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Original múltiple de López Oliva impreso en Taller de Serigrafía

Un significativo acontecimiento dentro del variopinto panorama de las artes visuales en Cuba, acaba de producirse en el Taller de Serigrafía René Portocarrero, donde se realizó una tirada de 50 ejemplares —firmados— de una estampa titulada El pueblo soy yo, del reconocido pintor, ensayista y crítico Manuel López Oliva, en la que reaparecen figuraciones muy suyas referidas a la relación entre realidad social y mascarada.

Se trata de una obra a pantalla abierta, directamente concebida en el proceso de impresión por este creador nacido en 1947, en Manzanillo, Granma, graduado de la Escuela Nacional de Arte en 1969.

La pieza fue resuelta por este maestro con 10 tiradas de tintas grises, negras, plateadas y blancas. Se elaboró mediante calcos y bloqueo a pincel sobre la pantalla. Y fue el resultado del trabajo unido de ese autor y los impresores-artistas Carlos Almeida y Jessica Vázquez.

En los cuadros de López Oliva el espectador se enfrenta a un mágico universo de máscaras, disfraces, símbolos y enigmas evidentemente relacionados con el mundo de las tablas, a través de un estilo admirado por galeristas, críticos y especialistas de diferentes partes del mundo, muchos de los cuales han adquirido sus obras. Su impronta en la historia del arte cubano ha quedado como uno de los creadores más imaginativos, con novedosas expresividades plásticas que impactan y atraen el interés del público.

Su pintura ha transitado por diferentes etapas, entre estas la de retratos simbólicos caracterizados con un modo personal de asumir el Pop Art y la Nueva Figuración, así como la de sus visiones expresionistas de La Catedral de La Habana. Desde la década de los años noventa, comenzó a desarrollar una obra, donde la relación de lo teatral con la vida histórica y las máscaras han conformado un lenguaje visual provisto de metáforas y sentido paradójico. Con posterioridad ha concebido también performances.

López Oliva ha escrito ensayos sobre arte, estética y cultura publicados en España, Francia, Italia, Suecia, Polonia, Chile, Colombia y Cuba. Ha sido miembro del jurado en diferentes concursos nacionales e internacionales; ha ofrecido cursos y conferencias en universidades e instituciones culturales tanto en Cuba como en el extranjero.

Su trabajo como artista plástico está ampliamente catalogado y descrito en diferentes libros y revistas internacionalmente. Obras suyas se encuentran en museos y en colecciones institucionales y privadas de varios países.

Es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), y presidente del Comité Cubano de la Asociación Internacional de Artistas Plásticos (AIAP), con sede en París. Ha sido galardonado con importantes premios y distinciones cubanas e internacionales, entre ellas la Distinción por la Cultura Nacional que otorga el Ministerio de Cultura de Cuba.

Quienes deseen conocer de cerca el quehacer de este artífice, pueden visitar su taller-estudio, radicado en la esquina de Leonor Pérez (antes Paula) y calle Habana, dentro del Centro Histórico habanero, ese sitio colonial de mediados del siglo XVII (restaurado por la Oficina del Historiador de la Ciudad) ofrecerá su contenido —desde el mismo proceso de trabajo artístico hasta disímiles obras elegidas para tal fin— a coleccionistas y otros interesados en percibir cuanto allí habrá.

Durante la recientemente concluida XIII Bienal de La Habana, esa instalación, que forma parte del amplio complejo de ofertas culturales de La Habana Vieja, fue sede del Open Studio titulado La historia como espectáculo, integrado al grupo de espacios de creación y venta de arte, incluido entre las acciones no centrales de la actual Bienal.

El propósito de ese proyecto no fue montar una exposición más, sino “desnudar” el ámbito cotidiano de formulación de lo estético, mediante esa “batalla que está en los talleres” (así puesta de manifiesto por José Martí, cuya casa natal permanece solo a unos 300 metros del Estudio de López 0liva). Sin afán competitivo o mimetismo de diseño en pos de una apariencia foránea, sino más bien con la humildad natural y una atmósfera popular típica de esa zona no muy divulgada de La Habana Vieja, los muros en amarillo y las puertas y balcones azules del inmueble esperan por su visita.

El pueblo soy yo, producida en el Taller de Serigrafía René Portocarrero, coincide con la celebración del aniversario 36 de esa emblemática institución radicada en la calle Cuba, también en La Habana Vieja, un espacio imprescindible para buena parte de los artistas cubanos, quienes acuden allí para reproducir sus obras.

Génesis-Galerías tiene previsto realizar una presentación de esa serigrafía de López Oliva, para abrir así la posibilidad de adquisición de esta por coleccionistas, dealers, curadores y demás personas amantes del arte. Tanto la fecha como el lugar donde se hará pública esa creación serigráfica se comunicarán por Génesis-Galerías cuando esté programado.

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