Icono del sitio Trabajadores

El Talismán de Ceballos (+ Fotos y video)

El venidero 28 de enero, a las 8.00 p.m., la popular agrupación Arnaldo Rodríguez y su Talismán tendrá a su cargo el cierre de la cuarta edición de la Fiesta en Cayo Hueso, organizada por el Museo de los Trabajadores Palacio de los Torcedores en ocasión de los aniversarios del natalicio de José Martí y de la fundación de la CTC

 

Foto: Heriberto González Brito

Desde el saludo cambié la percepción que tenía sobre aquel muchacho serio que se aislaba mirando por los ventanales y hasta el techo en los recesos del pleno del Consejo Nacional de la CTC; de alguien que me impresionaba, pero a la vez me cohibía de solicitarle la entrevista que deseaba. Mi suerte llegó en la clausura de un congreso; en la actividad final estaría Arnaldo Rodríguez y su Talismán.

Y descubrí al hombre desenfadado, alegre, jaranero y conversador que es Arnaldo Rodríguez Romero, un músico que sobrepone los intereses sociales a los personales, porque como él dice: “He pasado mucho trabajo, me he comido un león en marcha atrás”.

Artista optimista, ve las cosas en positivo. No tiene insatisfacciones. Creador de proyectos e iniciativas artísticas como el Festival Piña Colada, el proyecto Lucecita, para niños de la comunidad, Mambo, A Mar Abierto, y otras acciones, lo han distinguido más allá de su obra musical como una figura singular en el contexto cultural cubano. También acaricia el sueño de instaurar una Casa de Cultura en Ceballos, su pueblo natal.


Viajero natural

Arnaldo se inclinó por la música desde niño en el Movimiento de Artistas Aficionados. Se convirtió en viajero desde que a los seis meses de edad, su madre lo matriculó en el círculo infantil: “Nos levantábamos a las cinco y treinta de la mañana para ir, en tren o en lo que fuera, hasta Ciego de Ávila, donde ella trabajaba”. Lo mismo sucedió para hacer la secundaria básica. Al terminar el 9.o grado Arnaldo hizo las pruebas para formarse como instructor de arte, y con 13 años matriculó en El Yarey, una escuela ubicada en un lomerío del municipio Jiguaní, Granma, a 500 kilómetros de su casa.

“Fue el primer acercamiento al mundo académico; cambió mi percepción de la música, mis gustos, reconocía las cosas de calidad. Fue también el momento duro de verme lejos de casa –era apenas un niño y muy ingenuo—, lejos de mis padres, solo los veía dos veces al año, esto me obligó a  madurar como adolescente y enfrentar los problemas y vicisitudes prácticamente solo. Creo que esta etapa me hizo ‘endurecer’ mi carácter y solía ser un poquito mala cabeza. Permanecí dos años allá pues me expulsaron por indisciplinas y la rebeldía típica de la adolescencia. Estuve tres meses sin estudiar hasta que me ubicaron en la Escuela Nacional de Instructores de Arte (Enia).

“Mi maestro fue Carlos del Puerto (bajo eléctrico), fundador de Irakere y toda una leyenda del instrumento. Me acogió con mucho afecto y pedagogía, me insistía en que yo podía lograr grandes cosas tocando ese instrumento. Tanto es así que me convenció de continuar mis estudios en la Escuela Nacional de Arte (ENA), y ya esto fue demasiada emoción, para mí era la meca musical, el sueño realizado. Me pasé la vida lejos de casa, viajando para estudiar  y todo eso de alguna manera forjó mi carácter, la responsabilidad, aprender a hacer mucho con nada…; aunque siempre tuve una buena formación y atención de mis padres”.

Un hecho curioso

La vida de Arnaldo está construida con hechos insólitos; la historia de Baby, su esposa, es una de ellas. Fueron compañeros desde el círculo infantil hasta la escuela del Yarey, y una vez graduados, ella en Granma y él en La Habana, se reencontraron en Ciego de Ávila, se enamoraron y decidieron marchar a La Habana para labrarse un camino profesional y personal.

