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VIII Juegos: La primera ausencia de Cuba

Cartel oficial de los VIII Juegos Centroamericanos y del Caribe.
Cartel oficial de los VIII Juegos Centroamericanos y del Caribe.

Debido a las elecciones generales en Venezuela en diciembre de 1958 y la reglamentación olímpica que establece la imposibilidad de montar eventos multideportivos paralelamente a la realización de manifestaciones de tipo político, la octava edición de los Juegos Centroamericanos y del Caribe corrió su fecha para enero (6 al 15) de 1959.

Por esos días, Cuba vivía el auge de una Revolución triunfante, encabezada por Fidel Castro, lo cual impidió la asistencia de una representación nacional a Caracas, en lo que sería la primera gran ausencia de la Isla a esta citas regionales desde su creación en 1926. Muchas tareas urgentes tendría el nuevo gobierno entonces, y entre ellas “llevar el deporte tan lejos como fuera posible”.

México quedó de esta manera con la condición de única nación que ha estado presente en todas las ediciones. Considerado para algunos reporteros como los Juegos más fastuosos celebrados hasta ese momento, la justa contó con la primera incursión de Guyana mientras las féminas estuvieron muy cerca de rebasar la cifra de 200 al sumar 198 deportistas.

Aunque Cuba se consideraba casi imprescindible en este tipo de certamen y la calidad se resintió, el 15 de enero de 1959 los venezolanos festejaron haber cumplido con el área su compromiso de desarrollar el certamen después de haber pasado por un proceso político complejo.

Venezolanos y boricuas aprovecharon al máximo

La edición, sin dudas, fue bien aprovechada por los anfitriones venezolanos y la delegación de Puerto Rico, quienes terminaron detrás de México en la tabla final de preseas. Por cierto, los boricuas se apuntalaron en este puesto gracias a sus excelente comitiva atlética, que triunfó en siete eventos del campo y pista con diez segundos lugares y dos bronces.

Liderados por el corredor Manuel Rivera, doble recordista en atletismo, los puertorriqueños también saltaron de alegría con el oro del béisbol. Un resultado increíble lo proporcionó El Salvador con su dorada en el baloncesto varonil, por delante de los quintetos de más tradición como Puerto Rico y Panamá.

Sólo siete disciplinas se escaparon del dominio mexicano, y en cuatro de ellas la victoria correspondió a los de la tierra de Bolívar: boxeo, esgrima, tiro y gimnástica. En el caso de los tiradores la cosecha resultó impresionante al dominar en diez de los once eventos.

El pesista Eduardo Adriana de Antillas Holandesas se robó el show de su especialidad con tres registros centroamericanos (fuerza, arranque y envión) después de haber conquistado el oro en impulsión de la bala. La próxima cita en Jamaica, en 1962,  sería en muy diferente a lo sucedido en Caracas.

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