Nunca se había visto un recibimiento tan multitudinario, una alegría tan generalizada, un entusiasmo tan desbordante, como aquel que protagonizaron las masas ante la llegada a La Habana, el 8 de enero de 1959, de la caravana victoriosa encabezada por Fidel, que recorrió más de mil kilómetros desde el Santiago heroico hasta arribar a la capital.
Pero los que creyeron que solo se trataba de una marcha triunfal se equivocaron. Para el líder indiscutible de la Revolución esa nueva invasión de Oriente a Occidente había sido una gran siembra de ideas destinada a que, en cada punto del recorrido, el pueblo comprendiese que por primera vez en la historia patria iba a ser el principal artífice de la sociedad por construir, y que en ese empeño tendría que sortear no pocos obstáculos.
Si hoy el Comandante en Jefe quisiera comprobar el rumbo seguido por los patriotas cubanos con una pregunta similar a la que le dirigió a Camilo, en lo que hoy es Ciudad Escolar Libertad, aquella noche de hondas emociones y simbólico vuelo de palomas, podríamos responderle con orgullo: Seguimos bien, Fidel, firmes y decididos, hemos resistido las más duras pruebas y no habrá obstáculo que nos impida conquistar el futuro.


Acerca del autor
Graduada de Periodismo en 1974 y Master en Ciencias Políticas de
enfoque Sur, Al graduarse pasó a atender temas históricos e
ideológicos y viajó a varios de los antiguos países socialistas. Al
pasar al periódico Trabajadores, escribió para el Suplemento de
salud durante varios años y realizó la cobertura del segundo
contingente de la brigada médica en Guatemala. Posteriormente fue
jefa de la edición digital y subdirectora editorial hasta mayo de 2025
que se jubiló y se recontrató en la publicación. En el transcurso de
su ejercicio profesional Ha ganado premios en concursos
periodísticos y de humorismo.


