezuela en el año 2005. Estuve en el Estado de Anzoátegui como asesora municipal, donde atendía tres municipios y preparaba a los coordinadores, facilitadores y alfabetizadores.

Al concluir me otorgaron el premio Casa Fuerte creado para honrar a quienes cumplen su labor con éxito.

Antes ya había recibido La Fama, símbolo de la ciudad de Guantánamo en el año 2003. Reconocimiento que acompañó mi Distinción Por la Educación Cubana, el sello 55 Aniversario de la CTC y otros.

¿Qué hace hoy?

Tengo 54 años de labor ininterrumpida. Hoy soy la Jefa del Departamento de Inspección de la provincia, que es como una suerte de supervisora integral de las condiciones en cada curso escolar. Compruebo el cumplimiento de la política educacional en todos los sentidos: realizo inspecciones integrales y visitas especializadas. Es un trabajo que me llena de orgullo y responsabilidad.  Ahí tengo una reserva joven que ya estoy preparando y me siento muy bien.

Soy parte de un gran colectivo y todos los directores provinciales y municipales siempre me han considerado mucho.

La educación tiene un papel esencial en la sociedad,¿qué usted considera que deben hacer los maestros para cumplir ese rol?

Hoy la mayoría de los educadores son muy buenos,las generaciones son siempre distintas, pero hay algunos maestros que necesitan mejor preparación y ejemplaridad antes de llamarse como tales. Fundamentalmente, es necesario trabajar mucho con los nuevos graduados porque son el relevo. Somos los viejos los responsables de que ellos triunfen o no.

Es necesario el ejemplo y hay que regarlo para que germine. Yo tuve muy buenos profesores y directores que me enseñaron mucho, pero sin su ejemplo severo, correcto, nunca hubiese sido lo que ahora soy.

El  perfeccionamiento del Ministerio de Educación se ha hecho sobre la base de preparar mejor a un alumno que, con su época y su tiempo también ha evolucionado, ¿qué posibilidades usted le ve a ese proceso?

Los maestros han tenido que capacitarse mejor y vincular a la familia, que es la extensión más intima de la escuela. Creo que el perfeccionamiento logrará que el sistema educacional eleve la calidad porque ofrece más posibilidades, vías más asequibles para que los alumnos puedan vencer las dificultades sin quedarse rezagados.   Se está perfeccionando todo: los libros, cuadernos de trabajo sistemas y metodologías de clase, pero además el modo de actuación de los alumnos y todo lo que sea necesario cambiar para favorecer su desarrollo lógico y llegue al final con calidad y completo.

¿Hay algo que le quede por hacer o lograr en la vida?

Siempre me ha gustado hacer bien lo que me toca para no darle dolores de cabeza por mis responsabilidades a nadie.

Me queda, en primer lugar, continuar preparando a la reserva  joven que tengo y mientras esté, seguir trabajando.

Para usted,¿cuál es la lección más importante que no debe dejar de enseñar un maestro a sus alumnos?

Lo primero es amar a la Patria, cuidar la Revolución y trabajar bien para que la Revolución pueda seguir avanzando. Porque gracias a ella he sido lo que soy, mis hijos y mi familia estudiaron, se prepararon y hoy son profesionales.

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