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El cariño de Perú y un quinto lugar

Jorge Félix Álvarez gana medalla de oro en la final de la Pistola Tiro Rápido, durante la realización de los XVIII Juegos Panamericanos de Lima, Perú. Foto Roberto Morejón.

Lima.- Una música sencilla, pegajosa y mundialmente conocida está metida en el cuerpo y el alma de todos los que hemos vivido los XVIII Juegos Panamericanos. “Como no te voy a querer, como no te voy a querer, si eres mi Perú querido, el país bendito que me vio nacer”. En cada escenario de competencia, en las calles, en el Centro de Prensa, en la Villa, en cada esquina, esta melodía ha dejado un sello tan marcado como las medallas en esta edición.

Cuba regresa a casa con una medalla más que hace cuatro años en Toronto (98 por 97), pero menos títulos (33 por 36) y un escaño por debajo en la tabla final por naciones (5to por 4to). ¿Qué calificativo dar a la actuación? ¿Seguimos retrocediendo en el deporte de América? ¿Todos los cálculos iniciales se acercaron a la realidad vivida del 26 de julio hasta el 11 de agosto?

Como en toda cita múltiple hubo medallas esperadas y otras sorpresas – Mijaín, Idalis, Julio César, Yaimé, Juan Miguel, Fournier y Borrero reafirmaron lo primero- en tanto el saltador de altura Luis Zayas, la dupla femenina de canotaje, los pistoleros Laina y Grau, el judoca Andy Granda, así como el equipo de espada cargaron con emociones imprevistas, pero llenas de oro.

De leyendas también pueden calificarse el salto a las nubes (4,75 metros) de Yarisley Silva, la plata de Lisandra Guerra en el keirin, todas las medallas del pentatlón moderno con clasificación olímpica, la combinación oro plata de Jorge Félix-Leuris Pupo en la línea de fuego y el bronce de Arlenis Sierra en el ómnium. No son los únicos, pero quizás los más cargados de historias humanas muy fuertes.

Sin embargo, nuestra delegación se resintió de deportes que debían aportar más y no lo hicieron: taekwondo, béisbol, hockey sobre césped, gimnasia artística, pesas, voleibol de playa, bádminton, balonmano, polo acuático y hasta la propia lucha, vienen rápido a la mente sin que incluso no haya que analizar otros con destaque en el medallero, pero con algunas insuficiencias.

Se sabía de sobra que el escenario sería difícil para ascender de la cuarta posición. No era previsible un retroceso tan marcado de Canadá, ni tampoco un repunte tan certero de México. La estable comitiva de Brasil finalmente llegó a un segundo escaño, algo que solo habían logrado en la cuarta versión de Sao Paulo 1963.

No sería justo ni sensato valorar de mala lo hecho por Cuba en Lima. Se necesitan actualizaciones técnicas, cambio de personas en puesto de dirección, mayor conocimiento científico en los métodos de entrenamientos y también un poco más de recursos económicos. Pero ya sabemos que esto último es lo más difícil, por tanto debemos entender que nuestro puesto en América será el que pongan la valentía y el sacrificio de nuestros deportistas. Lo otro es pura ilusión.

No se cumplió lo previsto, pero vimos dejar alma y corazón a muchos protagonistas. No lloraban de alegría una presea de bronce como otros países y se vieron presionados no pocas veces por obtener un oro. Toca seguir cumpliendo el slogan de estos días: “Jugamos todos”. Y ya vendrán nuevas hazañas y más medallas.

 

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