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Bipolar emporio agrícola

Por José Luis Martínez Alejo

Todavía falta mucho “cable” por tirar a tierra para liberar de las sobrecargas a 76 mil hectáreas que el marabú y otros demonios le han arrebatado a la superficie cultivable en Ciego de Ávila.

Incluso, suelos muy fértiles carecen de sistemas de riego. Ambas debilidades, necesitadas de oportunidades y cambios, pudieran revertirse para explotar las reservas de un tremendo potencial agrícola. No obstante, mejores métodos de utilización de los recursos comenzaron a dar mayores frutos desde el 2017, tras constituirse seis polos productivos en el territorio avileño.

Una de las fortalezas de esas formas superiores de producción deviene el empleo de 185 modernas máquinas de regadío en las empresas integradas al grupo vanguardista: La Cuba, la Agroindustrial Ceballos, El Mambí, Arnaldo Ramírez, Cubasoy y Mamonal, este último es el único del sexteto que cuenta con riego por aspersión, pero también es influyente porque allí se siembran más de mil 500 hectáreas de tomate para asegurar el procesamiento en las fábricas de Majagua y Ceballos.

Aunque las bases productivas del cooperativismo se incorporan a dichos polos, predomina la gestión de la empresa estatal socialista. La contribución anual colectiva supera las 300 mil toneladas de alimentos, no solo para el consumo de los avileños, sino también con destino a La Habana, pues uno de los objetivos desde su creación consiste en tributar a las grandes ciudades viandas, hortalizas, granos y frutas. Cuando hay cosechas pico, se benefician más territorios.

Por citar solo dos ejemplos, el plátano de Ciego de Ávila llega a todos los hoteles de Cuba, y las conservas de frutas y vegetales están en los mercados de las distintas provincias, donde los clientes tienen preferencia por la pasta de tomate etiquetada con la marca comercial DCballos y producida en el combinado de la empresa agroindustrial de similar nombre, la cual cierra el ciclo productivo al tener asociada una veintena de minindustrias eficientes.

Si no fuera por el proceso de diversificación en los centros laborales antes mencionados, a cuyo grupo de avanzada se integraron la agropecuaria Ruta Invasora, Concávila, Suelos, Sanidad Vegetal y la Universidad Máximo Gómez Báez, no contaría Ciego de Ávila con el primer polo agrícola exportador en el país (Agroindustrial Ceballos).

Crecen hasta la fecha en más de un millón de dólares las ventas fundamentalmente con países europeos. La preferencia por la calidad del producto del agro avileño facilita el incremento, incluso extraplán, de pulpa de mango aséptica y jugos concentrados de toronja.

Asimismo, aumenta el volumen de frutabomba sulfitada, de las pulpas de plátano y guayaba, y el ají picante de la variedad chile habanero. El jugo de piña constituye hoy una alternativa como sustituto de la fruta fresca, y se exploran los mercados foráneos con el fin de introducir nuevos productos.

Así se materializan varios lineamientos de la política nacional económica y social, encaminados a organizar la producción agropecuaria en actividades generadoras de ingresos externos y en la sustitución de importaciones, con el enfoque de una cadena productiva que no solo tenga en cuenta la producción primaria, sino a todos los eslabones que se articulan en torno al complejo agroindustrial.

A pesar de los traspiés con la disponibilidad de insumos para el desarrollo de las producciones agrícolas, la insuficiente cantidad de envases destinados a las conservas de frutas y vegetales, y la inestabilidad de los contenedores asignados a la actividad de exportación de carbón vegetal, los agricultores estatales, campesinos y usufructuarios no les han dado tregua a los contratiempos, por lo que sigue siendo eficiente, competitivo y atrayente el bipolar (productivo y exportador) emporio agrícola de Ciego de Ávila.

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