Cada año mueren en el planeta 7 millones de personas como consecuencia de respirar aire contaminado, el cual es inhalado actualmente por el 90 % de la población mundial.
Tal afirmación es la principal advertencia contenida en un informe recién publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), con motivo de la primera Conferencia Mundial sobre Contaminación del Aire y Salud, celebrada en Ginebra del 30 de octubre al 1 de noviembre.
De la contaminación del aire es difícil escapar, no importa cuán rica sea el área en la que se viva, dice la OMS; y añade: “Los contaminantes microscópicos en el aire pueden deslizarse más allá de las defensas de nuestro cuerpo, penetrando profundamente en nuestro sistema respiratorio y circulatorio y dañando nuestros pulmones, corazón y cerebro».
Respirar aire contaminado tiene un efecto equivalente al de fumar tabaco y mucho más alto que el de tomar mucha sal, afirma la agencia de Naciones Unidas.
Entre la contaminación del aire ambiente y la que causa el aire en los hogares poco ventilados (generada por la quema de carbón, madera, queroseno u otros combustibles), es la segunda la más nociva.
Según la OMS, la contaminación del aire en las casas mata a cuatro millones de personas al año y tiende a afectar principalmente a los países de África y Asia donde se utilizan combustibles y tecnologías contaminantes para cocinar, calentar e iluminar. La población más afectada son las mujeres y los niños, debido a que suelen pasar más tiempo en el interior de las viviendas.
En particular, la organización internacional señala al aire contaminado como responsable de enfermedades respiratorias que anualmente causan la muerte de más de 570 mil menores de 5 años. También relaciona a ese aire viciado con cánceres infantiles y el deterioro cognitivo en niños (y adultos), además de que, durante el embarazo, puede afectar el crecimiento del cerebro fetal.
La Organización Mundial de la Salud afirma que la contaminación del aire, aparte de afectar actualmente de modo directo la salud humana, también está causando daños ambientales a largo plazo —lo que incluye el impulso al cambio climático—, todo lo cual constituye una gran amenaza para el bienestar y la salud de toda la población mundial.
