Inauguran exposición de artes plásticas en homenaje a la capital

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Luego de un arduo proceso de restauración, la galería Espacio Abierto reabrió sus puertas este jueves para celebrar el quinto centenario de la Ciudad Maravilla con la exposición de pinturas y fotografías La Habana siempre… siempre mi Habana, de la arquitecta y artista de la plástica Mercedes Rivadulla.

Abierta al público hasta el próximo mes de diciembre en el Centro de Comunicación Cultural (Calle 4 No., 205 entre Línea y 11, Vedado), sede de la revista Revolución y Cultura, la hija del Premio Nacional de Diseño 2009, y también artista de la plástica, escritor y periodista cubano Eladio Rivadulla, se alió con ese órgano de prensa para inaugurar un espacio recientemente remozado con un homenaje a La Habana; y quién mejor para ello que “una artista que se dedica a metaforizar la ciudad y todo lo que en ella pueda haber para crear nuevos referentes en que podemos identificar inmediatamente los más complejos diálogos e interacciones”, según expresó la directora de la mencionada publicación, Luisa Campuzano.

Con predominio de la técnica del óleo sobre lienzo, las 29 obras que conforman la muestra delatan esa visión citadina tan personal que caracteriza a la autora, que parece apropiarse de la capital de todos los cubanos para reconfigurarla a su gusto, y entregárnosla con una geografía diferente y única. Resalta sus sitios paradigmáticos y habitantes ilustres, al tiempo que la equipara a otras maravillas de la arquitectura universal.

Su poética visual, adscrita a la tendencia de las artes plásticas que las vanguardias de inicios del pasado siglo dieron en llamar primitivista, asume un paisajismo con características formales y conceptuales muy personales, en razón de una ciudad que tiene en su arquitectura el atractivo más palpable de su particular belleza.

Inmuebles de carácter religioso en La Habana Vieja, entre estos La Catedral y la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús. Fotos: De la autora

En cada una de las 18 pinturas, Mercy intenta sugerir, provocar, y se vale de trazos cuasi infantiles para expresar complejos simbolismos y sorprender hasta al ojo más entrenado, de manera que este podrá encontrarse con –y deberá descifrar el significado de– la Torre Eiffel ubicada detrás del Habana Libre, el protagonista de la novela de Hemingway, El viejo y el mar, pescando en el Malecón Habanero, e incluso con la muy sugestiva imagen de platillos voladores planeando sobre la céntrica esquina de Prado y Neptuno.

Libre Habana y En mi jardín hay rosas, óleo sobre lienzo.

Como acertadamente explicó en sus palabras introductorias, el ensayista y crítico de arte Jorge R. Bermúdez, el cual hace poco presentó su más reciente libro, Un año de todos. Diario de un brigadista, “en su paisaje también tiene cabida esa otra parte que hace entrañable la vida de toda ciudad con una sedimentada personalidad: sus habitantes e hijos ilustres. Por ejemplo, José Martí, presente en más de un lienzo como centro rector de esta particular madeja urbanística. Otro tanto sucede con Lezama Lima y los personajes del grupo Orígenes, presidido por la imagen aureolada de Jesucristo bajo la glorieta del parque de 21 e I en el Vedado”.

Sus 10 fotografías en blanco y negro, por otra parte, remiten a esa Habana colonial regida por los dogmas religiosos y sobrepoblada de inmuebles dedicados a practicar la fe, mientras que la oncena y única a colores, retrata un pintoresco edificio de apartamentos que se antoja símbolo de la alegría y la mixtura que caracterizan la ciudad.

Esta pintora naive asume creativamente los influjos de su formación  arquitectónica y pictórica para reflejar la esencia estética de edificaciones de La Habana colonial, el Vedado, sus entornos socioculturales y mundiales, y hace de estos el mejor motivo de su vida como creadora. Asimismo ha presentado 36 exposiciones personales y participado en más de 76 muestras colectivas en Cuba y el extranjero, además de haber obtenido diversos reconocimientos y galardones, entre los que destacan el Premio Especial a la Mirada Alternativa (2018) en el IV Concurso de Fotografía Lente Artístico, e igualmente coronarse en el concurso TELART X (2000).

“Acierta Mercy en plasmarla ecléctica, desde el neoclásico Templete hasta el moderno Focsa, sin pasar por alto el barroquismo de sus templos y palacios coloniales. Su trazado urbanístico subvierte toda experiencia desde una lúdica propuesta de impositiva subjetividad. Es como si una niña pensara La Habana, desde su imaginación, ubicando a su antojo plazas y edificios, calles y monumentos, para interpretar mejor lo esencial de su identidad histórica como capital de una nación.

“La extemporaneidad de sus habaneros y habaneras se aviene con la propia del paisaje urbano que habitan y protagonizan, en el que no falta la silueta de El Morro, bajo la sombra del aerostato de Matías Pérez, o la de los leones de Prado con melenas de juguetes de cuerda. La Habana de Mercy no es de nadie porque es de todos, tal y como ella la ve terminaremos por verla y aceptarla, de ahí que se nos haga tan familiar su personal visión de la ciudad”, culminó Bermúdez.

Cucuruchos, el Taj Mahal, Jesucristo y Abraham Lincoln: solo algunos de los personajes que la autora vincula a su Habana de ensueño.

 

 

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