Carsueños: ¿costureros o transformadores de vidas?

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Cada día se les encuentra en la misma postura: delante de una máquina de coser o con aguja en manos y cientos de trozos de telas entretejiendo sueños. Son una especie de colonia de hormigas. De las que nunca paran: llenas de tareas que le absorben todo el tiempo.

Carmen junto a algunas de sus más fieles seguidoras en el arte de hacer muñecos. Foto: Gretel Díaz Montalvo

Se conocen oficialmente como proyecto comunitario Carsueño, más para ellas son solo “familia”, o “un grupo de amigos que nos gusta ayudar a otros”. Se reúnen en su sede habitual, ubicada en el centro histórico de la ciudad de Camagüey, la cual sirve de vivienda a Carmen Soto González, fundadora y gestora principal del grupo y se trastoca en puesto de mando.

La portada de uno de los Rapimuñecos, libros didácticos de tela. Foto: Gretel Díaz Montalvo

Desde allí el proyecto comunitario aplica la teoría de preservar la historia de la muñequería, enseñar un oficio, dotar de herramientas para la vida a personas que lo necesiten y evitar, con cada abrazo que le de un niño a su muñeca, que muera la sociedad.

El comienzo

Era 1992, pleno período especial. Cuba se preocupaba, y ocupaba de muchas cosas. Y a un grupo de mujeres de un rincón de Sierra de Cubitas, Camagüey se les ocurrió compartir su conocimiento, aprovechar su facilidades manuales y, de paso, ayudar.

La “culpable”, Carmen Soto González; a ella “se le metió entre ceja y ceja” aprovechar lo que le había enseñado su abuela sobre el arte de coser y junto a otras amigas diseñaron batas de casa, ropa interior para los niños del círculo infantil. Aportaron.

“Esta fue una etapa de unidad y amor. Yo era maestra y me gustaba mi profesión, pero esto me fue absorbiendo”, cuenta Carmen.

Pasó el tiempo, la vida entretuvo a Carmen, mas ella nunca dejó de soñar. Quizás por eso cuando por cuestiones personales se muda para la cabecera provincial pensó en cambiar el barrio y soltar por las escaleras de su antiguo edificio cada muñeca de trapo que había confeccionado. Así comenzó todo.

Dice que su motor impulsor fue la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y su más grande aliada. “Las manualidades son soluciones a la parte espiritual, a la parte económica, a muchas cosas. Dan alegrías y satisfacen a muchos. Quizás por eso aquel abril de 2003 cuando oficialmente comencé este proyecto, varios me siguieron, aportaron telas, ideas y hasta mesas y sillas para sentarnos”, cuenta Carmen.

Los 15 y sus sueños

Ya han pasado unos 15 años desde aquellos primeros pasos; pero tantos se han enamorado que ya son unos 137 miembros, incluyendo hombres y mujeres, adolescentes y niños. Fue un impacto, algo que transformó y que aún los mantiene activos.

Su trabajo ha sido aplaudido por muchos, tanto así que durante el 2014 recibieron el premio nacional de Cultura Comunitaria. También han recibido elogios muñeca gigante de 22 metros, la pequeña de 2, 2 centímetros y el gran libro de tela con cuentos de la Edad de Oro.

“Nuestro deseo también incluía darle valor a la muñequería, por lo que nos fuimos a visitar otros lugares y provincias y extender así la experiencia, fomentando la germinación de otras semillas de Carsueño.

“Siempre hemos trabajado con recursos propios, aunque a veces aparecen soñadores que nos ayudan. Desde hace algún tiempo nos autofinanciamos y tenemos la política de que si lo que hay no da para hacer princesas hacemos otra cosa, aunque sea pequeña”, explica Carmen.

Imaginación y creatividad son las esencias de cada puntada. Cada una de sus obras de arte son especiales, incluso los terapéuticos que contribuyen a alegrar la vida de niños que padecen enfermedades crónicas y deben permanecer en los hospitales pediátricos durante prolongadas estadías.

Son muñecos suaves, tiernos. Especiales para que los pequeños los abracen, se deleitan con ellos y olviden sus dolencias. Los Rapimuñecos, libros de telas que cuentan historias, otra de sus creaciones también fueron pensadas para educar y alegrar a los infantes. “Con ellos los niños jugarán a las casitas, aprenderán a hacer puntadas, sobre los colores y las formas”, explica Carmen.

Ha sido aventura que ha tenido de todo, pero que les ha ayudado a dar rienda suelta a ese deseo constante que tiene Carmen de embellecer y transformar, todo lo que le rodea. Ella dice que es solo una costurera que se ha convertido en mejor persona, pero los hechos demuestran que es una empedernida transformadora de vidas.

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