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Eslabones con soldadura dorada

Por Julio Gómez Moldón*

La creación de los polos productivos sintetiza experiencias de la agricultura cubana, encaminadas a incentivar la producción de alimentos; los sustentan la concentración y aprovechamiento de los recursos humanos, naturales, materiales y tecnológicos.

El objetivo es abarcador: crea encadenamientos y cierra el ciclo productivo en las zonas, donde deben combinarse el desarrollo científico, la innovación tecnológica y la prioridad de los insumos.

Tienen misiones básicas como diversificar la producción y generar fondos exportables, sustituir importaciones y abastecer a las capitales o grandes ciudades; además de respaldar el mercado nacional con surtidos de gran aceptación como pastas de vegetales, jugos y dulces, encurtidos y alimentos frescos.

Los polos se identifican generalmente como grandes empresas estatales, pero todas las formas productivas, que incluyen las cooperativas de créditos y servicios, de producción agropecuaria y unidades básicas de producción cooperativa, gestionan por igual las actividades productivas, económicas y de los recursos humanos.

Es un proceso nuevo que tiende a su consolidación, y el Grupo Agrícola tiene que ir creándoles condiciones para lograrlo; los polos productivos vinculados a esta rama funcionan, aunque hay detalles que deben corregirse.

Por supuesto, los que se integran al Grupo Agrícola no alcanzan igual desarrollo. No siempre hay quienes motiven a todos los actores y ha habido inestabilidad de los cuadros en algunas entidades; tenemos brechas en cómo lograr la integración de las empresas y la base productiva, y limitaciones para el completamiento de los insumos tecnológicos.

Otra limitante son las inversiones, que están restringidas por el efecto del bloqueo de Estados Unidos. A pesar de ello se han ampliado líneas productivas en las viejas industrias que había en las empresas, se han montado otras nuevas y se habilitan minindustrias y plantas de secado de granos.

Por esa razón, hay que tratar que cada una alcance un alto rendimiento —no siempre lo logramos—; es vital encontrar la autosostenibilidad de toda inversión, para que puedan perdurar en el tiempo. Las exportaciones son el motor impulsor, las que aportan capital para comprar repuestos o modernizarlas.

Para los cultivos, cuando faltan los insumos tecnológicos se aplican alternativas, entre ellos bioproductos como estimulantes de las cosechas o contra plagas y enfermedades. No nos quedamos cruzados de brazos, la ciencia está involucrada en estos procesos y juega su papel en la obtención de variedades resistentes a los cambios climáticos, en el extensionismo agrario, esa forma de capacitación a los productores que combinan ciencia con prácticas ancestrales.

Considero que entre los más consolidados están el de La Cuba, en Ciego de Ávila; el Agroindustrial Victoria de Girón, de Jagüey Grande; el de Jovellanos, en Matanzas, que liderea la Agropecuaria Vladímir Ilich Lenin, y Valle del Yabú, en Villa Clara.

El de Ceballos es el paradigma. Integralmente es la empresa que más se diversifica, exporta y avanza; donde prenden mejor las novedades y buscan constantemente nuevos cultivos y productos para engrosar su cartera de oportunidades.

Ceballos es además, el primer polo exportador de la agricultura, y sus experiencias se van multiplicando para consolidar otros como el de Jagüey Grande (Agroindustrial Victoria de Girón), el de Contramaestre (Tropical Contramaestre S.A.), que unidos al tradicional Cítricos Caribe S.A. y Frutas Selectas, que también tienen facultad para exportar, elevan las ventas y la obtención de capital, que se revierte entre los productores y formas productivas.

Una buena iniciativa para obtener alimentos, con enfoque de cadena productiva en torno al complejo agroindustrial, independientemente de la organización empresarial a la que se vinculen.

*Vicepresidente del Grupo Empresarial Agrícola

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