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En Santiago de Cuba felices los cuatro (+ Fotos)

Con solo cuatro meses de nacidos (26-2-2019)  Mariana, Marlon, Marcos y Maikol, junto a sus padres Yadira Antomarchí Gómez y Jorge Garbey Garbey, han convertido en sui géneris la vivienda de la Calle 4, del reparto Santa Bárbara, en la ciudad de Santiago de Cuba.

La singularidad la marca más de un hecho, el primero de ellos, el servir de feliz hogar a la prole del segundo alumbramiento múltiple de este tipo del que se tenga registros en el suroriental territorio santiaguero.

Yadira junto a Mariana, la única hembra de su parto múltiple. Foto: Betty Beatón Ruiz

 

La segunda particularidad está matizada por la conjunción de muchas voluntades, esas que hicieron posible que una antigua fábrica de maletines se transformara en casa para acoger a una familia que, para sorpresa y bendición de sus dos primeros miembros, creció súbitamente a seis, luego de que Yadira y Jorge intentaran procrear durante unos ocho años.

Luego del “susto” que sobrevevino tras el ultrasonido, la interrogante mayor era una: “¿Hay cama para tanta gente?

 

Muchas manos se juntan para el cuidado de los cuatrillizos, aquí están Marcos, Maykol y Marlon en brazos de su médica de la familia, Bárbara, una de las enfermeras que cada 12 rotan para atenderlos, y la abuela paterna. Foto: Betty Beatón Ruiz

Y sí que la hubo, y hasta más. Junto a los cuidados especiales que recibió Yadira, llegó la buena nueva de que, con el liderazgo del Partido y el Gobierno en la provincia y el concurso de muchas empresas e instituciones, se les garantizaba una vivienda con las condiciones necesarias para Yadira, trabajadora del sector de la Educación, y Jorge, de la Salud Pública, pudieran parafrasear el conocido estribillo musical: “felices los cuatro”.

 

 

Una vez que el equipo médico multidisciplinario autorizó la salida de los cuatrillizos rumbo a su hogar, tras alcanzar las seis libras y media de peso, los bebés y sus padres llegaron a una casa espaciosa y ventilada, con cinco cuartos, dos baños, dos cocina comedor, un patio con columpios y cachumbambé, área de lavaderos, cisterna y tanque elevado.

Y como regalo especial para Mariana, Marlon, Marcos y Maikol: televisor, refrigerador, batidora, ventiladores, aire acondicionado, camas, cunas, juegos de sala y comedor, canastilleros y canastilla.

 

 

Pero más allá de lo material, la casa que se identifica en la distancia por el llanto a coro de cuatro vigorosos infantes — “comilones y madrugadores”— a decir de su madre, lleva una carga de amor infinita, que no solo se hace visible en Yadira y Jorge sino también otras tantas personas que tributan mimos a los cuatrillizos, en particular las enfermeras que cada 12 horas se relevan en el cuidado de estas  “cuatro joyas” que ya son parte del orgullo de Santiago de Cuba y su gente.

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