Icono del sitio Trabajadores

¿Habrá quien venda caro si no hay quien lo compre?

Al estar demostrado que si hay quien compre algo, siempre habrá alguien que lo venda, es oportuno pensar en la actual situación qué sucedería si va creciendo el número de personas negadas a adquirir un producto o servicio que consideren excesivamente caro.

Para decidir no comprar lo que tenga precios exorbitantes, primero es necesario estar dispuestos a renunciar a las ventajas de tener mayor poder adquisitivo que otros y privarnos de satisfacer una necesidad.

También es imprescindible comprender lo beneficioso que pudiera resultar una práctica generalizada de no comprar para “obligar” a los inescrupulosos a no cobrar desmedidamente, lo cual sería otra contribución a los intentos de protección al consumidor.

Decir obligar pudiera parecer demasiado fuerte, pero es el verbo adecuado después de que una cantidad cualquiera de vendedores y revendedores estatales, no estatales e ilegales han estado doblegando a los llamados consumidores, clientes o usuarios.

Y tampoco doblegar es un vocablo inadecuado, pues no otra cosa han estado haciendo durante mucho tiempo bajo la filosofía de lo tomas o lo dejas, amparado en la escasez que les ha permitido lucrar a costa de las necesidades del prójimo.

La vida ha demostrado que ese tipo de vendedores parecen estar regidos o guiados por un mecanismo organizativo que los pone de acuerdo para imponer el mismo precio lo mismo donde se produce la mercancía que a cientos de kilómetros de distancia.

Es correcto obligar a esos vendedores a no crear caos en un sistema salarial que se está tratando de organizar, pues los hay capaces de comprar lo que otro negociante vende barato para revenderlo más caro y hasta entorpecer la producción para mantener la escasez y los altos precios.

El aparato estatal está tomando medidas para evitar que suban los precios ante el incremento salarial en el sector presupuestado, pero esas decisiones pueden ser más efectivas si individualmente contribuimos para que entre todos no compremos cuando haya que pagar sumas astronómicas.

No es fácil renunciar a comprar o disfrutar de un servicio para satisfacer una necesidad, pero cada vez que lo hagamos, podríamos estar contribuyendo a que si no hay quien pague lo caro, tampoco habrá quien lo venda.

Compartir...
Salir de la versión móvil