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Concertación ante las secuelas del cambio climático

La Asociación de Estados del Caribe (AEC), en su VIII Encuentro celebrado en Managua, Nicaragua, se confirmó como un foro de consulta, la concertación y la cooperación para avanzar en la unidad e integración regional, cuando soplan en el hemisferio vientos huracanados en sentido contrario.

Fotos: Estudios Revolución

Resulta del texto adoptado en el Centro de Convenciones Olof Palme, de la capital nicaragüense, una declaración que advierte de los peligros que para la Cuenca del Caribe, en particular los estados insulares, tienen las secuelas del cambio climático.

Esta es un área expuesta cada vez más a la recurrencia de fenómenos naturales, léase tormentas, huracanes, tornados, inundaciones, sequías y terremotos, con saldo de pérdidas humanas y cuantiosos daños materiales.

Fue una reunión en la que el Presidente anfitrión, Daniel Ortega, se pronunció por la sustentabilidad económica de pequeños países que luchan por su desarrollo en situación desventajosa, incluso con las afectaciones derivadas del cambio climático.

Un llamado a la unidad estuvo en la voz del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, quien evocó las palabras del líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, en la Cumbre de la Tierra (Río de Janeiro, 1992), “una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre”.

Al respecto Díaz-Canel dijo ante los mandatarios asistentes a la cita que, pese a haber sido identificadas y reconocidas las causas del cambio climático, “ni los esfuerzos desplegados ni los compromisos internacionales en materia medioambiental resultan suficientes para detener el alarmante aumento de la temperatura global y para estabilizarla en el entorno de 1.5 grados Celsius, como es el reclamo de los países en desarrollo.

“Debe prevalecer, resaltó, el compromiso global para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero con base en el principio de las responsabilidades comunes, pero diferenciadas, y un marco de cooperación internacional que asegure los recursos y la transferencia de tecnologías necesaria a los países en desarrollo”, enfatizó.

Ello conlleva, argumentó, la modificación de los patrones de producción y consumo impuestos por el capitalismo, y la promoción de un orden económico internacional justo, democrático y equitativo para enfrentar el cambio climático y alcanzar el desarrollo sostenible.

Pero la AEC no puede esperar a que ello ocurra, sobre todo cuando el aumento del nivel del mar afecta a los países insulares miembros, pero también a otros continentales, entre otros riesgos.

Al respecto, la reunión de Managua suscribió acuerdos de cooperación que, junto a la voluntad política de su declaración adoptada por los gobernantes, pone a esa agrupación en el centro de la batalla por la unidad y la sobrevivencia de países en riesgo.

 

La Asociación de Estados del Caribe

La AEC se constituyó el 24 de julio de 1994 en Cartagena de Indias, Colombia, e inició funciones el 17 de agosto de 1995 en ocasión de su primera cumbre de jefes de Estado y de Gobierno, que tuvo lugar en Trinidad y Tobago.

Este año la familia caribeña se reunió en Managua.

Desde entonces sus mandatarios se reunieron al más alto nivel en Santo Domingo, República Dominicana (1999); isla Margarita, Venezuela (2001), Panamá (2005), Pètion Ville, Haití (2013); Mérida, México (2014); La Habana, Cuba (2016).

La AEC se define como una organización para la consulta, la cooperación y la acción concertada, con un enfoque centrado en el comercio, el transporte, el turismo sostenible y los desastres naturales; además de un gran interés en la preservación del mar Caribe, visto como el principal patrimonio de los pueblos de esa extensa zona.

Los miembros plenos de la AEC son: Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice, Colombia, Costa Rica, Cuba, Dominica, República Dominicana, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, St. Kitts y Nevis, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Surinam, Trinidad y Tobago y Venezuela.

Como miembros asociados aparecen Anguila, Islas Vírgenes Británicas, Islas Caimán, Monserrat, Islas Turcas y Caicos, Antillas Holandesas, Aruba, Guadalupe, Martinica, Guyana Francesa y Bermudas.

Los Países Observadores de la AEC son: Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Corea del Sur, Ecuador, Egipto, España, Finlandia, India, Italia, Marruecos, Perú, el Reino de los Países Bajos, el Reino Unido, Rusia, Turquía y Ucrania. Además Japón, Emiratos Árabes Unidos y Palestina.

Cuenta con cinco Comités Especiales de: Desarrollo del Comercio y las Relaciones Económicas Externas; Turismo Sustentable; Transporte; Desastres Naturales y Presupuesto y Administración. A su vez tiene un Consejo de Representantes Nacionales del Fondo Especial responsable de supervisar los esfuerzos de movilización de recursos y el desarrollo de proyecto.

Su Consejo de Ministros tiene, entre sus potestades, la elección del secretario general de la organización, responsabilidad que desempeña June Soomer, diplomática de Santa Lucía.

Todos los países de la AEC son miembros de la OMC y por lo tanto están sujetos a los compromisos de liberalización asumidos en la Ronda Uruguay.

 

Objetivos de la AEC

La Asociación se propone fortalecer, utilizar y desarrollar las capacidades colectivas del Caribe para lograr un desarrollo sostenido en lo cultural, económico, social, científico y tecnológico.

Promueve un espacio económico ampliado para el comercio y la inversión que ofrezca oportunidades de cooperación y concertación y, permita incrementar los beneficios que brindan a los pueblos del Caribe los recursos y activos de la región, incluido el mar Caribe.

Trabaja en el desarrollo de la la zona de turismo sustentable del Caribe. Asimismo, busca facilitar el entrenamiento idiomático en una región en la que se hablan desde el inglés, francés, español, el holandés y otras lenguas.

La AEC impulsa la iniciativa del mar Caribe, coordina un foro empresarial anual, y defiende los intereses y el trato para las pequeñas economías.

Pero si hay un tema que ocupa y preocupa a los países caribeños, y fue centro de atención en esta VIII Cumbre, resultó la cooperación para la capacitación y fortalecimiento material de las agencias de atención y prevención a desastres naturales, que en el área van desde huracanes y tormentas tropicales cada vez más violentos, sismos, sequías e inundaciones, entre otros.

Ya en ocasión de celebrarse en La Habana la Quinta Reunión Ministerial Comunidad del Caribe-Cuba, una declaración reconoció la necesidad de que los países caribeños enfrenten unidos los desafíos para alcanzar el desarrollo sostenible, incluidas sus vulnerabilidades, en particular los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo y los países de zonas costeras bajas, especialmente en las esferas económica y medioambiental.

Ese pronunciamiento apoyó la designación por las Naciones Unidas como Zona Especial en el contexto del Desarrollo Sostenible y respaldó el mandato de la Comisión del mar Caribe, reconocido en la IV Cumbre de la Celac, para promover su preservación y uso sostenible.

También refrendó el “firme rechazo a la utilización continua del mar Caribe para el tránsito y trasbordo de material nuclear y de desechos tóxicos, y exhortamos a los países que los producen y transportan a que implementen de manera urgente las medidas pertinentes para poner fin a tales actividades”.

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