Icono del sitio Trabajadores

Lo particular de un patio

Cuando se trabaja por un objetivo bien definido y con los sentimientos a flor de piel, no es difícil confrontar las dificultades, persistir y hacerlo a gusto.

Es así como el matrimonio de Josué Guilarte González y María Rosa León Reyes ha logrado en el patio de su casa, ubicada en Manzanillo, plena ciudad del Golfo y de solo cien metros cuadrados, consolidar 24 programas de la agricultura urbana, al decir de él, una conquista fruto de la sistematicidad.

Josué y Rosa han experimentado la producción de varios productos, todos para el uso de la agricultura. Foto: Lianet Suárez Sánchez

“Iniciamos con un corralito de cerdo, luego incorporamos algunas gallinas y ya hoy tenemos producción de diversas aves de corral, apícola, cuicultura (con la tilapia roja), cunicultura, plantas ornamentales, medicinales y frutales, lombrizcultura, materia orgánica, además de un huerto para el cultivo de vegetales, un biogás y punto de venta. Aquí cada espacio cuenta, por tanto, es utilizado convenientemente.

“Siempre nos hemos interesado por la naturaleza. En la provincia estamos entre los fundadores de la agricultura urbana y suburbana y, por estos resultados, nos propusieron para recibir en el actual año la quinta Corona de la Excelencia, máximo galardón que otorga ese programa nacional”.

Se adiciona a los méritos ostensibles de estos trabajadores de la unidad empresarial de base Granja Urbana Manzanillo, de la Empresa Integral Agropecuaria Granma, provenir de especialidades que difieren de este tipo de prácticas. Él, formado en la carrera militar, y ella, en la pedagogía, aseguran que en la labor actual encontraron una vocación inesperada, pero salvadora.

“Sin embargo, ha sido indispensable la sabiduría de nuestros ancestros, porque descendemos de familias campesinas, y esos conocimientos empleados en la actualidad han sido muy valiosos, aún con el avance científico- tecnológico”, asegura Rosa.

Tierra y sapiencia

Sin ánimo de quedar inertes ante la necesidad de mejorar sus condiciones, la pareja buscó un nuevo ingrediente para catalizar lo logrado.

“Es por eso que desde el 2013 trabajamos con los microrganismos eficientes, un experimento que ha tenido buenos resultados en el reino animal y vegetal, con la añadidura de que protege el medio ambiente.

Del proceso de fermentación la pareja obtiene centenares de litros de la sustancia, que utiliza la agricultura urbana y suburbana como fertilizante. Foto: Lianet Suárez Sánchez

“Se trata de un producto biológico que obtenemos a partir del humus de lombriz, una solución madre de microrganismos eficientes y la homogenización de otras materias. Se utiliza un tanque plástico con tapa al que se le deja una pequeña cobertura para funcionar como cámara vacía y permitir la fermentación”, explica Josué.

Afirma la literatura científica que la aplicación de esta variante ecológica tiene un amplio espectro de acción radicado justamente en la composición microbiana que la conforma: una población mixta de bacterias fotosintéticas. Las levaduras y bacterias ácido lácticas presentes cuentan con un extenso aval como probióticos confirmado en los experimentos.

En principio dicha tecnología se utilizó en la horticultura y jardinería, pero en poco tiempo trasgredió los perímetros y se empleó en las producciones pecuarias sostenibles. Su uso en la ganadería, como componente en el alimento, ha incrementado el número de adeptos en muchas partes del mundo.

“La economía tiene grande beneficios con este producto ―expone Josué― porque, por ejemplo, posibilita la ganancia de peso corporal en los animales y, al eliminarle los gases amoniacales y sulfhídricos, permite que la excreta de estos sirva de alimento a las diferentes especies. Una técnica que utilizamos regularmente en nuestro patio.

“Igualmente, entre otros provechos, controla plagas y enfermedades; descontamina aguas residuales, mejora las características de las plantas y aporta calidad a sus frutos, al tiempo que fija el nitrógeno de los suelos y lo perfecciona microbiológicamente.

“Por supuesto que la salud humana se favorece del mismo modo, porque podemos protegernos de varios tipos de enfermedades que se adquieren a través de los químicos utilizados en las siembras y la actividad pecuaria”.

Decir con el hacer

Las producciones de microrganismos eficientes tienen como destino la red de la agricultura en Granma, y son comercializadas a través de la UEB. Aseguran sus fabricantes que las cantidades están en correspondencia con las demandas.

“Queremos trabajar en todo el sistema ganadero de Manzanillo. Es preciso que los animales tengan salud para poder satisfacer las necesidades nutricionales de la población”, aseveran.

Rosa muestra parte de la producción de su patio. Foto: Lianet Suárez Sánchez

El dedicado matrimonio ha podido trasladar sus experiencias a eventos nacionales e internacionales, celebrados en el país, relacionados con agroecología, agrodesarrollo, medio ambiente y sostenibilidad alimentaria, donde han recibido numerosos lauros.

Un espacio habitual para compartir saberes ha sido el fórum de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (Anap) y el proyecto Tierra Viva.

“También hemos propiciado que esto trascienda a la comunidad al tomar como herramienta la capacitación. Los campesinos se han interesado y aprendido el uso de los microrganismos, lo cual nos llena de satisfacción porque es parte de nuestro propósito. El cambio climático nos está afectando grandemente y el uso del compuesto  es uno de los caminos para mitigar sus efectos”, manifiesta Rosa.

“Frecuentemente nos visitan profesores y estudiantes de la Universidad de Granma en busca de ilustración para sus investigaciones. Eso nos regocija porque la casa de altos estudios ha reconocido como válido lo que hacemos. Las bacterias que generamos son fuente de salud, divisa y de naturaleza limpia. Por esa razón nos ofrecieron la maestría en Nutrición Animal.

“Este pequeño patio que tenemos es nuestro gran laboratorio”, concluyó.

Compartir...
Salir de la versión móvil