Icono del sitio Trabajadores

Relatos insulares (+ Fotos)

«La mente humana es como la sombrilla,
funciona cuando se abre,”                       

Walter Adolph Georg Gropius
(urbanista y diseñador alemán)

 

 

En su segunda incursión en la Bienal de La Habana el creador de las artes visuales, Erik Varela Ravelo, irrumpió con un conjunto de obras que, ante todo, corroboran el extraordinario desarrollo experimentado por este artífice en el tiempo transcurrido entre la XII(1) y esta XIII convocatoria del más importante encuentro de la plástica insular. Esta vez con sus conocidos discursos en torno a las sombrillas y los paraguas,  emblemas milenarios —utilizados por grandes artífices a través de la historia del arte universal— sobre los que descansa la fuerza conceptual de sus tesis pictóricas, mezcla de imaginación y de realidad que discurre desde su subconsciente para exteriorizarse sobre la tela o la cartulina en matices ricos en tonalidades frías y cálidas que configuran ambientes de particular belleza expresiva.

 

 

Bajo el título de Relatos insulares —aún abierta al público en el Museo de los Trabajadores Palacio de Los Torcedores(2)—, el artista, aun en pleno proceso de formación profesional, en concordancia con  sus proyectos precedentes, trabajó para esta ocasión disimiles situaciones relacionadas con la vida de las gentes que habitan este archipiélago del Caribe, en particular en esta Ciudad Maravilla que en noviembre venidero arriba a su medio milenio de existencia. A través de procedimientos técnicos que se ajustan bien a los temas de sus discursos, estos cuadros constituyen una suerte de recapitulación de lo aprehendido durante apenas cinco años de dedicación al arte de pintar, ejercicio que asumió un buen día tal vez imbuido por sus estrechos vínculos con los más variados estilos y tendencias de la iconografía cubana e internacional en su taller del Proyecto Cultural Enmarcarte, el cual dirige.

Breve periodo de formación en el que Erik transitó desde la inicial abstracción geométrica hasta la sorprendente incursión en la figuración, pasando primero por una etapa en la que la abstracción figurativa constituyó para él una especie de taller autodidacto del que prontamente extrajo definitivas valoraciones y criterios estéticos sustentados en la forma, el color y los materiales (acrílicos, óleos, pasteles, carboncillos, grafitos…).

Su abstracto espíritu plástico, presente en alguna que otra pictografía actual, puede definirse como introductorio en su trabajo figurativo, en el que la presencia de la representación humana es dominante, en tanto protagonista de relatos que van desde la soledad y el miedo hasta la alegría, la razón, la lujuria y el pensamiento crítico en torno a la sociedad, amén de sus composiciones recreadas en los muros, un asunto en el que discurre, a través de analogías y metáforas, en las paredes impuestas por la sociedad en las relaciones interpersonales, las  resultantes de los estados anímicos y psicológicos, o las que claramente evocan a la criminal  muralla que a través del bloqueo han tratado de aislarnos del mundo durante más de 60 años.

En su esforzado aprendizaje para presentar las formas «reales» inspiradas en el entorno citadino que le rodea, es decir, en su proyección plástica (perspectiva, textura, luz, atmósfera), este artista sostiene como elemento principal y simbólico de sus narraciones el uso de los paraguas o sombrillas, un artilugio que el mundo contemporáneo heredó de culturas tan antiguas como la china y la griega, y del que se vale de su infinidad de significados filosóficos, culturales y sociales.

La contemplación e interiorización de los cuadros de Erik sugieren variadas lecturas que irradian desde lo tropológico, para desplegarse en un lenguaje integrado y cohesionado, al que los fondos se integran como parte de cada una de las ordenaciones compositivas, en ocasiones con un relieve óptico bien definido que se incorpora a la atmosfera que de ellas trasciende, para así insertarse dentro de la misteriosa profundidad del arte, sin mucha preocupación por los ismos, las tendencias y las concesiones vanguardistas que buscan espacio dentro del negocio del arte.

Las pinturas y esculturas que conforman Relatos insulares, son evidente representación de la psicología de un creador sensible y metódico, que ha ido aprendiendo las más diversas técnicas para ponerlas a su servicio con virtuosismo para finalmente ofrecernos una obra madura, personal, coherente, rica y exuberante.

Por tal motivo, el Museo de los Trabajadores Palacio de Los Torcedores, perteneciente a la Central de Trabajadores de Cuba, acogió con entusiasmo esta muestra personal de Erik Varela Ravelo, tal vez el artífice que desde que comenzó a incursionar en el variopinto y complejo universo de la plástica, ha sido el que, de forma altruista y desinteresada, ha hecho los más significativos aportes al enriquecimiento espiritual del movimiento obrero insular durante los últimos años.

 


“Me inspira la humanidad toda, sus angustias, inquietudes, sufrimientos,
aventuras,  alegrías y tristezas. Pero mi quehacer plástico fundamentalmente
se nutre de  la cubanía, de lo cubano, y de los cubanos de este tiempo, de
nuestros problemas e inquietudes”.

Erik Varela


 

Significados de las sombrillas y los paraguas:

En Oriente, el paraguas es un símbolo de austeridad y estatus. Representa la riqueza y es símbolo de poder protegerse a sí mismo del calor abrasador, alude a la protección del sufrimiento espiritual y otras fuerzas dañinas.

Según Aristófanes, en la antigua Grecia el paraguas era un elemento necesario para las damas. Si un hombre era representado llevando uno, es porque se quería representar su afeminamiento. Del mismo modo, en la simbología espiritual representaba inferioridad y subordinación.

El budismo tiene ocho símbolos de fortuna, asociados cada uno de forma individual con Buda, y el paraguas es uno de ellos. En la India es un símbolo tradicional de la riqueza y el estatus, así como de cualquier posibilidad de protegerse a sí mismo ante el mal tiempo. Para los budistas, la empuñadura vertical, el apoyo a la cúpula de la sombrilla o el paraguas, representa el eje central que sostiene el mundo. También puede representar una especie de templo móvil. Es por eso que las representaciones de Buda a menudo muestran una sombrilla grande y elaborada sobre su cabeza.

El significado psicológico de un paraguas puede simbolizar protección y si hay lluvia puede significar una liberación de la emoción; puede expresar que estás listo para liberarte de la tensión. En el Reino Unido, un juego de palabras dice “El director del banco sólo te prestará un paraguas cuando el sol brilla”. Esta podría ser una sugerencia similar a la seguridad en un sueño. La interpretación mística afirma que la pérdida de un paraguas en un sueño es positiva. Sin embargo, encontrar uno es negativo, ya que es una predicción acerca de la pérdida en los negocios.

(1) Participación en la expo colectiva Dialéctica y controversia. XII Bienal de La Habana. Museo de los Trabajadores Palacio de Los Torcedores. Mayo-junio del 2015.

 (2) El Museo de los Trabajadores Palacio de Los Torcedores se encuentra ubicado en la esquina de San Miguel y Marques González, Cayo Hueso, Centro Habana.

[carousel source=»media: 169908,169907,169906,169905″ limit=»25″ link=»lightbox» width=»740″ height=»480″ items=»1″ title=»no» pages=»yes» autoplay=»5600″ speed=»1200″]

 

Compartir...
Salir de la versión móvil