Un poeta ante la presencia “yanqui”

Un poeta ante la presencia “yanqui”

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Nicolás Guillén es muy conocido por los cubanos. Sus poemas se recitan y se cantan, pues su musicalidad ha permitido que se musicalicen sus versos. Este gran poeta abordó asuntos de la sociedad cubana a lo largo de su fructífera vida y nos dejó, por tanto, testimonios muy valiosos de épocas diversas, ya que abarcó desde los años treinta, con toda su complejidad, y logró plasmar la nueva realidad después del triunfo revolucionario y la construcción de la nueva sociedad, en lo que fue partícipe activo.

Foto: La Jiribilla

En todos esos años se puede observar, a través de la poesía de Guillén, una mirada hacia los Estados Unidos y su papel respecto a Cuba, pero también al Caribe y al mundo, desde una posición de denuncia y combate.

En 1931, en el poemario Sóngoro cosongo incluye, entre otros poemas, “Pequeña oda a un negro boxeador cubano” en el cual se refiere a Broadway, donde combate el cubano con quien dialoga el poeta, y le dice que ese lugar “es el que estira su hocico con una enorme lengua húmeda, / para lamer glotonamente/ toda la sangre de nuestro cañaveral” Idea que se reitera en “Caña”:

 

El negro

junto al cañaveral.

El yanqui

sobre el cañaveral.

La tierra

bajo el cañaveral.

¡Sangre

que se nos va!

Como puede verse, desde su obra más temprana, Guillén estaba identificando la presencia del “yanqui” en Cuba en el mundo de los negocios vinculados al azúcar, pero desde la óptica del desangramiento que esto significaba para el país y su pueblo.

En 1934, Guillén publicó un poemario de hondo calado al que tituló West Indies Ltd., donde incluyó su “Balada de los dos abuelos” que evoca y une a sus abuelos –el negro y el blanco– y, luego, en la parte que titula de igual manera que el poemario, presenta el contraste entre quienes son “servidores de Mr. Babbit” y “educan a sus hijos en West Point (…) chillan: hello baby,/ y fuman «Chesterflield» y «Lucky Strike»” y también bailan Fox trots y otros usos a lo “yanqui”, con su contraparte: los “iluminados, / los parias desconocidos,/ los humillados,/ los preteridos,/ los olvidados” para llegar a una afirmación:

West Indies en inglés. En castellano,

Las Antillas.”  

De esta manera el poeta ahondaba más en aquella realidad, no solo para Cuba sino para esta parte del continente, donde era fuerte esa presencia, ante la cual enarbolaba el nombre desde su propia lengua como afirmación identitaria, no solo en su mundo de negocios azucareros, sino como reto cultural.

Los Cantos para soldados y sones para turistas de 1937 contienen, entre otros, el poema “Yanqui con soldado” donde el autor muestra lo que significaba para el país esa representación diplomática que el soldado cubano protegía:

Grave, junto a la puerta del yanqui diplomático,

vela un soldado el sueño de quien mi ensueño ahoga:

ese cangrejo hervido, de pensamiento hepático,

dueño de mi esperanza, del palo y de la soga.

Mas, no solo eran los hombres de negocios ni los representantes diplomáticos los que se movían en Cuba, estaban también los turistas “yanquis”, a quienes dice, en defensa de la dignidad nacional representada en el poeta de manera individual:

Gasten su plata,

beban su alcol, (sic)

cómprense un güiro,

pero a mí no,

pero a mí no,

pero a mí, no.

El tema de lo “yanqui” y su vinculación con Cuba desde posiciones de dominio se mantuvo dentro de la obra poética de Guillén y, con el paso del tiempo, fue ahondando más esa mirada, como en El son entero, de 1943, cuando dice que “Mi patria es duce por fuera, / y muy amarga por dentro;”, pero añade una consideración más acerca de ese drama desde una mirada histórica:

Hoy yanqui, ayer española,

Sí, señor,

La tierra que me tocó,

Pero no lo expresa desde la pasividad, pues muestra la acción en defensa de la dignidad propia:

Un marino americano,

bien,

en el restaurant del puerto,

bien,

me quiso dar con la mano,

pero allí se quedó muerto,

(…)

Pero allí se quedó muerto

El marino americano

Que en el restaurant del puerto

Me quiso dar con la mano,

¡bien!

En 1958, cuando la situación revolucionaria en Cuba alcanzaba su momento más alto, anunciador de la crisis definitiva de la dictadura batistiana, Guillén aludía al embajador de aquel país y su actitud:

Rojo desciende de su avión

míster Smith, un cuadrumano

de la selva de Guasintón.

Hay cóctel en la legación.

Un yanqui allí, látigo en mano.

Será tal vez una ilusión,

tal vez será un ensueño vano,

mas veo rodar el banderón

y arder al viento tu canción,

puesta en el mástil por tu mano.

Ese mismo año saludaba a Puerto Rico con el dolor de su dependencia:
¿Cómo estás, Puerto Rico,

tú de socio asociado en sociedad?

(…)

¿En qué lengua me entiendes,

en qué lengua por fin te podré hablar?

Si en yes,

Si en sí,

Si en well,

si en mal,

si en bad, si en very bad.

Y dice al hermano pueblo que conoce a su enemigo pues es “el mismo que tenemos por acá”, para terminar afirmando que “no yes, / no sí, / no bien, / sí mal, / si very bad”

El tono de esa mirada hacia lo estadounidense desde la percepción como pueblo explotado tendría un cambio esencial a partir del triunfo revolucionario. No se trataba de que el imperialismo hubiera modificado su esencia, sino de que se había transformado esa relación con la conquista de la plena soberanía. El poemario Tengo de 1964 representa ese cambio muy especialmente. En el poema inspirado en el nuevo embajador, Philip Bonsal, muestra la nueva relación cuando dice: “¿Qué quiere? Que Fidel / hable un poco con él.” En esto reconoce el liderazgo de Fidel, mientras sumariza otras aspiraciones del Embajador, para terminar, diciendo: ¿De acuerdo? / –No, señor.

Por otra parte, el poema que da título al poemario repasa los logros que, como persona colectiva encuentra en la Revolución y, entre ellos, plantea:

tengo el gusto de ir

(es un ejemplo)

A un banco y hablar con el administrador

No en inglés,

no en señor,

sino decirle compañero como se dice en español.

Por eso, afirma “tengo lo que tenía que tener”.

En “Canta el sinsonte en el Turquino” llama a un “cambio de avión para soñar” y recorre la identidad de quien ha nacido en Cuba y, en el nuevo contexto revolucionario, dice adiós a Mr Wood, Mr. Taft, Mr Magoon, Lynch, Crowder, Nixon, Mr. Night, Mr, Shadow, para terminar dando los buenos días a la patria y decir:
El aire es verde. Canta el sinsonte en el Turquino…

                               –Buenos días, Fidel.

Todo cambió en la percepción del poeta, lo que se resume en el “Buenos días, Fidel”.

 

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