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Nace una república Maniatada

En momentos en que Estados Unidos recrudece sus presiones sobre la Mayor de las Antillas para impedir su desarrollo independiente y materializar la añeja ambición de apoderarse de nuestro territorio, vale recordar la actuación de las autoridades de dicho país en relación con el nacimiento de la República de Cuba.

El imperio proclamó el derecho de Cuba a ser libre y maniató a la República desde su nacimiento.

De la intervención estadounidense en la guerra que se libraba en esta tierra contra el dominio español abundan los ejemplos del desconocimiento por parte del ejército de EE. UU. de la beligerancia de los patriotas cubanos y de sus instituciones revolucionarias. No podía esperarse otro comportamiento de la entonces emergente potencia del norte, que vio su enfrentamiento a España —con teatros de operaciones en Cuba, Puerto Rico y Filipinas— como una contienda imperialista de reparto colonial.

Es revelador el análisis del prestigioso historiador Rolando Rodríguez en su texto República rigurosamente vigilada:

“Indudablemente la república comenzó mal. Una vez ocupada, no intervenida, el primero de sus mandatarios fue un general yanqui, Brooke, que si bien no fue el peor de aquellos elementos invasores que pretendían hacerse pasar por libertadores, se caracterizó por la cizaña que metió entre Gómez y la Asamblea del Cerro para lograr la división de los cubanos. Tampoco hizo nada por la población campesina, la mayoritaria del país, que moría de hambre después de la cruel Reconcentración de Weyler. (…). Luego llegó Wood. Era el factótum del anexionismo. Trató de que Cuba pasara a formar parte de Estados Unidos. Tampoco hizo nada por el pueblo cubano (…). Se le ocurrió la idea de llevar unos miles de maestros a tomar cursos en Estados Unidos para que luego envenenaran a los niños cubanos con la trasmisión de valores de aquel país. Por suerte, los maestros cubanos eran patriotas y, al regreso, supieron insuflarle a los niños cubanos ideas de independencia, soberanía y amor a la patria”.

A pesar de tan aviesas intenciones, Estados Unidos no pudo anexarse a Cuba. Décadas de brava pelea por la libertad no podrían ser borradas de un plumazo. En la conciencia de los que sentían verdaderamente por esta tierra estaba el anhelo de edificar por sí mismos una nueva vida. Por otra parte, no se podía ignorar la existencia de la Resolución Conjunta de abril de 1898, donde ante los ojos del mundo Estados Unidos reconoció: “Que el pueblo de la isla de Cuba es y de derecho debe ser libre e independiente”. Pesaban igualmente las simpatías que el movimiento de liberación cubano había despertado entre sectores progresistas de la opinión pública estadounidense, y la oposición de grupos económicos y políticos de ese país no interesados en la anexión.

Todo ello llevó al presidente William McKinley a buscar otra fórmula más encubierta de dominación que resultó ser la Enmienda Platt, impuesta como apéndice de la primera Constitución, que le otorgaba al imperio, entre otras prerrogativas injerencistas, el derecho de intervenir en los asuntos internos de la nación cubana.

No obstante el rechazo que suscitó entre los más consecuentes patriotas y la inmensa mayoría del pueblo, Washington la puso como condición para la retirada de sus fuerzas militares.

Así, aquel 20 de mayo de 1902 Cuba pasó del estatus colonial al neocolonial. El movimiento nacional liberador no pudo alcanzar entonces los ideales por los cuales se había derramado tanta sangre y sacrificado innumerables de sus mejores hijos. Sin embargo, la lucha mantuvo su continuidad.

De aquella república surgieron Carlos Baliño, Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, Alfredo López, Antonio Guiteras, Jesús Menéndez, José Antonio Echeverría y muchos otros que contribuyeron a vertebrar las batallas de los obreros, estudiantes y de todo el pueblo, las que encontraron al fin su camino definitivo de emancipación en la Revolución lidereada por Fidel Castro Ruz.

Esa historia de rescate de la República que Martí quiso con todos y para el bien de todos no la podrá volver atrás, ni hoy ni nunca, ningún representante del imperio. Cuba es y seguirá siendo de los cubanos.

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