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Aniversario 60 de su caída en combate: Pedrín vive en Moa

¿Por qué no llamarlo así, con ese apodo cariñoso que le decían sus amigos, si al morir tenía solamente 22 años? Han pasado seis décadas de aquel fatídico 26 de junio de 1958, cuando perdió la vida en el combate que le correspondió a su tiempo: el de la conquista definitiva de la libertad de la patria.

Hoy sería octogenario y tal vez le habría aportado mucho a la Revolución, pero su breve trayectoria le ganó un sitial en la historia.

Lo demostró el entonces comandante Raúl Castro Ruz en la despedida de duelo, al calificarlo como “el más alto símbolo de la responsabilidad de la generación”, decretó su ascenso póstumo al grado de capitán del Ejército Rebelde y lo nombró Comandante de Honor de todos los poseedores de la Orden al Mérito Revolucionario de la Legión de Honor Frank País.

Raúl prometió además en su entierro que cuando se lograra el triunfo, la planta de níquel de Moa llevaría el nombre de Pedro Sotto Alba. Y así fue.

Allí sigue viviendo, en el esfuerzo diario de sus trabajadores y en el de los jóvenes de toda Cuba que tienen en él un ejemplo de compromiso con su país en circunstancias difíciles en que dar el paso al frente podía costar la vida. Ante los desafíos del momento actual, nuestra juventud está llamada a proceder con la misma responsabilidad que le reconoció Raúl a aquel muchacho nacido en humilde cuna, el 27 de diciembre de 1935 en la finca El Becerro; en La Julia, Bayamo.

Aún muy pequeño, la familia se trasladó a Manzanillo y la necesidad hizo que buscara tempranamente la forma de contribuir al sustento del hogar, para lo cual se volvió chapista.

Hizo suya la vergüenza del pueblo ante el artero golpe de Estado de 1952 y decidió luchar con las armas para derrocar la dictadura de Fulgencio Batista.

Encontró al líder de esa batalla y el camino: Fidel, y los preparativos en México de una expedición que vendría a Cuba a reanudar la obra inconclusa de nuestros libertadores.

Se convirtió en uno de los 82 hombres que a bordo del yate Granma arribaron a la patria el 2 de diciembre de 1956. No desanimaron a Pedrín las vicisitudes del desembarco ni el revés de Alegría de Pío. Escapó con vida y logró ocultarse en medio de la feroz persecución desatada por la soldadesca contra los expedicionarios. Y cuando las circunstancias lo propiciaron volvió a la pelea.

Subió a la Sierra Maestra con el grado de teniente en el primer grupo de combatientes enviado por Frank País como refuerzo de la guerrilla.

Comenzó así su destacada contribución al Ejército Rebelde, en numerosos combates. Integró la columna 6 Frank País, y cuando el comandante Raúl Castro partió de la Sierra Maestra para crear el II Frente Oriental, Pedrín estuvo entre los seleccionados y recibió el ascenso a primer teniente.

El 26 de junio de 1958 dirigió el ataque al cuartel de la Guardia Rural en Moa. En el enfrentamiento con los soldados, el joven recibió una herida en el estómago que le causó la muerte.

Al cumplirse 60 años de su desaparición física recordamos aquel hermoso pensamiento del Apóstol: “Cada muerto es una raíz y cada vivo un peleador”. La existencia de Pedro Sotto Alba, como la de tantos otros que no alcanzaron a ver la victoria, pero se entregaron por entero a conquistarla, nos sustenta como la raíz a la planta, y nos llama a sus continuadores a proseguir la lucha, que es igual a decir, a defender su obra.

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