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Gala del boxeo cubano: Hay pólvora y metralla

Uno de los talantes más llamativos del boxeo cubano es el acertado furor con que afrontan cada compromiso los integrantes de la preselección nacional. Aferrados a su particular estilo y pericia de combate “muerden” desde el primer minuto sobre el ring, regalando una sensación, que si bien no complace a algunos que todavía sueñan con un pasado igual de glorioso, sí deja una nota clara e indiscutible.

 

Foto: José Raúl Rodríguez Robleda

Talento existe, y tanto para lo que se avecina sobre el inmediato horizonte, como de cara a la intensa y compleja travesía que se anuncia después del 2020. Esta introducción únicamente llegará a feliz puerto si usted apreció este domingo con “lupa” la Gala de la disciplina en el Coliseo de la Ciudad Deportiva, donde se dio cita lo mejor de nuestro arsenal.

Es verdad que varias querellas se decantaron con toda lógica a favor de los consagrados. Sin embargo, al margen del veredicto, se corroboró la perpetua intención de la escuela cubana, que acuña, además de defender con el corazón y atacar con la cabeza, un peculiar estilo de abordaje capaz de arrodillar al rival más rocoso.

Tal vez determinados lectores esgrimirán escudados en ciertas dosis de razón, que en la actualidad pocos de nuestros pugilistas son excepcionales. Pero nos atrevemos a certificar que en el presente todos los que nutren el equipo grande son esenciales. No solo porque en ellos habitan las furias de siempre, sino a causa de atesorar lo mejor del ADN del boxeo patrio.

Su próximo examen será en abril, cuando Nicaragua acoja el clasificatorio rumbo a los Juegos Panamericanos de Lima 2019. Se anuncia una brega intensa, en la cual se deberá atajar el brío de rivales dispuestos y bien preparados, y reafirmar casta e historia.

La Gala, a pesar de ser predecible en diversos aspectos, ratificó que afortunadamente atesoramos pólvora y metralla para asumir grandes batallas.

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