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Convertir el trabajo en fiesta

Tienen un brillo en los ojos y unas convicciones que asombrarían a muchos; pero todos saben que al ocupar una plaza en la UBPC Rigoberto Corcho, de Artemisa, deben llevar como premisa la consagración al trabajo y la transparencia en su actuar. Así más de una treintena de muchachos forjan proyectos de vida que tienen calidad y futuro.

Los miras profundamente y aún encuentras un poco del niño que acaban de ser. Casi ninguno es corpulento; son altos, delgados, ágiles y dispuestos. Hay seis operadores de combinadas de alto rendimiento, entre ellos el primero en coronarse millonario en el corte de caña de la actual zafra azucarera.

Uno de los muchachos que trabaja en el organopónico tiene 17 años, otros dos con un año más se fajan con la piedra en un molino que las tritura y las convierte en materia prima para la fabricación de bloques en la propia UBPC. Una joven administra el ranchón del lago, donde se cultiva el alma de los trabajadores y de la población.

Están por doquier en una geografía diversa, donde la caña aparece como el primer renglón productivo, pero en el contexto de los trabajadores es uno más, pues la diversificación ha ganado tanto en esta cooperativa que lo mismo encuentras un taller de mecánica para las combinadas y los tractores, una mini industria para  procesar los excedentes de las cosechas, o un coto ecológico porcino.

 

Los más nuevos en la UBPC, ya son ejemplares y cantera de la UJC. Foto: Ana Margarita

Darle trabajo a la juventud

Alejandro Legorpuro Triana y Alex Álvarez prefieren trabajar, aunque con sus edades muy bien podrían estar haciendo el preuniversitario. Sin embargo, ambos fueron a buscar empleo a la Rigoberto Corcho, y lo consiguieron. La propuesta fue el pequeño molino de piedras, y ya llevan casi dos meses: aprendieron a operarlo y lo hicieron tan bien que logran su funcionamiento todo el día, algo que antes de ellos era imposible.

“Vengo en la guagua de los trabajadores; entre las 6,40 y las 7 a.m. nos incorporamos al trabajo para aprovechar “la fresca”, sobre todo en estos meses en que el sol nos castigará bastante”, comentó Alejandro sin abandonar su faena.

A su lado está Álvarez, quien tiene una historia semejante. Ninguna experiencia laboral, solo muchas ganas de labrarse su camino. Vive cerca de la cooperativa: “el primer día nos explicaron cómo hacer el trabajo, funcionó bien, y tenemos que seguir trabajando”, dijo, mientras Alejandro asegura que les gusta trabajar,” el salario viene atrás”.

Cerca de ellos está Upita (Reinaldo Espinosa), el presidente de la cooperativa, quien no pierde tiempo para hablar de y con los jóvenes. Aprovecha para ratificarles la importancia del trabajo, de decir las cosas con transparencia cuando hay algún problema. Recuerda que ese molino de piedras tenía problemas, se rompía y con estos dos muchachos siempre está trabajando.

Les habla de cómo él comenzó, de la cantidad de oficios que ejerció, y enfatiza: “cuando te levantas y piensas en el compromiso del trabajo, el trabajo se convierte en un fiesta.

“Hay que darle trabajo a toda la juventud, cuidar a los jubilados y darle participación a la nueva cantera con responsabilidad y sentido de pertenencia. En la reunión de ejemplares ya los propusieron para ingresar a la UJC, por la fibra que demostraron en los pocos días de estar aquí, son jóvenes que pueden abrirse espacio en este proceso. Hay fuerza de trabajo, lo que hay es que enseñarles”.

Un tutor para el técnico

 

Yassiel tiene un tutor desde que ejerce como técnico electricista. Foto: Ana Margarita

En la propia industria de materiales de la construcción, un proyecto desarrollado con éxito por la Rigoberto Corcho, trabaja Yassiel Pallí Calderín, un técnico en electricidad que tiene 28 años. “Llegué buscando trabajo, porque me había casado y vine a vivir para acá, me decían que aquí había buenos trabajos, que pagaban bien. Me recibieron, no había plaza, me hicieron una contrata, y al tiempo de estar trabajando como ayudante de albañilería, me cambiaron a mi especialidad como técnico.

“Me pusieron al lado del ingeniero. Con él aprendo, mejoro mi salario al hacer trabajos con calidad. Todos somos amigos, hacemos lo que nos manden, esto es una comunidad. Integramos, junto a Upita, el equipo técnico de la cooperativa”, dice y sonríe con picardía.

“No vine de tránsito, ya llevo cinco años y me quedaré para siempre”, y ese centinela de los jóvenes, aclara desde lejos, “ya está en el plan de viviendas, dentro de poco se ganará su casa”.

Argelio Mederos, ingeniero graduado en 82, transmite sus conocimientos al joven, y van formando una pareja casi inseparable. Así mismo transcurre en otros puestos.

Hasta te guardan la plaza

Alejandro Gómez Amarán, es técnico en mecánica y explotación del transporte, mas prefiere manejar, aunque eso signifique que cuando llegue a la oficina, el presidente de la UBPC le encomiende decenas de tareas que debe hacer con la misma responsabilidad que la de conducir. Es militante de la juventud desde que estudiaba en el tecnológico, y junto a los demás encabeza las actividades políticas con los jóvenes.

Dice que le va súper, que le gusta el trabajo, y sobre todas las cosas, la unidad que hay en el colectivo, todos nos ayudamos. Lo que diga el jefe hay que cumplirlo para que la cooperativa avance cada día más.

Un grupo de muchachos levanta lo que será la nave de la lombricultura, una futura fuente de sustitución de importaciones, pues cuando esté en funcionamiento aportará abonos orgánicos a los cultivos. Allí está Francislandy Pedroso, un muchacho que trabajando en la cooperativa, debió cumplir con el Servicio Militar.

Le guardaron su plaza, y cuando cumplió, se reintegró a la UBPC, donde es ejemplo para otros jóvenes que hacen el futuro de la cooperativa. Otros ejemplos podrían citarse, como el de Arisbel Alonso, un muchacho que comenzó haciendo cualquier labor, transitó por los cortes y la siembra de caña, la construcción, la agricultura, y hoy es el jefe de la planta de elaboración.

El salario es un aliciente para casi todos; el promedio no baja de los mil pesos mensuales, “bien ganados”, como aseguran, y además de la jornada laboral también se incorporan a los picos de recogida de frutas y vegetales, a trabajos voluntarios los domingos para impulsar alguna producción y otra tareas.

En la UBPC Rigoberto Corcho, merecedora del reconocimiento que implica la Bandera 80 Aniversario de la CTC, por resultar la más integral de las que pertenecen al Sindicato Nacional de Trabajadores Azucareros, no se pierde ni un suspiro, todo se convierte en fuente de empleo: hasta el marabuzal pegado a la costa, donde una pareja de corajudos comenzó la cría de ganado y cerdos hasta el lago que convirtieron en reparador de almas y la mayor belleza del entorno.

Un joven con discapacidad vocal también encontró empleo y es atendido por el presidente de la UBPC. Foto: Ana Margarita
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