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Encadenamiento liberador

La columna del lunesSi nos atenemos a sus definiciones etimológicas, el vocablo realmente asusta: encadenar. Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, significa: Ligar y atar con cadena. Trabar y unir algo con otra cosa. Dejar a alguien sin movimiento y sin acción.

Pero en los últimos tiempos, por imperativos económicos y del necesario desarrollo, se ha multiplicado en Cuba una afirmación, devenida concepto básico: encadenamiento productivo, el cual lejos de atar y de provocar inamovilidad, resulta liberador de las fuerzas y las reservas, de la utilización de las posibilidades reales existentes, la competitividad y la productividad basada en la innovación y la materialización de la inteligencia en favor del avance y de propósitos muchas veces “acariciados”, pero no concretados, pero que son imprescindibles.

Aunque algunos especialistas consideran en diferentes artículos que la referencia a tan importante asunto en los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución tiene un carácter tenue, no lo aprecio del mismo modo, pues con claridad meridiana uno de estos define: “Priorizar y continuar avanzando en el logro del ciclo completo de producción mediante los encadenamientos productivos entre organizaciones que desarrollan actividades productivas, de servicios y de ciencia, tecnología e innovación, incluidas las universidades, que garanticen el desarrollo rápido y eficaz de nuevos productos y servicios, con estándares de calidad apropiados, que incorporen los resultados de la investigación científica e innovación tecnológica, e integren la gestión de comercialización interna y externa”.

Por otro lado, la máxima dirección del país insiste casi constantemente en la necesidad de buscar y encontrar que las producciones sean continuas, progresivas, desde la materia prima hasta la fase final, de modo tal que los eslabones estén estrechamente unidos (y ese es el concepto esencial, a mi modo de ver) y se propicie con ello, ante todo, una actividad que gane de manera paulatina valor agregado y favorezca la obtención de un producto terminado de elevada calidad, hasta con posibilidades de exportación.

Un ejemplo. En el balance anual del Ministerio de la Industria Alimentaria (MINAL) Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, hizo hincapié en la importancia de que ese organismo estreche los nexos productivos con Agricultura, Comercio Interior y la Industria, para aprovechar adecuadamente los cultivos, incrementar las ofertas a la población y mejorar el acceso a envases y embalajes.

También subrayó que muchos de los insumos de la industria turística cubana, actualmente comprados en terceros países, podrían ser fabricados en Cuba, y mencionó particularmente la mantequilla, las confituras, las salsas y los aderezos.

Es cierto que la materialización de ese objetivo estratégico no resulta fácil, debido en primera instancia a la persistencia de una mentalidad arraigada y con un “marco estrecho” de posibilidades, signada por una fuerte concepción importadora y también a deficiencias que aún se mantiene en la planificación. Pero hay que ir dando pasos y consolidarlos.

Las definiciones teóricas existen. El cómo hacerlo se conoce. Y de manera gradual se establecen decisiones y ejecutan inversiones que propician ese encadenamiento.

Recientemente, en la comisión número dos del XXI Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), Alejandro Gil Fernández, ministro de Economía y Planificación (MEP), al hacer un pormenorizado balance del comportamiento del plan de la economía al cierre del primer trimestre y los principales retos para el 2019 y el 2020, precisó: “Un plan flexible, el encadenamiento productivo y la sustitución de importaciones son algunas claves para el desempeño económico en el presente año, marcado por la compleja coyuntura internacional, unido a las medidas implementadas por el Gobierno de los Estados Unidos para ahogar el comercio de la Isla”.

Agregó además: “Muchas veces es más barato importar que producir en el país. Hay que propiciar el encadenamiento de los productores nacionales, que demandan insumos para poder exportar, pues en la medida en que esos recursos sean producidos en Cuba los ingresos serán mayores”.

Con el encadenamiento se benefician todos. Entre los eslabones favorecidos están las entidades, pues pueden incrementar sus ventas y su sostenibilidad. Un buen ejemplo puede localizarse en la Empresa Agroindustrial Ceballos, en la provincia de Ciego de Ávila. Como he afirmado también al abordar otros temas, encadenar, en el sentido de la producción, es de sabios.

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