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Afán civilista desde la República en Armas

Este año, en que los cubanos recordamos el aniversario 150 del inicio de nuestras guerras por la independencia, resulta oportuno apuntar que desde bien temprano, apenas seis meses después de comenzar la contienda en Demajagua y otros puntos, los precursores convocaron a representantes de los departamentos levantados en armas para formar un gobierno nacional y así conducir la república desde la manigua redentora.

Grabado que refleja la Constitución de Guáimaro (1869), Primera de la República en Armas.

Con el espíritu de que la patria tuviera ley, un grupo de patriotas en nombre del pueblo se reunieron en Guáimaro para firmar la primera Carta Magna de nuestra historia nacional.

Los postulados de libertad y democracia formaron parte esencial de la Constitución, pero el primer reclamo entonces tenía que ser la abolición de la esclavitud.

Baraguá no solo pasa a la historia por la enérgica protesta que protagonizara Antonio Maceo y un grupo de patriotas el 15 de marzo de 1878. Sucede que ocho días después de la vertical posición de no aceptar una paz sin independencia  tenía lugar en esos predios  la proclamación de la segunda Ley Fundamental cubana.

En consonancia con el momento proclamó la unidad orgánica hasta el punto de integrar las funciones legislativas y ejecutivas, a diferencia de la concepción seguida en la Constitución de Guáimaro.

Con la Guerra Necesaria en marcha desde el 24 de febrero de 1895, el 16 de septiembre de ese año se aprueba la Constitución de Jimaguayú. Nuevamente una localidad camagüeyana fue escenario del singular hecho que estableció un Consejo de Gobierno con facultades ejecutivas y legislativas, además de otorgar plena autonomía al mando militar.

Tal como se había acordado en Jimaguayú, de no haber concluido la guerra en dos años se convocaría nuevamente a otra Asamblea Constituyente.

La lucha continuaba. Se cumplían casi 30 años del inicio de esta cuando el 10 de octubre de 1897, en el potrero de La Yaya, cercano a Sibanicú, 24 delegados que representaban a los seis cuerpos del Ejército Libertador  firmaron la nueva Carta Magna.

Otra vez en Camaguey. Pero entonces para dar un paso atrás en el camino de la unidad, porque  revivieron  las contradicciones entre el mando militar y civil de la fuerza mambisa.

Peor fue en lo adelante. La intervención estadounidense frustró el triunfo luego de tres decenios, y con ello la independencia. La Constitución de 1902 trajo aparejada ese apéndice conocido en la historia como la Enmienda Platt.

Mas no todo estaba perdido; aun con su carácter neocolonial, se ganaba una república, y así la motivación para que los portadores de las ansias libertarias continuaran la batalla.

Regreso a Guáimaro. El fin de la cuarta década del siglo XX trajo, luego de mucho reclamo de las fuerzas progresistas encabezadas por el Partido Comunista, una Constitución  considerada la más avanzada del continente en su momento.

Lamentablemente las medidas progresistas plasmadas en la Constitución del 40 fueron letra muerta durante los regímenes corrompidos y entreguistas. De que lo estipulado no se hiciera certeza se encargó la burguesía dominante mediante diversas vías como el quehacer de la Cámara de Representantes y el Senado, o sencillamente por determinaciones inconstitucionales de los gobiernos de turno.

Tal escenario es el que se encuentra el Gobierno Revolucionario tras el triunfo del 1ro de enero de 1959. Frente a esa realidad la decisión no fue elaborar una nueva Ley de leyes sino trabajar por respetar y hacer cumplir el importante documento.

Y de sus postulados se nutrió la primera constitución socialista de nuestro país, proclamada tras el referendo del 24 de febrero de 1976, que arrojó como resultado el 97,7 % de aprobación.

Previamente el Anteproyecto y Proyecto de dicha Carta Magna fueron sometidos a una amplia consulta popular.

Recientemente los diputados que integran la IX legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular acordaron crear una Comisión compuesta por 33 parlamentarios y encargada de la redacción y presentación del Anteproyecto de Constitución de la República, un texto adecuado a la realidad actual en nuestro camino de construcción de una sociedad socialista, independiente, soberana, democrática, própera y sostenible.

Desde las primeras cargas al machete hasta nuestros días los revolucionarios cubanos han dado múltiples pruebas de su afán civilista.

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