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Luz de dos Revoluciones

“…Un señor dice que tenía 30 años que no podía ver la cara a sus hijos, a su mujer, que no podía ver un amanecer, un crepúsculo, un turpial volando; y de repente en una semana regresó mirando los crepúsculos de Lara, los amaneceres de Oriente…”.

 

foto: Joaquín Hernández Mena

 

El relato del Comandante Chávez emociona; expresa uno de los tantos pasajes vividos hace 15 años cuando los primeros pacientes venezolanos operados de catarata en Cuba redescubrieron los colores, disfrutaron miradas con fulgor, pusieron fin a las tinieblas…

La voluntad política de Fidel y Chávez hizo que los sueños se empinaran muy lejos aquel intenso verano del 2004. La inteligencia y las manos de oftalmólogos cubanos lograron destellos en las pupilas de niños, adultos, adultos mayores. La Revolución Bolivariana de Venezuela y la cubana se unieron para obrar el milagro.

Los colaboradores de la salud de la Mayor de las Antillas marcharon barrio adentro para primero obtener en cada caso un diagnóstico certero, y luego ofrecer el seguimiento requerido del postoperatorio.

En Maracaibo, estado Zulia, Narciso quedó boquiabierto cuando tras ser examinado por el equipo médico escuchó: “Usted tiene unas cataratas maduras, y debe salir en breve para La Habana.

La operación y la estancia son GRATUITAS”. La historia de este anciano es una entre miles, millones. En apenas 10 minutos de cirugía resolvió un problema de 10 años. Terminaba así el mundo invisible. La desesperanza quedaba derrotada.

Y cómo no recordar de aquel inicio la riqueza encontrada en los cerros de Caracas. En una casa de ladrillo desnudo en Muruchí, donde el joropo se cuela por la ventana bien temprano y los gallos cantan a deshora, conocimos al pequeño Kender, quien tres meses después de operado ya no era el niño temeroso que se caía con frecuencia y ni de cerca reconocía a sus amiguitos. Entonces lo vimos subir a buen paso las empinadas escaleras del lugar.

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