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Mi primer maltrato en el 2019

Parecía que era uno más. No solo ya estamos acostumbrados sino resignados a los maltratos. La incorrecta actitud de dos empleadas, en la tienda de Carlos III, justifica esta nota.

El 14 de enero fui a recargar el móvil en Etecsa. Todo había sido normal hasta que una empleada de limpieza detuvo la cola. Al oír los comentarios preguntó qué pasaba. Le respondí que no era la hora para limpiar. “No tengo por qué explicarle”, y comenzó a justificarse. Le aclaré que sí tenía que hacerlo y siguió limpiando. La cajera me advirtió que no se permitían las fotos y llamó a un joven de seguridad, quien amablemente me lo reiteró. Me identifiqué como periodista y fue a ver a un superior.

Cuando entré la cajera me preguntó si había borrado las fotos. Al decirle que no, fue categórica: “Ahora no te atiendo”, olvidando su deber como servidora pública. No me dio tiempo para responderle, porque el joven le dijo con firmeza: “Atiéndelo y acaba”.

Esa fue la esencia de lo vivido en una oficina donde nunca había tenido problemas. Una simple palabra: disculpen, habría evitado la situación, pero eligieron actuar con prepotencia, soberbia y maltrato.

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