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BARRANQUILLA ADENTRO: Reina de los Dulces

Ceferina Pérez Cassiani hace más de 30 años permanece en la misma esquina de Barranquilla 46 y 72. Solo hace unas semanas le solicitaron que se moviera momentáneamente a la acera de enfrente hasta terminarle un cubículo para ella en el remodelado estadio Romelio Martínez. Su nombre no dice mucho al currambero, pero si pregunta por la Reina de los dulces todos le indicarán de inmediato donde verla.

Detrás de su mesa de madera, con el sobrenombre que la ha inmortalizado dibujado en una sábana, Ceferina amanece cada mañana con al menos doce variedades de dulces, cuyo secreto parece estar en el movimiento de sus manos a la hora de mezclar los ingredientes y no en el uso de la azúcar, como algunos pudieran pensar para este tipo de alimentos, muy demandado por aquí.

A sus 83 años la fama popular no le quita la sinceridad, sencillez y franqueza heredada de San Basilio de Palenque, tierra con una amplia tradición en el arte culinario y del que han salido las mejores reposteras del país. En el año 2000 ganó por vez primera el Festival del Dulce en esta ciudad y desde entonces ha vencido en 15 de las 17 ediciones, título que concede el gusto de la gente, cual jurado más fidedigno.

Cocadas y enyucados distinguen sus recetas, aunque La Reina reconoce que en su repertorio las jaleas que marcan la diferencia. El más curioso de los platos que exhibe en la mesa es el llamado Chocho, que se prepara con maní y leche; mientras ella no se cansa de alabar el Mongo Mongo, al que le atribuye propiedades afrodisíacas por el uso del chontaduro. Dentro de los más demandados está también el dulce de mamey, el de leche cortada, y el icaco, este último a partir de un fruto que le traen a Ceferina desde Bolívar.

Madre de seis hijos y más de 25 nietos, sus refranes, dicharachos y consejos culinarios al conversar saltan uno tras otro. La limpieza en el punto de venta es similar a la de su casa, donde cada noche prepara las ofertas del día siguiente. Sus precios son los más baratos de cuántas se dedican a eso por los alrededores y jura que se morirá ahí, siendo La Reina.

“No se trata de ganar más o menos dinero, lo que me encanta es ver a niños, jóvenes y viejos venir hasta aquí para probar uno de mis dulces”, señala sin mencionar también las invitaciones que recibe para que haga de repostera en grandes banquetes, no siempre aceptadas “porque a veces no me dan el valor que tengo”.

En la despedida, por supuesto, no pudo faltar la revelación de que ya tiene Facebook y espera ver este reportaje en su página. “Así cuando vengan los cubanos a Barranquilla me conocen”. Desde ya la recomendación, al estilo Calviño, vale la pena.

 

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