Que el libro impreso no es letra muerta dan fe los miles de espirituanos que hacen colas para alcanzar el ejemplar de su preferencia, desde que este miércoles iniciara la Feria de Internacional del Libro y la Literatura en el territorio.
Lo es aún más el hecho de encontrar personas leyendo o simplemente hojeando un libro, desde un banco o en plena calle circundante al parque Serafín Sánchez Valdivia de esa ciudad del centro de Cuba, espacio “tomado” habitualmente por quienes viven apegados a los dispositivos móviles.
Y para atestiguar que el suceso literario es más que la comercialización de libros, el público se acerca y disfruta del contacto con autores del patio y otros llegados de la capital como el Premio Nacional de Edición (2001) y Premio Nacional de Literatura (2014), Eduardo Heras León, principal homenajeado de la Feria.
Para propiciar ese acercamiento y sobre todo para despabilar el gusto por la lectura a todas las generaciones, funcionan espacios como el Pabellón Juvenil, el de la Editorial Luminaria y los destinados al público infantil, que incluye el área de venta, actividades culturales, y la iniciativa Ciudad contada, que promueve la narración oral.
Queda como deuda ampliar la oferta literaria, sobre todo de aquellos títulos —dedicados a los más jóvenes-— que cada año despiertan el interés de los consumidores, y que en esta XXVIII edición de la Feria ronda la insatisfacción de carpa en carpa.
