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Hija, cuidadora y trabajadora

En estos tiempos muchas personas esperan con ansiedad los días, o años, que les faltan para la jubilación.

Hay otras que presentan situaciones dignas de ser analizadas y estudiadas por los organismos competentes.

Es el caso de Nedis Caridad Infante Reyes, quien reside en 21 no. 21, Yamaica, Pueblo Viejo, municipio de Jesús Menéndez, Las Tunas.

Refiere que cuida a su madre, de 92 años, con varias patologías, entre estas “neurosis ansiosa y depresiva, provocada por la muerte de dos de sus hijos”.

Ellas viven solas “y por prescripción médica del nefrólogo, la retiré de la Casa de Abuelos en la que se encontraba, pues no puede exponerse al sol ni trasladarse de lugar con frecuencia porque pueden quebrarse sus huesos”.

Aclara la remitente que tiene tres hermanos, todos de la tercera edad, con enfermedades, pero que son atendidos por sus respectivos familiares.

Señala que en una de las gestiones realizadas para lograr una “jubilación extraordinaria” (ella tiene 58 años) una funcionaria del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social dijo que “le iba a proponer a la ministra una cuidadora a domicilio por cuatro horas, para ver si lo aprobaba.

“Yo me negué —explica— primero por la posible demora en su aprobación, pero, sobre todo, porque mi mamá no está totalmente demente y no permite que nadie vea sus partes íntimas, al no ser yo, además le podría provocar más confusión y traumatismo”.

Hasta el momento la respuesta que me han dado es que “mi caso no procede y me pregunto ¿tendré que dejar de trabajar? ¿Cómo vamos a enfrentar nuestros gastos? ¿Cómo el Estado pudiera ampararnos?”.

Finalmente, la hija y cuidadora señala que “todo este esfuerzo y estrés sostenido, mental y emocional, me provoca una neurosis ansiosa y depresiva, diagnosticada, teniendo que recurrir a medicamentos antidepresivos .

“Espero contar con apoyo, ya que el reloj biológico de mi madre atenta aún más contra su salud, ya bastante afectada”.

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