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Con Filo: Tu inspector automático (+ Audio)

El reforzamiento y mayor estabilidad en la presencia de inspectores de transporte en los puntos de mayor concentración de personas, para así viabilizar el traslado en vehículos estatales, ha sido recibido con mucha satisfacción por nuestra ciudadanía.

Foto: Jorge Luis Sánches Rivera

Las actuales dificultades con el suministro de combustible como resultado de la sucia guerra económica contra nuestro pueblo por parte del gobierno de los Estados Unidos, inciden no solo en los ómnibus urbanos, sino también en el abastecimiento a los automóviles que prestan servicio a las entidades y de los particulares.

Por tanto, el pedido de solidaridad también se ha venido acompañando de medidas organizativas como las de fortalecer ese tipo de inspección o facilitación en las paradas más concurridas.

No obstante, es imposible tener inspectores en todas las vías ni en todos los horarios del día y de la noche, por lo cual es esencial comprender y asumir esa acción de dar “botella” como un acto de conciencia por parte de cada conductor, y no solo como una obligación a cumplir.

Lo digo porque tampoco es difícil hallar acomodamientos o subterfugios ante este tipo de ayuda que hoy resulta tan perentoria. Está desde quienes solo paran donde está el inspector, hasta choferes que toman calles paralelas o desvíos para no detenerse en los puntos de recogida que ya conocen.

Es vergonzoso, pero ocurre. Y siempre puede quedar la duda de si quien así actúa lo hace porque le apremia llegar o cumplir un horario o tarea, o si solamente se escabulle de la posibilidad de echar la mano a un compatriota.

Eso solo lo sabe la persona que maneja o va al frente del vehículo, lo cual no es posible controlar con medidas administrativas, aunque estas puedan contribuir, sino que dependerá la mayoría de las veces de que cada quien prensa su inspector automático. O sea, que entienda la importancia de unir esfuerzos en las actuales condiciones, sin necesidad de que nadie lo imponga.

Por supuesto, también es asunto de uno como pasajero contribuir a estimular esas buenas actitudes. Ya en otra ocasión hablamos de la gente imprudente que abusa o irrespeta los límites básicos de la educación formal y del cuidado de esos medios de transporte que detienen su marcha para recoger personal.

Sin embargo, tampoco quiere decir que una experiencia negativa con algún individuo deba de servir de pretexto para negarle la posibilidad a otras personas.

De hecho, ahora que está de moda publicar en las redes sociales de Internet casi todo lo que nos sucede en nuestra cotidianidad, satisface mucho ver los mensajes y fotos de agradecimiento, y hasta las amistades o lazos que surgen a partir de esa práctica solidaria de apoyar en el traslado de nuestra gente.

Por tanto, todo el respaldo y el respeto al cuerpo de inspectores, cuya labor también debe ser cortés y profesional; pero lo más importante, tanto en estos tiempos difíciles como hacia el futuro, es que ante cada parada, semáforo, o mano que a mitad de la calle pida un aventón salvador, cada conductor encienda, sin que nadie se lo mande y siempre que sea posible, su inspector automático.

 

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