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Bruzón y el futuro del ajedrez cubano

Por Roberto M. López de Vivigo

Como no podía ser de otra forma, la información de la Comisión Nacional de Ajedrez referente a la exclusión de Lázaro Bruzón de la preselección nacional ha causado revuelo en medios de comunicación y redes sociales. Casi de golpe Cuba ha perdido a tres de los mejores ajedrecistas de Latinoamérica desde hace buen tiempo, el tunero, Leinier Domínguez y Yuniesky Quesada.

La emigración de nuestros deportistas es un hecho multicausal y bastante añejo, más allá de que cada caso tiene sus propias características económicas, sociales y hasta políticas. Pero la situación de Bruzón fue bastante diferente a la de sus dos compatriotas, quienes solicitaron un  tiempo de receso como establecen los estatutos del Inder.

Según la información difundida por la Comisión Nacional de Ajedrez, “el 31 de julio del presente año el ajedrecista nos comunicó que viajaría a Estados Unidos empleando su pasaporte ordinario, para atender asuntos personales e intervenir en un torneo.

“Se le indicó tramitara la solicitud en la Escuela Superior de Formación de Atletas de Alto Rendimiento Giraldo Córdova Cardín (ESFAAR), con la cual había suscrito debido contrato y por tanto formaba parte de su matrícula. No lo hizo.

“El 17 de agosto el entrenador del jugador, Rodney Pérez, trasladó a nuestra Comisión una preocupación relativa a la salud del atleta tunero y su imposibilidad de integrar el equipo a la venidera Olimpiada Mundial de Ajedrez.

“Se había recibido un mensaje desde Estados Unidos en que Bruzón confirmaba sufrir una crisis de la enfermedad que padece desde hace algún tiempo, y que por esa razón estaba impedido de integrar la selección que asistirá a la ciudad georgiana de Batumi, sede del certamen universal.

“Ante ello, le sugerimos regresara a Cuba para organizar su debido tratamiento a través del Instituto de Medicina del Deporte, y de inmediato fue sustituido del equipo olímpico, colocando en su lugar al Gran Maestro Yaser Quesada.

“En los intercambios sucesivos, Bruzón explicó que ya se encontraba bajo tratamiento médico y que además valoraba la posibilidad de estudiar en Estados Unidos.

“Tomando en cuenta su contrato firmado con la ESFAAR Cardín y su pertenencia a la preselección cubana de ajedrez, se le requirió volviera al país y retomara acá su tratamiento y preparación.

“En las últimas jornadas ha salido a la luz la integración de Bruzón y del Gran Maestro Yunieski Quesada al equipo de la Universidad de Webster para la temporada 2018-2019. Este segundo atleta no forma parte de la preselección cubana desde el curso 2016-2017 y radicaba en su provincia.

“Ante tales circunstancias, ha cesado la pertenencia de Bruzón a la ESFAAR Cardín y a la preselección nacional de Cuba”.

La conclusión evidente, el tunero mintió a las autoridades deportivas cubanas y no tramitó de manera correcta su interés de permanecer en Estados Unidos por un tiempo. Estudios y tratamientos médicos no lograron a la larga esconder el verdadero objetivo que era integrar por una temporada el conjunto de la Universidad de Webster.

El relevo está garantizado

En el juego ciencia cubano no es un secreto que la federación antillana siempre ha estado limitada de presupuesto y las prioridades siempre han sido la organización del Capablanca In Memoriam y la asistencia a la Olimpiada de Ajedrez, con algún que otro torneo en el camino.

Por supuesto, la carencia de dinero impacta directamente en el desarrollo de los trebejistas, quienes necesitan ante todo participar en eventos foráneos para crecer y en el caso de los establecidos, para insertarse o mantenerse en la élite.

Leinier y Bruzón vivieron tiempos en los que podían asistir a lides internacionales de nivel: el Ídolo de Güines ganó su primera norma de Gran Maestro en el Abierto de Linares en España  a los 15 años y con 17 ya poseía las tres necesarias; Bruzón se convertía en campeón mundial juvenil en Armenia a los 18. Ambos demostraron desde temprana edad un talento muy alto y contaban con el apoyo económico para superarse constantemente, pero una vez en la élite tuvieron que costearse la mayoría de los torneos.

Precisamente, en estos momentos se realiza el Mundial Juvenil Sub-20 en Turquía con 263 ajedrecistas de 62 países y Cuba no tiene representantes. Pero no solo la inasistencia a lides internacionales afecta a nuestros trebejistas, también la falta de acceso a internet desde sus casas, una herramienta fundamental en el desarrollo y superación de cualquier practicante de este deporte.

Si bien los casos de los tres principales ajedrecistas del siglo XXI de la Mayor de las Antillas son los más conocidos, ellos ilustran solo la punta de un iceberg de un sistema deportivo que continúa formando masivamente a trebejistas de enorme talento que no acaban de incluirse en la élite (ninguno con 2600 promedio Elo en la actualidad): Yusnel Bacallao, Yuri González, Omar Almeida, Lelys Martínez,  Isán Ortiz,  Carlos Albornoz,  Ermes Espinosa, Yasser Quesada, entre otros.

Las soluciones habría que colegiarlas entre todos para evitar que continuemos perdiendo figuras en los tableros de 64 casillas, un deporte que perfectamente puede admitir en los equipos nacionales a cubanos que residan en el extranjero, pues ellos no necesitan como otras disciplinas concentrarse la mayoría del año para entrenar y formarse.

También, invertir más en la superación de los mejores trebejistas del patio para que puedan ganar más Elo y nivel, y así posicionarse en la élite de un deporte en el que cada vez es más difícil llegar a la cima. Por supuesto, sin descuidar la atención a la base, donde gran cantidad de niños, adolescentes y jóvenes dan jaques mates a diario en todo el país. Cuba tiene tradición y capital humano para que en el presente y futuro se ponga en alto el nombre de José Raúl Capablanca.

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