“Cuando terminé la ENA en el curso 1995-96, estábamos en pleno período especial, mis amigos se marchaban de Cuba en busca de mejorar su economía, yo estuve a punto de marcharme también. Pero ya en esa época tomaba decisiones sólidas y desde muy joven decidí que mi vida la haría en la patria. Mis padres me ayudaban económicamente, y me daban lo que podían. Eso deja huellas: a veces me paso un año con la misma ropa y no es por falta de dinero… La gente dice: ¡¡qué sencillo eres!! Y no estoy seguro de esto, creo que en realidad soy humilde. Sencillo no soy, soy bastante complejo (risas); la humildad la heredé de mis padres, a los cuales les debo todo lo que soy”.

Soy músico, y más que cantante soy un intérprete de mi obra

El mulato acelerao adquirió empíricamente la habilidad de tocar instrumentos, de cantar, de escribir, y se perfeccionó en las escuelas de arte, donde comenzó a cantar canciones de la Nueva Trova. “En tercer año de la carrera de instructores, el trovador Frank Delgado fue a la Enia buscando un bajista para su banda Cuerpo de guardia, y aprobé.

“En La Habana fui realizando sueños. Me uní a una tropa de jóvenes cantautores en aquel momento desconocidos y que luego marcharían a España a crear el fenómeno Habana Abierta: Kelvis, Boris, Medina, y yo era el bajista de esa gente. Sabes, no soy cantante de grandes dotes y no pensé que llegaría a ser un intérprete conocido de verdad.

“En 1997 las muchachas del grupo Azúcar me proponen trabajar para ellas como compositor y arreglista.  Fui el productor de su primer disco con la Egrem. El CD fue un éxito, se llama Romance de chiquillos.

“Conectamos rápido con el público joven. Comenzó la popularidad, nos invitaban a espectáculos y grandes eventos, y empecé a transformar el grupo. Hicimos un segundo disco, que se llamó Lápiz de Labio, la canción más radiada en Cuba en el año 2002. Y ahí aparecieron fricciones entre los intereses del grupo y los míos, y nos dividimos”.


La vida cambió y yo cambié con ella

“Se discutía el conflicto de intereses que existía entre los integrantes del grupo Azúcar, y en una reunión final en el Ministerio de Cultura me propusieron crear mi propio proyecto musical. En ese momento no lo vi como una opción porque estaba muy enamorado del proyecto Azúcar, pero ‘agarré’ la oportunidad y ya ves, fue la salida correcta.

“Al crear el proyecto Talismán, la Egrem continuó confiando en mi propuesta,  y desde esa fecha esta empresa se ha convertido en mi segunda casa y familia. Vino el tercer disco El mulato acelerao, que me catapultó a los primeros planos de la popularidad en Cuba, y en el exterior comenzaron a fijarse en mí. Talismán tiene 12 producciones discográficas hasta la fecha, todas con la Egrem, lo que resulta realmente un récord para una agrupación musical tan joven”.

Arnaldo Rodríguez recibió la distinción de Vanguardia Nacional de la CTC. Foto: Ariel Cecilio Lemus.

Arnaldo es dirigente sindical de base, miembro del Consejo Nacional de la CTC, y define que “el sindicato es una labor constante, de naturaleza conflictiva, que exige conocimientos y habilidad política para el trabajo ideológico con la masa obrera. “Estoy comprometido con mi país, con su historia y su proyecto social. Esto me ha costado broncas y algunas enemistades, pero bueno… yo respeto a los demás para que me respeten a mí”.

Arnaldo asegura de forma jocosa que él ya no es lo “más importante” en su pueblo, pues elogia los productos alimenticios que han ganado fama en los últimos años, de las minindustrias y la empresa agroindustrial. Pero indudablemente, se puede afirmar que Arnaldo Rodríguez Romero sigue siendo el Talismán de Ceballos.

 

Compartir...
Salir de la versión móvil