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Frank Sosa, cien-fuegos de pedal

Frank Sosa, del equipo Cienfuegos, conversa con JIT tras vencer en la sexta etapa (Ciego de Ávila-Sancti Spíritus-Topes de Collante 168 km) del VI Clásico Nacional de Ciclismo de Ruta, el 12 de Marzo de 2019 en Sancti Spíritus, Cuba. FOTO: Calixto N. Llanes/Periódico JIT (Cuba)
Foto: Calixto N. Llanes

Cuando Frank Sosa tenía cinco años, su padre lo llevó por vez primera al Prado cienfueguero. Llegaba la Vuelta Ciclística a Cuba. Velocidad supersónica. La gente corría de un extremo a otro del separador de la principal arteria. Gritaban nombres que él hoy no recuerda. La escena se repetiría desde entonces hasta el 2010, solo que para ese año la disfrutó ya encima de una bicicleta.

Se la había regalado su hermano ante tanta insistencia de Frank, pequeño, flaco, siempre soñador y gustoso de acompañar a su progenitor en recorridos de trabajo o diversión, cada uno con su ciclo. Los amigos del barrio lo embullaron a asistir al área especial más cercana para ensayar sprints y ascensos, pero la madre se opuso tajantemente por temor a caídas o accidentes.

Pero la inyección del ciclismo ya estaba en el menor de los Sosa y a los 12 años nadie pudo impedirle que entrara a la Academia Provincial de este deporte, por más que alguien intentó invalidarlo por su baja estatura. El entrenador Juan Almeida, ese primer guía que nunca olvida en cada entrevista, apostó por las ganas y el talento. Ocho marzos después les regaló a él y a sus padres la camiseta amarilla del VI Clásico Nacional de Ciclismo.

 

La voluntad por encima de todo

No habían pasado dos años de puro pedal, cuando Frank sufrió una fractura accidental en la tibia y el peroné que lo sacó 12 meses del deporte, y le dejó como secuela dos centímetros menos en su pierna derecha. Otra vez volvió la confianza de Almeida y una medalla en la ruta de los Juegos Nacionales Escolares. Seguía delgado, pero la leyenda comenzaba a escribirse.

Foto: Calixto N. Llanes

Entrada al Centro Técnico de Cienfuegos. Nuevo entrenador: Nelson Jacomino. Octavo lugar en la ruta panamericana del 2017 en la categoría sub-23. Primera experiencia en la fortísima Vuelta al Táchira. Clásicos Nacionales del 2016 (lugar 12), 2017 (11) y 2018 (14). El despegue era cuestión de tiempo y oportunidad precisa.

Topes de Collantes era el punto perfecto, a 800 metros sobre el nivel del mar. Se lo aprendió casi de memoria. Cada cuesta, la Curva del Muerto, el justo momento de pararse en biela. Y llegó el 12 de marzo del 2019. Arrancó en Ciego de Ávila con 30 segundos detrás en la clasificación general individual, diferencia vencible si todo salía como esperaba.

Avisó a sus padres en la mañana. Quería darles un regalo en el propio macizo Guamuhaya. Los citó para allí sobre el mediodía. No defraudó. En los últimos cinco kilómetros aventajó al artemiseño Yasmani Balmaseda, y con las manos en alto festejó de una vez y por todas. Se vistió de amarillo y fue el primer cienfueguero en la historias de Vueltas y Clásicos que llegó a sus calles como líder.

 

Lo soñaba, no lo esperaba

“La victoria sorprendió porque aunque lo soñaba, no lo esperaba con 20 años. Sabía que era difícil ganar un evento como este, con tantos buenos ciclistas, pero cuando crucé la meta en la Polivalente Ramón Fonst solo pensé en todo el que me apoyó, empezando por mi equipo, el entrenador y mi mamá, que estuvo en Topes y luego en cuanta meta pudo”, comentó antes de amarrarse su pelo con una felpa, cábala que hizo al finalizar cada trayecto del Clásico.

“Somos muchos los jóvenes en el ciclismo de ruta que queremos devolver los resultados en este deporte como antes lo hicieron Pedro Pablo Pérez y Arnold Alcolea, que son los más cercanos a nuestros recuerdos”, señaló Frank el Fideo Sosa, sobrenombre endilgado en el pelotón a partir de su delgada composición física.

“Por supuesto, me encantaría correr una Vuelta a Cuba si el año próximo se organiza con participación extranjera. De momento, estoy disfrutando este triunfo, participaré pronto en una Vuelta a Martinica y el Campeonato Panamericano de Ruta en México, todo eso como preparación para los Juegos de Lima, adonde irán quienes mejores estemos en esa fecha”, concluyó.

Frank volvió al Prado cienfueguero 15 años después de la primera vez que vio una caravana ciclística. Ahora el nombre coreado por niños y adolescentes era el suyo. Vivía este primer momento de fama con la sencillez traída de la cuna familiar. Sonreía convencido de que falta mucho todavía por aprender y conquistar en esta disciplina que enamora dando pedales, ¡cien-fuegos de pedal!

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