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3er LUGAR: Entre raquetas y biberones

Odalys y Víctor José, protagonistas de esta historia. Foto: del autor
Odalys y Víctor José, protagonistas de esta historia. Foto: del autor

Julio Miguel Migueles Vázquez, Cienfuegos

Cualquiera que no los conociera bien nunca imaginaría que detrás de la vida de Odalys Guzmán Ruiz y Víctor José Fernández Quintana existe una hermosa historia de superación constante en la que se entrelazan perfectamente el deporte y el amor.

Para ella, usar aparatos auditivos debido a una enfermedad congénita (hipoacusia) que la aqueja desde su nacimiento, ocurrido el 4 de enero de 1967, aprender la lengua de señas, atender los quehaceres de la casa, cuidar de sus dos hijas o laborar en el taller protegido de la localidad, no han sido impedimentos para continuar compitiendo y sumar copiosos triunfos durante una vasta y fructífera carrera deportiva en la especialidad de tenis de mesa.

Él, por su parte, prefirió labrarse el camino solo, echando a un lado los trastornos sufridos por la falta de audición total provocados después del parto, acontecido el 5 de mayo de 1959, desestimando los privilegios y beneficios que le podían suponer las tareas de su mamá al frente del gobierno municipal, y aprendió los oficios de carpintería, albañilería y talabartería.

“Dicen que el amor entra por la cocina, pero a nosotros nos atrapó en medio de una cancha,  estábamos en una competencia en Bayamo por el año 1991, allí nos hicimos novios y ya en 1992 decidimos casarnos”, comenta Odalys.  De esa relación nacieron dos hermosas niñas, Jany y Diana.

“Muchas veces teníamos que irnos a competir lejos de casa, en otras provincias, y dejar a las pequeñas con mi suegra o con otras personas. Fueron momentos decisivos, pero el deporte y nuestro compromiso con la Asociación y el Inder eran más importantes”, continúa Odalys.

Ser miembros fundadores de la Asociación Nacional de Sordos e Hipoacúsicos (Ansoc) en el municipio cienfueguero de Cruces, donde han ocupado diferentes funciones, les ha permitido destacarse en diversas actividades de carácter político, social o cultural, pero muy en especial del tenis de mesa y del bádminton.

“Durante largo tiempo tuvimos que lidiar con la incomprensión de muchas personas reacias a entendernos, la exclusión social era uno de los principales obstáculos a los que teníamos que enfrentarnos. Gracias a la creación de la Ansoc, el apoyo del gobierno y de otras instituciones, hemos podido reinsertarnos a la sociedad”.

“La discapacidad no es una lucha valiente o coraje enfrente de la adversidad. La discapacidad es un arte, es una forma ingeniosa de vivir”, nos dice Ramoncito citando una frase de Neil Marcus, a través de Sonia, su mamá que nos sirve de intérprete esta vez.

En Cuba el deporte para las personas con discapacidad tiene un amplio abanico de posibilidades apoyados en sus éxitos a nivel mundial, pero es necesario resolver algunos retos, tales como desarrollar programas deportivos en todas las etapas educativas, crear y adaptar espacios con las adecuaciones arquitectónicas necesarias, además de la capacitación de los técnicos, cuya finalidad sea garantizar una mejor preparación que beneficie mejores resultados.

Revisando el archivo que comparten y guardan con recelo pude observar la abundante cantidad de diplomas, reconocimientos, medallas y trofeos que han logrado a todos los niveles durante más de 30 años de carrera deportiva. Cierto es que no son campeones paralímpicos, tampoco parapanamericanos ni mundiales, pero tanto Odalys como Ramoncito se erigen como un paradigma a seguir por la comunidad discapacitada local y las generaciones futuras.

Los años que pasé al frente del departamento municipal del Inder para el trabajo con las asociaciones, me permitieron conocer muy de cerca a esta pareja, la dedicación y el empeño que le impregnan a su modo de vida, pero sobre todas las cosas, las barreras que han debido superar para cumplir el sueño de no ser diferentes, el sueño de por lo menos intentarlo.

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