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Lo que no arrancó el tornado

La foto impacta. Una joven carga pesados bloques, sin siquiera usar guantes protectores para las delicadas manos y, sin embargo, evoca una sonrisa amplia. La dura labor no le quita la alegría. Talmente parece que se la multiplica.

De la empresa Aguas de La Habana me llega otra imagen de un niño a quien, solidariamente, le donaron un juguete. Y él lo mira con ternura. El tornado motivó lágrimas, pero también ha sacado una vez más a flote el espíritu arraigado en los cubanos de ayudar, cooperar…

Ayer me hicieron una llamada telefónica desde uno de los municipios afectados. Fue una joven comunicadora de una cooperativa de la Construcción de Matanzas. Eran pasadas las 7:30 p.m. Después de coordinar un trabajo periodístico aseguró: “Todavía estamos trabajando”.

Y como esos cooperativistas hay muchos otros en la recuperación, ejecutando tareas de construcción y reparación de viviendas. El dinero no lo es todo, como algunos piensan. Para ellos extender la mano a los damnificados en este momento tiene más valor que miles de pesos.

Atrás quedaron las comodidades del hogar, la acogida familiar. Están conscientes, y de forma voluntaria, donde el deber los ha situado. Junto con ellos permanecen dirigentes administrativos y sindicales.

Me contaron que en las zonas afectadas no hay descanso, ni el sábado o el domingo. Los fines de semana se realizan largas jornadas de trabajo voluntario, y cada día se incorporan trabajadores de oficinas y de diversas áreas no vinculadas directamente a la producción de infinidad de empresas, así como estudiantes universitarios.

Los contingentes evidenciaron otra vez los principios por lo que fueron creados y el ánimo que caracteriza a sus integrantes. Están en todas partes e imponen el ritmo en las labores.

Y qué bueno es amanecer con una noticia muy alentadora: se entregaron ya las primeras viviendas para quienes quedaron sin techo. Así sucederá paulatinamente, hasta que todo vuelva a la normalidad.

Los cubanos hemos aprendido a través del tiempo, afrontando múltiples fenómenos naturales y un bloqueo inhumano, ser más fuertes que los ciclones, las tormentas y los tornados.

Nada ni nadie puede arrancarnos el sentimiento de solidaridad ni la alegría.

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